“El kirchnerismo ganará las elecciones de 2021 y 2023." Esa frase no fue pronunciada por un dirigente de La Cámpora sino por el presidente del Banco Central en el gobierno de Mauricio Macri, Federico Sturzenegger

La resignada afirmación de quien integrara los equipos de Domingo Cavallo cuando se concretó el Megacanje (operación que incrementó en forma desproporcionada la deuda a fines de la convertibilidad), parte de un curioso análisis. “Mi impresión es que a medida que la sociedad se empobrece y se deseduca, de la mano del estancamiento económico, la inflación y la militancia antieducación que abrazó este Gobierno, el votante mediano se moverá hacia el grupo de los que creen que el rol del Estado es más importante”, señaló. 

Luego continuó con otros prejuicios clasistas: "El proceso de deterioro actual de la Argentina, más que convencernos de que un cambio es necesario, creo que nos va a consolidar en nuestra versión conservadora, de statu quo, nos va a reafirmar en la convicción de que cualquier cambio debe ser evitado a toda costa. Creo que el peronismo representa ese statu quo hoy, y lo seguirá haciendo en la oferta electoral de 2023. La revolución quedará para otro momento”.

Es interesante que Sturzenegger no mencione como punto a favor del peronismo el fiasco que resultó la gestión de que formó parte. Una inflación que pasó del 24 al 54 por ciento, un irresponsable endeudamiento que derivó en el cierre de los mercados de crédito y un inviable préstamo del FMI, caída del Producto Interno Bruto de 4 puntos porcentuales, llevar el desempleo a los dos dígitos, y aumentar en 10 puntos porcentuales la población bajo la línea de pobreza son tal vez elementos más firmes para explicar las debilidades políticas de la actual oposición que el “conservadurismo” y la tendencia “estatista” de la población.

Sturzenegger continúa una larga tradición de la dirigencia liberal local que responsabiliza al pueblo del fracaso de los intentos de aplicar recetas importadas. En lugar de aprender de ellos y reelaborar su ideología, se afirma en sus creencias y reniega de la ingratitud del pueblo al que martirizó con su aplicación. 

¿Revisar la tesis monetarista ante el fracaso de sus metas de inflación? ¿Modificar la fe en mercados financieros y cambiarios desregulados luego del boom de endeudamiento, fuga y devaluación? Parece un esfuerzo demasiado grande para el ego de un intelectual colonizado por los centros académicos del poder global.

Una observación a la calificación del peronismo como “conservador” y de Cambiemos como “revolucionario”. No sólo por lo delirante sino, esencialmente, por tener una línea de continuidad con los tradicionales golpes de Estado que en el siglo pasado voltearon a los gobiernos populares autocalificándose como “revolución”. Esos golpes eran acompañados por civiles que en lugar de entender el mensaje de la población en las urnas, lo atribuía a su baja inteligencia y tendencias populistas, justificando así la aplicación del “iluminado” programa liberal por la fuerza.

@AndresAsiain