El interrogante “Who made your clothes” (“ Quién hizo tu ropa”) replicado a modo de hashtag  y acompañado de primeros planos de las etiquetas en los interiores de infinitas prendas, fotografías que muestran talleres de costura, se desliza como indicador y gesto político del “Fashion Revolution Day”; tal es la consigna del movimiento global cuya militancia virtual para interpelar a las marcas tomó su denominación luego de la  tragedia textil acontecida el 24 de abril de 2013 en Bangladesh y en el edificio Rana Plaza. El derrumbe del edificio de ocho pisos que cobijaba innumerables talleres de confección para la industria del fast fashion y por sobre todas las cosas, la muerte de 1.134 trabajadoras y miles de heridos devino en disparador y emblema de la militancia alrededor de la moda. La cadena virtual se repite como mantra cada 24 de abril desde que las diseñadoras radicadas en Londres, Carry Somers y Orsola de Castro (la primera es fundadora de Pachacuti, una marca que comercializa sombreros de estilo Panamá realizados en Ecuador por un colectivo de artesanas, mientras que De Castro ideó From somewhere, una línea de vestidos hechos con reciclaje), decidieron  manifestarse para reclamar a las marcas, y en 2017 la acción se extenderá hasta el 30 de abril. 

Desde el sitio oficial de la organización que suma seguidores y participantes de todo el mundo, Sommers –quien parece tener más popularidad en las redes (un gesto nada menor para quienes eligen semejante plataformas para sus labores)–, dio cuenta de las heterogéneas actividades que se realizaron en conmemoración de la fatalidad pero también en el contexto de un movimiento que brega por la visibilidad de los trabajadores implícitos en la cadena de producción de las ropas. Mientras que en Madrid se convocó a trazar un “mapamundi de la moda”, donde cada participante debió señalar en un planisferio el país de origen de las prendas que llevaba puestas, en California se hizo la  avant première del documental “Hecho en Cambodia” dirigido por Asad Faruqui, y que refleja el itinerario de tres estudiantes de moda de la Escuela de Diseño Parsons durante un viaje a Cambodia, para conocer y registrar las jornadas laborales y el día a día de los trabajadores en los talleres de Asia. Las charlas-debate y las conferencias acontecieron en  Inglaterra, en Finlandia, en Italia, entre muchos otros países europeos. En otros escenarios se proyectó el documental True Cost, referido a la cadena de valores en la producción. Mientras que en Perú tomó forma de “conversatorio” y reunió a diseñadores de moda y marcas que divulgaron la cadena de suministros implícitas en sus creaciones, en Chile accionaron los diseñadores del colectivo de reciclaje 12-na encabezado por diseñadores argentinos, y en Buenos Aires se convocó  como lugar de mitín al Camarín de las Musas. Allí, el sábado 29 habrá un taller de parches y una feria de intercambio de prendas cuyos remanentes serán donados a la Fundación Sí. Entrevistada por el sitio Fashion United, Carry Sommers (quien predica un estilo que conjuga prendas vintage con otras actuales pero de diseñadores del  circuito indie) sentenció: “Considero que la  industria mundial de la moda es opaca, explotadora y perjudicial para el medio ambiente y necesita desesperadamente un cambio revolucionario. El sistema en el que opera la industria textil, con una cadena de suministro tan compleja, ha hecho que se vuelva incontrolable y casi nadie tenga una idea clara de cómo funciona todo, desde la fibra hasta el producto final, el uso y la eliminación. Nuestro objetivo es conseguir ver un número cada vez mayor de marcas que hagan que sus cadenas de suministro sean más transparentes”. Y agregó que las acciones de la asociación se extienden a un fanzine con 72 páginas referidas a la poesía, la ilustración, fotografía, diseño gráfico y editorial y artículos que supuestamente indagan en  las historias ocultas detrás de la  producción de ropa y también la aparición de  una segunda edición de Fashion Transparency Index, que clasifica a 100 marcas y minoristas de  América del Norte, Europa, América del Sur y Asia según sus códigos éticos y estéticos.

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