Los sirios votaron este miércoles para elegir presidente en unos comicios en los que Bashar al Assad tiene virtualmente asegurado su cuarto mandato consecutivo y en medio de un país destrozado por una década de guerra. Frente a al Assad sólo pudieron presentarse dos candidatos: el exministro y parlamentario Abdallah Sallum Abdallah y un miembro de la oposición tolerado por el gobierno, Mahmoud Marei. Los resultados de las elecciones se conocerán el viernes.

Se trata de las segundas presidenciales desde que en 2011 empezó una guerra en la que participan numerosos beligerantes y potencias extranjeras. Iniciado con la represión de protestas prodemocráticas, el conflicto se agravó con la aparición de una insurgencia yihadista y luego con la participación directa de Rusia, Estados Unidos, Turquía, Irán y el grupo libanés Hezbollah. Se estima que más de 388 mil personas murieron mientras que millones tuvieron que abandonar sus hogares, muchas de ellas para irse del país.

Bashar al Assad depositó su voto en la simbólica localidad de Duma, exfeudo rebelde en las afueras de la capital retomado por las fuerzas gubernamentales en 2018. Desde allí defendió la legitimidad de los comicios. "Esta es la respuesta popular, es una afirmación de que el ciudadano sirio es libre. La decisión del ciudadano está en manos del pueblo, no en manos de ninguna otra entidad", aseguró al Assad en declaraciones difundidas por la presidencia siria.

El mandatario, que ha llevado a cabo su campaña bajo el lema "Esperanza a través del trabajo", defendió que la celebración de estas elecciones demuestra que en el país existe la democracia, a pesar de la campaña de represión contra opositores y la eliminación de candidaturas de las principales figuras políticas del país. El país cuenta con un sistema de filtros que ha provocado que sólo tres de las 51 candidaturas presentadas hayan sido aceptadas. Entre las candidaturas eliminadas figuran las de siete mujeres, por lo que Siria seguirá sin contar con candidatas a la presidencia.

Entre los obstáculos del sistema electoral sirio figura uno sobre apoyos en el Parlamento, controlado por el partido Baaz de al Assad, así como la exigencia de haber vivido en el país durante la última década, marcada por la guerra, lo que elimina a todos los opositores que se encuentran en el exilio tras huir del conflicto y la represión.

Al Assad aprobó recientemente una amnistía para cerca de 400 funcionarios, periodistas y abogados detenidos en el marco de una campaña contra la libertad de expresión en redes sociales, aunque decenas de personas siguen encarceladas o han sido dadas por desaparecidas en la red de prisiones del país. Además, las elecciones no se celebran en las zonas que no están bajo control del Ejército, principalmente la provincia de Idlib, en manos de una serie de grupos rebeldes, y el nordeste de Siria, bajo control de la administración autónoma kurda.

Los medios estatales mostraron filas de votantes movilizados en diferentes regiones, con significativas medidas de seguridad, sobre todo en Damasco y en las principales rutas del país. En la universidad damasquina, los estudiantes que acudieron a votar corearon las tradicionales consignas favorables a al Assad: "Por nuestra alma, por nuestra sangre, nos sacrificamos por ti, Bashar".

"Vine a votar al presidente Bashar al Assad. Es el único hombre que se ha mantenido firme durante 10 años de guerra", dijo Kinan al Khatib, un estudiante de 26 años. "La verdad, no conozco a los otros candidatos, respeto sus candidaturas pero mi voto va para el presidente", agregó. Desde hace varias semanas, las fotos del presidente de 55 años son visibles en todas partes del país, aunque en el mismo lapso de tiempo no realizó actos electorales ni dio entrevistas a la prensa.

Pocas horas antes de la apertura de los comicios los ministerios de Relaciones Exteriores de Estados Unidos, el Reino Unido, Alemania, Francia e Italia habían tachado la cita electoral de "fraudulenta" e "ilegítima" en un comunicado conjunto, al considerar que estas elecciones no son "ni libres ni justas". "El fracaso a la hora de poner en marcha una nueva Constitución es una prueba de que las llamadas elecciones serán una farsa", sostuvo la representante permanente de Estados Unidos en la ONU, Linda Thomas-Greenfield.

Buena parte de la comunidad internacional, incluyendo a Naciones Unidas, rechaza los comicios porque no forman parte del proceso de paz para una solución política en Siria auspiciado por la ONU desde 2015. Pero al depositar su voto en Damasco, al Assad afirmó que las críticas occidentales a las elecciones "no tienen ningún valor".

En una Siria polarizada por la guerra, las regiones autónomas kurdas del nordeste del país van a ignorar los comicios, al igual que el último bastión yihadista y rebelde de Idlib, donde viven unos tres millones de personas. En una plaza de la capital de esa ciudad se concentraron cientos de manifestantes para expresar su rechazo a los comicios y al gobierno de al Assad con banderas de la denominada Siria Libre y pancartas con mensajes como "El pueblo quiere derrocar al régimen" o "No hay legitimidad para al Assad".

También se registraron protestas en algunas áreas rurales de la vecina provincia de Alepo que están en manos de la oposición. En Jidires, en el norte de Alepo, decenas de personas protagonizaron una sentada que contó con la participación de una delegación de la Coalición Nacional Siria, la principal alianza opositora en el exilio. La formación calificó en un comunicado a los comicios de "mentira" y aseguró que la "revolución continúa" más de diez años después de las primeras protestas contra al Assad que degeneraron en un violento conflicto.

Para su nuevo mandato de siete años, en un país con la economía destrozada y su infraestructura en ruinas, al Assad se presentó como el hombre de la reconstrucción luego de haber encadenado batallas militares con el apoyo de Rusia e Irán, sus aliados. Propulsado al poder en el año 2000, el oftalmólogo de 55 años reemplazó a su padre Hafez, fallecido tras permanecer 30 años en el poder con mano de hierro.