Juan Bautista Alberdi fue el creador de las Bases, ese conocido texto fundacional donde escribió la ya trillada consigna “gobernar es poblar”, pensando en la inmigración europea, que traería civilización, buenas formas y modales a estas pampas repletas de indios. Alberdi fue también uno de los integrantes de la llamada Generación del 37, donde revistaban Esteban Echeverría y Juan María Gutiérrez, cultores del romanticismo en el Río de la Plata. Y Alberdi fue un liberal. Y fue antirrosista. Como Sarmiento, como Mitre, como los liberales argentinos del siglo XIX. Pero, a diferencia de ellos, tuvo un sentido de lo nacional que quienes escribieron la historia pasaron por alto. Caras y Caretas dedica su nuevo número, que estará mañana en los kioscos opcional con      PáginaI12, al otro Alberdi, el que los liberales quisieron ocultar.

María Seoane señala que, hoy como ayer, existe “un larvado enfrentamiento civil que da cuenta de una grieta no saldada entre dos modelos de país”, y agrega: “Si hubo una expresión explícita de esa batalla por las ideas sobre qué país construir del magma de las revoluciones anticoloniales fue la polémica que sostuvieron en el siglo XIX Alberdi y Sarmiento” que “compartieron la lucha unitaria de la ‘civilización’ e ilustración liberal contra el despotismo ‘bárbaro’ y federal de los caudillos hasta 1852, cuando Urquiza derrotó a Rosas, pero sus caminos se separaron antes de la construcción del nuevo país que emergió después de la batalla de Pavón en 1860. Sarmiento y Alberdi tenían ideas distintas sobre quién representaba la barbarie en la nueva nación”.

Desde la nota de tapa, Felipe Pigna reconstruye la extensa biografía de Alberdi y recuerda, por ejemplo, su enfrentamiento con Mitre: “Al producirse la Guerra del Paraguay, propiciada y conducida por Mitre con el apoyo del capital inglés, Alberdi, como José Hernández y Guido Spano, apoyó decididamente la causa paraguaya, acusando a Mitre de llevar adelante una ‘Guerra de la Triple Infamia’ contra un pueblo progresista y moderno”. También refiere un encuentro que tuvo en París con José de San Martín en 1843, siete años antes de que el padre de la Patria muriera. Araceli Bellotta traza un panorama acerca del escenario político de la Argentina previa a la Constitución de 1853. Hace hincapié en el hecho de que, producida la Revolución de Mayo, la pretensión de Buenos Aires de manejar a las provincias hizo fracasar cualquier intento de establecer una carta magna y, en definitiva, el armado de una nación.

Hugo Chumbita señala que “la corriente liberal en la Argentina se puede caracterizar como una continuidad del partido unitario, adecuada a las circunstancias de la segunda mitad del siglo XIX”. Y agrega que “lo paradojal es que ese liberalismo, circunscripto a la economía y la cultura, se manifestó en el plano sociopolítico como autoritario y antipopular”. Y este fue justamente el elemento que alejó a Alberdi de sus antiguos camaradas.

Respecto de la versión escolar de Alberdi, Rafael Gagliano explica que “si bien el gobierno de Roca y su ministro Wilde habían comprometido y cumplido con la edición de las obras de Alberdi, la oposición manifiesta de Bartolomé Mitre y sus editoriales del diario La Nación eclipsaron y ocultaron la lectura de Alberdi para las nuevas generaciones docentes. El proceso no fue de censura total sino de recortes y expurgaciones sutiles de sus escritos más significativos de orden político, cultural, económico y educativo. Manuales, libros de lectura y publicaciones periódicas reflejan ese borramiento de los otros conceptos alberdianos que la escuela pública no incorporó en su acervo de transmisión cultural”.

Horacio González escribe sobre el debate que sostuvieron Alberdi y Sarmiento en torno del proyecto de país que cada uno idealizaba. Y Ricardo Ragendorfer cuenta una versión posible sobre la misteriosa muerte del general Lavalle, de quien Alberdi había sido secretario.

Emiliano Guido reconstruye las fuentes de inspiración de la Constitución Nacional, a su vez basada en el texto fundamental que Alberdi publicó en 1852. Y el ex juez de la Corte Suprema Raúl Zaffaroni, entrevistado por Luciana Bertoia, analiza la historia de nuestra Carta Magna, señala que fue deformada por el patriciado oligárquico y sostiene que hoy está “prácticamente derogada”.