La menstruación es un hecho que acontece en el cuerpo de la mitad de la población, por eso, hablar de menstruación es hablar de lo que pasa más allá de ese líquido azul que intentó imponer la publicidad, y decidir cómo gestionarla es un derecho de muchas personas que durante mucho tiempo estuvo invisibilizado. De hecho, sigue siendo un tabú generar conversaciones sobre este tema que, entre otras cosas, impacta en los ingresos porque los productos son caros, es motivo de ausentismo escolar y hay poca información sobre otros dispositivos. El viernes 28 de mayo fue el Día Internacional por la Salud de las Mujeres y el Día Mundial de la Higiene Menstrual. En ese marco, desde la Secretaría de Mujeres y Diversidades del municipio de Quilmes tuvo lugar un taller virtual para hablar de políticas públicas relacionadas con la gestión menstrual.

Quilmes es el primer municipio de la provincia de Buenos Aires en llevar adelante un plan de estas características, a través del cual se brindan talleres territoriales y se entregan copas menstruales en distintos barrios de la ciudad. Desde hace un año, vienen trabajando en esta iniciativa, promoviendo el acceso a la información a personas menstruantes para que puedan elegir cómo gestionar la menstruación de manera sustentable, sana y económica. “La entrega de copas se realiza en el marco de talleres de gestión menstrual, donde nos reunimos con vecinas de distintos barrios para conversar sobre salud menstrual y conocer la utilización de la copita como alternativa saludable, económica y sustentable. Priorizamos los barrios más vulnerables con el objetivo de resolver el impacto económico que conllevan los elementos de gestión menstrual tradicionales, cuenta Sofía Tomé, secretaria de Mujeres y Diversidades, quien, junto a la intendenta Mayra Mendoza y a la concejala Eva Mieri, saludaron a más de treinta y cinco multiplicadoras territoriales de género que participaron del encuentro.

Junto con la pandemia aparecieron desafíos y dificultades a las que hubo que enfrentarse en términos sanitarios. La menstruación también fue una de ellas. En Argentina, el 23 por ciento de las mujeres entre 14 y 29 años está desocupada y el acceso a productos de gestión menstrual se convierte en un factor de desigualdad. Sofía abrió el dialogo contando que el Plan ya tiene un año y que en estos meses de pandemia hubo que tomar rumbos y acciones públicas diferentes. “El impacto económico que generó la pandemia tuvo que ver primero con garantizar el alimento, pero también puso la lupa en otras cuestiones: mujeres aisladas en situaciones económicas vulnerables por haber perdido sus trabajos y que además tenían que resolver la cuestión menstrual.”

En nuestro país, una persona gasta entre 3200 y 4000 pesos por año en tampones y toallitas descartables. Con esa mirada, el municipio impulsó la compra de copas para pensar la gestión menstrual como política pública, buscar alternativas a las toallitas y dar a conocer los beneficios que poseen otros dispositivos ecosustentables. Las multiplicadoras de género tienen su militancia en los barrios, recorren comedores y merenderos, ven lo que les sucede a las mujeres y las acompañan en diversas situaciones. “La decisión es de acercar brechas y crecer en derechos”, subrayó Sofía.

Eva Mieri agrega: “Esta fecha es simbólica. Se celebra el día internacional de acceso a la salud de las mujeres y a la higiene menstrual, pero todavía se habla de este tema en voz baja. Queremos terminar con esto. Quilmes es uno de los primeros municipios del país que contempla este tema como política pública. Se sigue pensando que es un gasto innecesario y no se lo piensa como una garantía de piso de igualdad”.

Las participantes compartieron información: los cuerpos que menstrúan lo hacen una vez al mes durante 40 años, entre 400 y 500 veces en la vida: unos 2500 días promedio. En el 58.3 por ciento de los hogares argentinos hay al menos un cuerpo menstruante de entre 13 y 50 años. Una persona utiliza un promedio de 11.000 toallitas o tampones en su vida. Esto significa un consumo excesivo de productos para la gestión menstrual y supone un costo adicional y prolongado que agudiza la brecha intergénero. El uso de toallitas y tampones tiene consecuencias en la salud por la exposición química a largo plazo por vía vaginal. El 63 por ciento de los cuerpos menstruantes tiene problemas causados por toallitas de mala calidad. La materia prima que se extrae para la fabricación de estos productos produce un impacto ambiental grave, y cada toallita o tampón que usamos tarda en degradarse unos 500 años.

María José tiene 40 años y vive en Quilmes Oeste. Atravesó situaciones de violencia y hoy se junta con otras compañeras y profesionales para tejer lazos de solidaridad y fortalecerse mutuamente. Cuenta que en diciembre participó de un taller en el que recibió la copita. “Me resulta cómoda y puedo estar varias horas tranquila. Hago un ahorro de plata porque duran entre cinco y diez años y ya no tengo que comprar toallitas. Espero que muchas se animen a usarla”. Florencia, también de Quilmes Oeste, hizo referencia al tabú de la menstruación y a la timidez que existe para hablar del tema porque se lo relaciona con el asco. “A veces no tenemos la plata para comprar toallitas y con la copa te olvidás, es algo que se debería promover en todos lados.”