Escenas de otra vida cotidiana es un libro escrito en una época de transición, como el mismo autor lo denomina, en medio de una pandemia mundial que nos obligó al aislamiento, a la conexión digital y al teletrabajo, a su vez que denota las derivas vitales y la transición singular del autor que bascula en un recorrido original entre las ciencias duras y humanas.

El título plantea una doble vertiente. Es otra vida cotidiana la que hemos comenzado a vivir desde el 2020, donde, por la inclusión -o intrusión- de las TICs en nuestra vida, hemos visto cómo el borde entre lo público y lo privado se confunde. Pero también la pandemia ha abierto a un tiempo donde pudimos asomarnos a eso Otro, a esa otra escena que nos habita, a esa otra vida cotidiana, extraña de nosotros mismos, silenciada o aplastada por la velocidad y la urgencia de la vida hasta entonces.

Daniel Krichman es técnico mecánico, especialista en desarrollo digital y redes sociales, capacitador presencial y virtual, en los últimos años vertiginoso estudiante de psicología. Pero es una frase dicha en el comienzo de su libro, lo que lo define: “Yo sé muy poquitas cosas, pero las que sé, están todas conectadas entre sí”. El autor revive la gran noción griega de tejné, de la técnica como el arte bella, y para ello se debe tener ciencia, es decir, oficio. Un oficio que se muestra en la invención que produce de su propio lugar, a veces inclasificable, pero necesario para afrontar la vida actual.

Escenas… recopila artículos de distintos momentos de su intervención en el campo de la tecnología y sus usos, a partir del fatídico 2001. Muestra esa imbricación entre las instituciones y la vida cotidiana, lo novedoso y lo obsoleto que insiste, de la reflexión que es necesaria para que la tecnología pueda ser vista como un recurso y una forma de facilitar las relaciones, los aprendizajes, los trabajos y los días. Por lo dicho, el libro también es un testimonio de vida que va de lo grande a lo pequeño, y viceversa. De las famosas 95 tesis del Cluetrain, a encontrar ese gesto calculado que haga a un “niño problema” de una clase en Traslasierra poder ganarse otro lugar.

En su presentación virtual, Krichman dijo: “Hace muchos años descubrí que la tecnología, en términos culturales, no es lo que los fabricantes dicen, sino lo que la gente hace con ellas. Los usos, incorrectos, fallidos, parciales, son los que configuran esto que llamamos cultura de uso. Las faltas, las deficiencias, las discapacidades con que configuramos esa cultura no se arreglan, aprendiendo a hacer todo lo que no sabemos, como quiere el sistema en el que vivimos en esta parte del mundo, sino construyendo redes solidarias de pensamiento que las neutralicen, o como lo dice Pierre Levy, inteligencia colectiva.” También dijo que "si se quiere hacer las cosas bien, hay que hacerlas uno mismo. De abajo hacia arriba, de la comunidad a los gobiernos.” 

Consecuente a esta afirmación, Escenas es el mascarón de proa, el primer producto que funda su propia editorial, Orilla del camino, basada en la lógica del don, del conectar, de armar redes y colaboraciones entre personas. Daniel comenta: “Queremos ir por otro camino editorial e impulsar una manera distinta de editar y difundir el material de aquellos que quieren publicar o han publicado pequeñísimas tiradas y por esa razón no alcanzan a ingresar en los circuitos de distribución del mercado. (Por ejemplo, eliminar la intermediación) Para hacerlo, proponemos formas solidarias, cooperativas, sociales, que sean capaces de generar sinergias y mecanismos que conecten el esfuerzo con el resultado.”

El saber nodal que organiza todo el texto es comprender que la “la tecnología se desarrolla mucho más rápido que la cultura. Pero la cultura no puede desarrollarse sin poner en crisis el sistema que lo contiene.”

Es decir, que el progreso de la tecnología no es el progreso de la humanidad. Ya lo dijo Freud en El malestar en la cultura. El autor sabe que la tecnología no es nada en sí misma, pero debemos ocuparnos de ella para que no sea nuestro fastidio, nuestro amo, nuestra carcelera, nuestro somnífero. El segundo tramo del libro, presentado por el apartado “Cierto malestar en la lectura”, abre al interés por otras voces, lo que lo interroga es saber cómo otros y otras "le entran al texto, a la lectura". Reconoce que es un movimiento activo y singular, pero que no es sin otres.

 

Escenas es un libro profundamente político, Krichman nos ha explicado las distintas formas de "entrarle" a la tecnología, porque no hay tecnología sin conflicto, sin malestar, pero tampoco sin trabajo, sin amor, sin solidaridad, sin hallazgo.