Los debates sobre la necesidad de que la escuela pública sea laica se remontan a fines del Siglo XIX... Sin embargo, sabemos que el proceso de separación entre el estado y las iglesias (y sobre todo la Iglesia Católica) en algunas provincias tuvo avances y retrocesos. Y diría que nunca en nuestro país estuvo completo en su totalidad. Hay escuelas de gestión pública en diferentes provincias donde existen símbolos religiosos, a veces se convoca a curas para bendecir edificios, o inclusive, se ofrecen espacios y tiempos para la enseñanza religiosa. Se trata de prácticas inaceptables desde el punto de vista de las leyes que regulan a la educación; no obstante, estaban en proceso de reducirse a una mínima expresión.

Lo preocupante es que el actual ministro de Educación y Deportes de la Nación, Esteban Bullrich, convalide el pedido de un sector particular (un sacerdote católico, como en este caso) expresando la intención de retroceder en el proceso de laicidad. Es preocupante también que contribuya a una mirada sesgada según la cual sólo se promueve un comportamiento ético si se enseña una religión: todos los desarrollos en el campo de la Formación Ética y Ciudadana escolar lo contradicen.

Lo más alarmante sin embargo es que en mayo de 2015, entrevistado en La Nación, y en campaña, el ministro dijo: “Considero que está bien que la educación estatal sea laica. Yo quiero que mis hijos tengan una educación religiosa. Por tomar esta decisión, no creo que haya que decir que mi visión va a ser cerrada”. En un gobierno que tiene como modalidad negar en sus políticas lo que sostuvo en su campaña, no podemos menos que convocarnos a expresar, desde todos los colectivos que integremos, nuestro más enérgico rechazo. Seguimos exigiendo la paritaria nacional, salarios dignos y un ámbito donde las políticas educativas se discutan con seriedad.

* Graciela Morgade es decana de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA).