Nada se ha filtrado sobre el origen de El origen. Solo se conoce el nombre del primer propietario: Jalil Sheriff Pasha, diplomático turco destinado en París entre 1865 y 1868. Alguien le habla del cuadro, juzgado inmoral e indecente, Venus persiguiendo a Psique, y decide comprarlo. Pero Courbet ya lo ha vendido y le promete hacerle la continuación. Fue El sueño, o las dos amigas, que presenta a dos mujeres desnudas voluptuosamente enlazadas en una cama todavía caliente... De menor formato, El origen del mundo se debe haber agregado al encargo por el mismo precio. Algunos describieron al otomano como un erotómano, para atribuirle la idea del escandaloso cuadro. ¿Por qué Courbet, otro devorador de mujeres, no habría imaginado una obra semejante, cuyo encuadre inaudito, carácter osado y enfoque irreverente corresponden punto por punto a su personaje? Orgulloso de poseer un tesoro tan provocador como original Jalil pone la pequeña tela en el baño donde la disimula detrás de un telón verde. Lleva a él a sus invitados y se entrega a un travieso ceremonial, un regocijante “levantar del telón” como si tratara de levantar unas enaguas.   

Muchos años después luego de pasar por anticuarios, viajar a Hungría y la caja fuerte de un banco durante la Segunda Guerra, atraviesa la cortina de hierro y se instala en un hotel en París. En 1953 se vende por un millón quinientos mil francos a un brillante psicoanalista: Jacques Lacan. Su antro, con la falsa apariencia de un taller de artista, está poblado de estatuillas eróticas de terracota y telas firmadas por Picasso, Balthus y por supuesto André Masson, su cuñado. Lacan lee El origen del mundo mucho más que sus predecesores, a tal punto que parece ser él el autor del cuadro; el psicoanalista no puede resistir las ganas de endilgar un nuevo nombre, lo llama: L’Origyne du monde, del latín os oris, entrada, apertura y del griego gyne, mujer. La entrada de la mujer está en el lugar al que el mundo debe su origen.

El cuadro es restaurado y se le agregan un lienzo y un bastidor. De nuevo se hacen valer los talentos de un marquista ingenioso. Inclinada a disimular la tela por una cuestión de decoro, Sylvia Bataille, actriz francesa y esposa de Lacan, pide a André Masson que haga una tapa. El pintor surrealista, con un simple trazo blanco sobre una tabla de madera realiza un paisaje ondulado que reproduce las grandes curvas de la composición de Courbet. El cuadro que resueltamente no podrá verse, se disimula otra vez con un doble fondo. Pero una vez abierto, el cuadro adopta la forma de díptico, versión positiva y versión negativa. 

Lacan retoma el papel de maestro de ceremonias desempeñado antes por Jalil, cuando saca a la luz el cuadro en presencia de sus comensales entre quienes están Margarite Duras, Claude Levi- Strauss y Marcel Duchamp. El psicoanalista siente un placer loco al observar la reacción de sus invitados ¡deformación profesional!

Su verdadera entrada en el mundo público es en 1988, ocho años después de la muerte de Lacan, en la muestra Courbet Reconsidered en el Brooklyn Museum de Nueva York. Luego de la muerte de Sylvie en 1993 el cuadro fue donado al museo de Orsay, situado a menos de cien metros de la última casa de la actriz.