Si bien el aumento del 35 por ciento del salario mínimo acordado el martes va en línea con las paritarias que cierran los diferentes gremios, el monto nominal se encuentra desactualizado y ha perdido fuerza como herramienta destinada a mitigar la caída de ingresos de los trabajadores más pobres. "Cuando el piso está tan bajo, empieza a perder función como piso. Para que el salario mínimo recupere su función debería crecer como la inflación y el salario promedio", explica Mariana González, investigadora de Cifra, centro de estudios vinculado a la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA).

De acuerdo a su definición formal, el salario mínimo es el punto de partida del monto que debería percibir cualquier trabajador de más de 18 años por su trabajo y debe asegurarle una "alimentación adecuada, vivienda digna, educación, vestuario, asistencia sanitaria, transporte, recreación y vacaciones". Además de lo que establece la Ley de Contrato de Trabajo, fue una herramienta utilizada por el gobierno de Néstor Kirchner para empujar hacia arriba la dinámica salarial (sobre todo de los salarios más bajos). 

Durante los 90, el salario mínimo se estableció en un monto fijo de 200 pesos, alrededor del 25 por ciento del promedio de los salarios en general, por lo que no servía como referencia para negociar. A partir de 2004, el gobierno de Néstor Kirchner rompió esta lógica y se lo apropió como herramienta para impulsar al alza la negociación salarial. En efecto, en 2004, el salario mínimo pasó a representar entre el 40 y el 45 por ciento del promedio de los salarios cobrados en la economía.

De acuerdo a un informe elaborado por Cifra, durante el gobierno de Mauricio Macri- que significó cuatro años consecutivos de aumentos nominales inferiores a la inflación-, el salario mínimo perdió 25,1 por ciento de su capacidad adquisitiva. Hoy en día, el impacto directo de ese salario sobre los trabajadores registrados es casi nulo, ya que los salarios básicos iniciales de cada convenio se encuentran por encima de este monto, salvo para algunos sectores como las trabajadoras de casas particulares que, de todos modos, cuentan con un estatuto distinto a la Ley de Contrato de Trabajo por lo que el SMVM no sirve como garantía al momento de negociar. 

Un ejemplo directo es el de los docentes, que deben tener un salario 20 por ciento superior al mínimo. De acuerdo a las paritarias, el salario mínimo docente será de 37.000 a partir de septiembre; 5.500 pesos por encima que lo que establece el estatuto en relación al salario mínimo.   

Otro caso en que el salario mínimo podría tener impacto pero no lo tiene es el de las jubilaciones. Por ley, las jubilaciones mínimas no pueden ser inferiores al 82 por ciento del salario mínimo vigente. Luego del aumento de marzo, la jubilación mínima alcanzó los 20.571 pesos; lo cual la encontraría dentro de la regla por lo menos hasta junio, cuando está previsto que las jubilaciones vuelvan a aumentar.

Los que menos tienen

"No es suficiente pero, sin duda, es un avance porque fija una mejora de ingresos para seis millones de personas en la Argentina", declaró el ministro de Desarrollo Social Daniel Arroyo tras conocer la noticia. 

Es que el verdadero impacto de la cifra acordada ayer en el Consejo de Salario Mínimo afecta directamente a algunos Programas Sociales. El más importante es Potenciar Trabajo, del Ministerio de Desarrollo Social: 870 mil personas cobran un 50 por ciento del salario mínimo; con lo cual percibirán los mismo siete incrementos y en febrero de 2022 llegará a 14.580 pesos. 

Asimismo, el programa Acompañar del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, dirigido a mujeres y LGBTI+ en situación de violencia de género consiste de un apoyo económico equivalente al salario mínimo, vital y móvil por seis meses consecutivos, a la vez que se brinda un acompañamiento integral a las personas incluidas en el programa.

Asimismo, el salario mínimo sirve como referencia para algunas cláusulas para ingresar a programas como las becas Progresar, en el que el beneficiario lo cobra si su familia gana menos de tres salarios mínimos. Para los trabajadores informales, el salario mínimo impacta indirectamente, ya que establece un piso de remuneraciones como referencia para ese sector del mercado laboral.