De la noche a la mañana             7 puntos

Argentina/Chile/España, 2019.

Dirección: Manuel Ferrari.

Guion: Manuel Ferrari, Gabriel Medina y Rodrigo Muñoz Gálvez.

Duración: 88 minutos.

Intérpretes: Esteban Menis, Manuela Martelli y Alejandro Goic.

Estreno en Amazon Prime Video, a partir del sábado 22 de mayo.

De la noche a la mañana, segundo largometraje de Manuel Ferrari, se exhibió por primera vez en la Argentina en la Competencia Nacional del Festival de Mar del Plata de un lejano 2019. Pocos lugares más indicados para su estreno, pues su protagonista es como un mar de superficie calma pero en cuyas profundidades, sin embargo, se desarrolla un complejo ecosistema de ideas y sentimientos inescrutables. ¿Qué hay detrás de la pasividad innegociable de Ignacio Roma (Esteban Menis)? El muchacho empieza a orillar la barrera de los 40, es arquitecto y docente universitario y tiene muchísimas dificultades para decir que no. La amabilidad es su carta de presentación, tanto como para disculparse con un vendedor telefónico por tener que cortarle. Después de una clase se acercan a él dos alumnas chilenas que le recuerdan el envío de un mail que, obviamente, desconoce y en el que lo invitaban a dar una serie de charlas en la Universidad de Valparaíso. Esa misma noche, la noticia del viaje queda eclipsada por el embarazo de su novia.

Ignacio reacciona como ante todo: se queda quieto, agacha la cabeza, no manifiesta emoción alguna, balbucea un “ah, bueno” y algunas frases de rigor que ella espera que diga. El viaje, entonces, asoma como una posibilidad de escape para digerir la noticia. Nunca termina de quedar claro si es para él ese futuro posible como padre es bueno o no. Sí que Ignacio es inseguro y parece vivir en un estado de desajuste constante, como si fuera el primo de un personaje de Daniel Hendler de principios de la década pasada.

Una filiación que la presencia como coguionista de Gabriel Medina –director de Los paranoicos, justamente con el uruguayo como protagonista– no hace más que justificar. De la noche a la mañana es una coproducción entre Argentina, Chile y España, pero podría ser una película íntegramente uruguaya. Del cine asociado al otro lado del Río de la Plata toma la cadencia suave, la ausencia de volantazos narrativos abruptos, una atmósfera nostálgica y una comicidad asordinada, casi deadpan y sutilmente amarga, motorizada principalmente por la neurosis del personaje de Menis.

El camino lo lleva hasta Chile. Como si con que le pierdan la valija no fuera suficiente, nadie lo busca en el aeropuerto, nadie le dice dónde ir, nadie sabe dónde están ni quiénes son las chicas que lo invitaron, ni mucho menos de qué se trata la conferencia que la ponencia de Ignacio supuestamente debe abrir. Tampoco ayuda que su viaje coincida con una huelga en la facultad de Valparaíso que paraliza las actividades académicas, situación que adquiere una involuntaria resignificación a la luz de las elecciones constituyentes del último fin de semana. Así que no tendrá otra opción que vagar sin rumbo por la ciudad, un recorrido con partes iguales de sorpresa –hay una fascinación evidente de él con la arquitectura de la ciudad– y miedo ante lo desconocido.

La docente que -más por piedad que por otra cosa- decide ayudarlo es el primer contacto con varios personajes que contribuyen al combo asombro + miedo. El otro relevante es un arquitecto millonario que le hace una oferta laboral en dólares que deja a Ignacio boquiabierto, aún más sorprendido que hasta entonces. Entre charlas casuales con un grupo de jóvenes en un hotel, caminatas por las calles, alguna que otra fiesta y una creciente paranoia con temblores que parece percibir solo él, la película de Manuel Ferrari propone una deriva narrativa similar a los recorridos aleatorios de su protagonista, para mostrar sin estridencias ni subrayados un largo proceso de una aceptación propia.