El final de Héroes del Silencio tiene acta de defunción: 10 de febrero de 1996. Sucedió en una habitación en Tijuana, en medio de la gira del disco Avalancha. Dice la leyenda que el frontman del grupo, Enrique Bunbury, convocó a sus tres compañeros para compartirles 26 propuestas sobre lo que debía hacer el cuarteto zaragozano de allí en más. Eso indignó al resto de los músicos, al punto de que el guitarrista Juan Valdivia se levantó y se fue. Para conmemorar los 25 años de la separación de la banda más importante del rock español, el 15 de abril salió a la venta Héroes de leyenda, libro en el que el escritor Antonio Cardiel, hermano del bajista Juan Cardiel, recrea la historia de la agrupación. Y Netflix estrenó el documental Héroes: Silencio y rock and roll, dirigido por Alexis Morante, quien atiende a Página/12 en medio de un rodaje. “Sé que Héroes del Silencio son muy queridos en Argentina, y todos ellos hablaron con mucho cariño de sus experiencias allá”, advierte el realizador gaditano. “Aunque por cuestiones de tiempo narrativo, el documental hace referencia a cómo se engendró su auge en Latinoamérica”.

Ante la pregunta de si existe la posibilidad de que su película cause un revuelo similar al de Rompan todo, Morante adelanta: “No vi Rompan todo, pero oí que no están los Héroes del Silencio. El documental no va a provocar polémica. Creo que generará un sentimiento muy especial sobre una forma de ver el rock que ya no se ve”. Durante un año y medio, el director, a quien Bunbury encargó algunos de los videos de su carrera solista, entrevistó solamente al “núcleo duro de la banda”. Al igual que a Alan Boguslawsky, guitarrista estadounidense que se sumó en la última etapa. “No hubo ninguna reticencia por parte de los músicos a responder las preguntas”, aclara. “Todos accedieron rápido, y estaban encantados con la propuesta del documental. Confiaron plenamente en mí, y en el montaje final”. A lo que agrega: “Es la historia de cuatro amigos de toda la vida de Zaragoza que sueñan con ser estrellas del rock, y lo consiguen. Sin embargo, en el camino se dejan la amistad. Es una película sobre ellos, y todo lo que los rodeaba. No hay otra forma de abordar este documental que tratando a los cuatro por igual”.

-¿Cómo a un andaluz se le ocurrió dirigir un documental sobre un grupo zaragozano?

-En la Andalucía de los noventa, cuando éramos adolescentes, se llevaba mucho el rock nacional. Grupos como Extremoduro, Reincidentes, Radio Futura, El Último de la Fila, Duncan Duh, y sobre todo Héroes del Silencio. Era muy pequeño para verlos en vivo, pero tuve la ocasión de hacerlo en 2007 (su gira de despedida). Justo dos años después, conocí a Enrique Bunbury en Los Angeles, cuando estudié un máster de cine allá. Le propuse hacer un documental de una gira suya estadounidense, y ése fue el principio de nuestra relación. Recuerdo una sobremesa en 2017 donde le dije que quizás había llegado la hora de hacer el gran documental que no tiene Héroes del Silencio. Le llevé el proyecto al productor, Miguel Ángel Lamata, y a los demás integrantes de la banda, y todo encajó.

-En Netflix se puede ver otro documental tuyo, Camarón: flamenco y revolución (2018), cuya narrativa se apoya en la animación para potenciar el mito del artista.  ¿Recurriste nuevamente a ese recurso?

-Manejé otro lenguaje. Abordo cada película de forma distinta, dependiendo del personaje y la historia que se retrata. No es lo mismo contar la de una leyenda que murió hace 30 años que la de una banda de rock donde sus integrantes están vivos y en buena forma. Por eso Camarón… se abordó desde la fábula, la narración de una voz en off, y sin entrevistas. Mientras que Héroes: Silencio y rock and roll se cuenta en primera persona.

-En todo documental hay una hipótesis para desarrollar. ¿Cuál fue la tuya?

-Cómo es posible que cuatro amigos de Zaragoza sueñen con ser estrellas del rock, lo consigan, se conviertan en la banda más grande del rock en español y que en el momento más alto de su carrera decidan mandarlo todo a la mierda. Ellos tienen la respuesta. O no.

-¿No es un poco exagerado afirmar que fue la banda más grande del rock en español?

-Siempre es difícil comparar a bandas de música entre sí, pero Héroes lo demuestra con datos. No sólo son los que triunfaron en más países, incluso en los de habla no hispana, sino que la actitud que tenían era de auténticas estrellas del rock. Sin complejos, mirando a Europa y a América.

-Hay una teoría que asegura que el rock español arrancó en Zaragoza. ¿Abordás los antecedentes de esa escena?

-Sí se aborda, además del contexto histórico en el que vivían los Héroes en esos '80. Es necesario saber qué había en ese momento para entender la proeza que luego harían.

-Si algo sobró en Héroes fue rock and roll. ¿Qué tuvieron de silenciosos?

-El título es un juego de palabras con el nombre de la banda. Pero también hace referencia a esa contradicción que ellos mismos ya tenían en su propia denominación. En la película, cuando más crece el rock, más silencio hay entre ellos.

-El año pasado fue el 30 aniversario de Senderos de traición, el punto de inflexión en su historia. ¿Es el disco en el que hacés más hincapié o trataste de abordar toda su obra?

-La película realmente no va de su música, va de ellos y de su evolución. Aunque sí es verdad que los discos van saliendo y cada uno tiene su espacio dentro de la historia. El que menos se trata es el de Avalancha, pero porque en ese momento la historia narrativa ya está totalmente metido en ellos mismos.

-Del trailer emociona esa ambición naíf de los inicios, y la tristeza del final, en la que el baterista Pedro Andreu reconoce: “Creo que ha merecido la pena”. ¿Sigue mal su relación?

-No sé cómo es actualmente, pero la relación entre ellos en la época en la que estuvieron activos la explican perfectamente en el documental. El aire melancólico que muestra Pedro en esa frase es uno de los momentos más auténticos de la entrevista.

-Uno de los ganchos en la promoción es “10 años de archivos nunca antes vistos”. ¿Cómo los recopilaste?

-Hay mucho material de fotos, vídeo, y programas de TV. Todo fue comandado por Alejandro Cortés, un buen amigo y profesional cineasta de Zaragoza que hizo un trabajo meticuloso. También Nacho Blasco (el montador) y yo estuvimos muy involucrados en ese proceso. Miguel Ángel Lamata, el productor, tuvo la valentía de darnos libertad para buscar todo tipo de material, sin límites. La joya de la corona la puso el propio Juan Valdivia, aficionado a la cámara de video. Siempre llevaba una en las giras. Y a todo esto hay que sumar las entrevistas hechas para el documental.

-Pero seguramente hubo complicaciones. ¿Cuál fue la mayor?

-Lo más complicado sin duda fue el montaje, poner en orden todo el material. El mayor logro es que exista este documental. Tratándose de Héroes del Silencio, nada es fácil nunca.