Hace tres años, en mayo de 2018, Mauricio Macri anunciaba la atadura de pies y manos que todavía hoy tiene en vilo a la economía argentina: el regreso al Fondo Monetario Internacional. Tras quince años sin deberle nada, Argentina se convirtió, gracias a la gestión Cambiemos, en el principal deudor del organismo. Lleva el podio por lejos con los 45.000 millones del préstamo Stand By hoy suspendido y que el gobierno busca reemplazar con uno nuevo. Los países que siguen en la lista no deben ni siquiera la mitad: Egipto (17.000 millones), Ucrania (11.000), Pakistán (7.800).

Según sus propias definiciones, el Fondo Monetario Internacional (FMI) “es una organización de 190 países que trabaja para fomentar la cooperación monetaria global, asegurar la estabilidad financiera, facilitar el comercio internacional, promover un alto nivel de empleo y un crecimiento económico sostenible y reducir la pobreza en todo el mundo”.

Durante la vigencia del acuerdo, el organismo “fiscalizó” las cuentas argentinas y avaló cada uno de los desembolsos del préstamo. Aún mientras aumentaban la pobreza y el desempleo. Aún cuando las brechas de desigualdad de género se ampliaban, a pesar del discurso de la entonces presidenta Christine Lagarde, a favor de la equidad.

En esta nota nos enfocaremos especialmente en cada una de las promesas que el gobierno de Mauricio Macri hizo al Fondo Monetario Internacional con la pretensión de atender la agenda de equidad de género, compromisos que no cumplió y que el organismo decidió ignorar.

El amor es ciego (o se hace)

Ahora que gracias a la cadena CNN en español sabemos que al ex presidente Macri le gusta escribir cartas de amor a su esposa, quizás podamos inferir que también haya participado de la redacción de la carta de intención dirigida a Christine Lagarde para solicitar el préstamo, aunque haya estado firmada por Nicolás Dujovne (ex Ministro de Hacienda) y Luis Caputo (ex presidente del BCRA).

En la carta que formalizaba el pedido del crédito, los ex funcionarios destacaban que “el programa está diseñado para aprovechar mejor el potencial macroeconómico de la plena participación de la mujer en la fuerza laboral y en la economía productiva; estas ganancias se consideran grandes". Lo hacían adoptando el lenguaje de los documentos en los que el FMI aborda la perspectiva de género y en los que suele hacer hincapié en dos cuestiones: la participación de mujeres en ámbitos de poder (resumida en la remanida metáfora de “romper el techo de cristal”) y la necesidad de que más mujeres participen del mercado de trabajo.

En la carta mencionaban las siguientes medidas para avanzar en la reducción de brechas de desigualdad:

Trabajar para reformar el sistema tributario actual a fin de reducir los desincentivos para que las mujeres participen en la fuerza laboral.

● Continuar implementando proyectos e iniciativas sobre acciones para promover la igualdad salarial, un sistema más equitativo de licencia por paternidad y maternidad (ambos en nuestra Propuesta de Ley de Equidad de Género, presentada al Congreso).

● Continuar construyendo infraestructura para el cuidado infantil y la educación infantil.

● Continuar trabajando para combatir la violencia de género y doméstica y brindar redes de apoyo a las víctimas de dicha violencia.

La carta de buenas intenciones surtió efecto. Le siguió el otorgamiento del crédito y un intercambio epistolar de cuatro revisiones en la que el Comité Ejecutivo aprobó, entre octubre de 2018 y julio de 2019, desembolsos por 29.500 millones de dólares.

En septiembre de 2018, en una conferencia en inglés, Macri proponía que los argentinos “se enamoraran de Christine” en una especie de "relájate y goza" más que olvidable.

Teléfono, Kristalina

Hace pocos días, Christine y Kristalina compartieron una conferencia. Christine llamó a Kristalina “colleague, friend and sister” (colega, amiga y hermana). Si bien las revisiones se aprobaron durante el mandato de Christine, sería insólito que Kristalina no esté al tanto de que, una por una, ninguna de esas promesas se cumplió.

Por empezar, efectivamente se produjo un aumento en la cantidad total de mujeres que conforman la población económicamente activa (“que participan en la fuerza laboral”). Sin embargo, cabe destacar que, sobre todo en el año 2019, prácticamente la totalidad de las mujeres se incorporaron en tanto desocupadas.

A la luz de los hechos, la “Ley de equidad de género” presentada en el Congreso en marzo de 2018, apenas dos meses antes de que se solicitara el préstamo, fue una manera de mostrar cercanía con las sugerencias del FMI en materia de equidad de género. La ley no fue tratada, las licencias no se modificaron y la distribución del ingreso empeoró. Al mismo tiempo que presentaban el proyecto de ley, Argentina retrocedía por primera vez en diez años en el “Índice Global de Brecha de Género” publicado por el Foro Económico Mundial.

A su vez, la construcción de infraestructura para el cuidado infantil se dio en el marco de un recorte generalizado en el sistema público educativo. El programa “Fortalecimiento edilicio de jardines” se creó durante el 2016. En el segundo año se le asignó un presupuesto tres veces mayor, pero se ejecutó apenas un 33 por ciento. En 2018 volvió a repetirse ese mismo desempeño. Se presupuestaron $6.063 millones y se ejecutaron apenas $2.087. Al mismo tiempo, un programa de mayor envergadura como es "Infraestructura y equipamiento" sufrió recortes año a año. Entre 2016 y 2019, el monto ejecutado se redujo un 44 por ciento en términos reales.

Entre las noticias que llegan de las reuniones del ministro Guzmán y el presidente Alberto Fernández en Europa en búsqueda de mejores condiciones para un nuevo acuerdo, nada se dijo sobre las responsabilidades (y por ende las consecuencias) que cabrían al FMI por el aumento de la desocupación, la pobreza y la desigualdad de género que provocaron las políticas avaladas por el organismo ni de las omisiones que sucedieron durante las revisiones, tal como marcaron en dos oportunidades los senadores del Frente de Todos en las cartas dirigidas a la Oficina de Evaluación independiente del Fondo Monetario Internacional en noviembre del 2020 y febrero del 2021.

Y al Fondo ¿quién lo revisa?

Poco se sabe de cómo será el nuevo acuerdo que las autoridades argentinas estén dispuestas a firmar con el FMI. Antes de caer en el escepticismo de que nada puede cambiar, cabe recordar que el organismo se creó en un contexto de reformulación de las economías capitalistas después de la segunda guerra mundial.

Hoy, Estados Unidos detenta la mayoría gracias a la fórmula que se utilizó para repartir el capital del organismo según los índices al momento de su creación (producto bruto, producto bruto interno, exportaciones, etc). Si esa participación volviera a calcularse, China duplicaría su capital y Estados Unidos perdería su poder de veto.

A pesar de los discursos de las mujeres a cargo del organismo, no parece sensato esperar que los cambios en el organismo sucedan desde su interior y no a fuerza de la unión de las voluntades de quienes sufren sus políticas. Esta semana, en el blog del FMI, anunciaron que harían cambios en “el examen periódico de las economías de los países miembros, conocido como las consultas del Artículo IV”.

¿Será que ahora medirán el impacto en la desigualdad, la pobreza, las brechas de género? No.
“En el futuro, a fin de cumplir mejor nuestro mandato de supervisión integraremos de manera sistemática temas que tienen un importante impacto macroeconómico, como el cambio climático y la tecnología digital”.