Luego de la muerte del gran patriarca de la familia, la venta de “Alelí”, la casa de veraneo es un hecho. Todos los miembros de la familia parecen haber llegado a un acuerdo, sin embargo, Ernesto, uno de los tres hermanos, no está conforme ya que lo angustia que la casa familiar sea convertida en un complejo de bungalós baratos. Un retraso en la firma de la venta lanzará a la familia a un fin de semana en el que se darán disputas entre los hermanos, y en el que los problemas del pasado volverán a la luz.

La “Oiconimia” es la rama de la onomástica que estudia los nombres propios de las casas. Esta tradición de poner nombres a las casas se puede rastrear desde la antigüedad. Ese nombre funcionaba de puertas para adentro, organizando el interior de la familia, y hacia afuera, hacia la comunidad, sin la necesidad de poner un cartel o algo que lo exteriorizara. Lo que se juega con esos nombres de casas tiene mucha importancia ligada al valor simbólico. En el ejemplo de "Alelí", podemos decir que ese nombre representa a la familia ideal y su aspiración a la felicidad, que siempre es todos juntos. Alelí es el conjunto formado por Al de Alba y Alfredo, E de Ernesto y Li de Lilián, es decir, las iniciales de todos, menos una, Silvana, la hija menor, que nació después.

Otra perla es la escena en que toda familia se reúne para comer una torta con la imagen del padre. Como una reversión de la mítica fiesta totémica -el eco del psicoanálisis en la película se puede notar- en donde todos se juntan para (al) devorar (incorporar) al padre, para identificarse con él, identificación en su dimensión oral, para reforzar su lazo con él.

Ni hablar que, en cuestión de duelos, son singulares los tiempos y las maneras por los que cada uno realiza el trabajo que le va a permitir a la pulsión despegarse del objeto perdido, para que retorne al cuerpo propio, a fin de poder realizar nuevas investiduras... seguir viviendo.

En una escena, Ernesto está subido al techo de la casa quitando hojas y de pronto aparece la sombra del padre, al estilo Hamlet, y le facilita una herramienta -una especie de varilla- con la logra ese trabajo de plomería de manera más simplificada.

“Porque el idioma de infancia es un secreto entre los dos”, dice la poetisa María Elena Walsh. Un secreto de dos que siempre es un secreto entre el sujeto y Otro, padre, la madre, la familia. Muestra cómo el amor generado en la infancia no se puede soslayar a pesar de las enormes diferencias que luego se irán desarrollando a lo largo de la vida. Sencilla y sin pretensiones, la película resulta conmovedora.

 

*Analista. Participante de la EOL Sección Rosario.