En el número 14 de la rue des Filles du Calvaire, en París, una pituca librería -la Yvon Lambert- despliega libros y libros de fotografía, diseño, arquitectura, arte; además de una curiosa selección que, al abrirse, carece de páginas, arrancadas para dar espacio a un solito cuadrado de tela, con bordes reforzados, que tiene por meta lo habitual: limpiar narices, enjuagar lágrimas… “Libros encontrados en la calle, cuyos títulos parecen llorar el abandono en el espacio urbano, se convierten en caja de pañuelos”, es la sucinta descripción de los Tissue Books, cuyo mentado pañuelito -de ningún modo descartable- incluye una única frase recuperada de las hojas quitadas, último vestigio que ha sido mononamente bordado en su superficie de algodón. “Piezas únicas y artesanales”, llama la librería a este adminículo cuidadosamente creado por la joven artista Inès Mélia, que interviene también las tapas de los tomos, emperifollándolas con, por caso, semillas. Vale decir que, nacida en Châteauneuf-du-Pape, al sur de Francia, la artista reside actualmente en la capital, donde además de salir a la pesca de antiguos libros desechados, tirados en las calle, en pos de darles una segunda vida, lo mismo pinta cuadros abstractos o confecciona candelabros a base de distintos tipos… de quesos, como parte de su serie Domestic Life, que “cuestiona lo mundano con humor, y explora cómo la creatividad puede revelar las posibilidades de lo excesivamente real”.

“Durante el confinamiento, me costaba concentrarme en la pintura; entonces se me ocurrió echar mano de elementos del día a día, que tuviese en la heladera, para crear esculturas efímeras”, fue la explicación de la apañada dama, que analizó formas y texturas del vasto y delicioso repertorio de quesos franceses previo a “cincelarlos” con mimo. Así las cosas, la polifacética Mélia es mucho más que una artista conceptual: trabaja además como diseñadora de sonido y es una de las DJs más solicitadas actualmente por marcas fashionistas para musicalizar shows de pasarelas en París, meca de moda. “Ayudo a las maisons a definir su propia vibración a través del sonido, con el objetivo de crear una armonía entre la colección, el mensaje y la filosofía de la firma”, contó recientemente a Vogue la autora de otro proyecto la mar de simpático, Le Brouhaha, que cuenta con su propia cuenta de Instagram, donde Inès invita a pasear con los oídos. Se trata, después de todo, de una seguidilla de postales sonoras de ciudades que ha visitado, creadas a partir de ruiditos por ella registrados in situ; por ejemplo, “notas de un saxofón en Central Park, el sonido ambiente del zoco de Jerusalén, la voz del fallecido Karl Lagerfeld”. En fin, de todo como en botica en su CV, donde comparten página pañuelos bordados que habitan libros, candelabros lácteos, musiquita para pilcha…