Desde hace algún tiempo estamos trabajando con la Red de Medios Digitales, la Fundación Micaela y algunas diputadas nacionales, para que en los medios de comunicación se aplique la ley que capacita contra la violencia de género y que hasta ahora solo es obligatoria en los tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial.

Es importante ampliar esta formación a otros ámbitos, además del propio Estado porque, aunque la sociedad está cambiando, se moviliza y reclama cambios e impone consignas como “No nos callamos más” o “Ni Una Menos”, muchas de las transformaciones promovidas desde abajo, se chocan con las instituciones que terminan funcionando como una barrera.

Esta semana en la Cámara baja aprobamos la ley de Equidad en los Medios. Desde la oposición trataron de cambiar el foco, llevando la cuestión a un debate en torno a que esta ley limitaba la libertad de expresión porque-decían- condicionaba la pauta publicitaria.

En realidad la norma no condiciona, no castiga, porque no es punitivista sino que busca incentivar a aquellos medios que cumplan con la ley y que realicen gradualmente los cambios necesarios para lograr el objetivo de la equidad, que es superadora de la paridad. Más mujeres, mas diversidades en los medios de comunicaciones sin duda generaran una comunicación más plural, y mucho más cercana a nuestras sociedad. Hoy la mayoría de los medios de comunicación de la República Argentina atrasan, no reflejan ni empiezan con las demandas sociales. La ley propone además que se fomente, no que se obligue como quieren instalar algunos comunicadores, el uso del lenguaje inclusivo justamente para empezara erradicar todo tipo de discriminación por razones de género. Otro de los puntos centrales es que también se propone la capacitación y formación de los y de las periodistas en una comunicación con perspectiva de género.

Pedirle a un medio de comunicación público o privado, que contribuya con el equilibrio y con la equidad, incluyendo a “la otra mitad de la población” es algo tan básico que no debería significar un problema y que debería haberse aprobado, como sucedió en la Cámara de senadores por unanimidad.

Del mismo modo que no limitan la libertad de expresión cuando se prohíben mensajes discriminatorios hacia una persona por su color de piel o aquellos en favor del nazismo; puesto que la igualdad, la equidad y la no discriminación respecto de las personas no es debatible. Son los pilares básicos a partir de los cuales se construye el contrato de convivencia y respeto de una comunidad.

Se puede pensar distinto respecto a la gestión de un gobierno, se puede elegir un club de futbol al que pertenecer, se puede ser de izquierda o de derecha. Pero no se puede “intercambiar opiniones” sobre si esta bien o mal que una persona por alguna condición de género, no acceda a lo mismo que otra o que se emitan mensajes o contenidos que naturalicen el sexismo, la violencia y cualquier otra formad e discriminación.

Si en las carreras de periodismo hay más mujeres que varones pero en los diarios las mujeres solo están en las sección de “sociedad” mientras que en política, en las mesas de edición y en la conducción editorial solo hay varones: esto es un indicador de baja movilidad, de desigualdad impuesta y de un comportamiento sexista.

Si en la mayoría de los programas políticos los conductores son varones, si las pocas co conductoras mujeres son interrumpidas por sus compañeros cada vez que plantean algún tema o solo se les asignan noticias de “color”, o reciben chistes o comentarios jocosos al aire respecto a sus vestimentas, también son indicadores de que esta ley viene a hacer justicia y a ampliar derechos, no solo de quienes quieran ser periodistas sino de la sociedad en su conjunto que con la aplicación de la ley recibirán una información mas plural.

Alguien dijo que un programa de tv lo conduce quien dice las primeras y las últimas palabras en cada emisión, aunque este rodeado de mujeres, siempre es un varón.

La necesidad de tomar cartas en el asunto no es nueva, ya ocurrió en los cuerpos parlamentarios. Antes de la ley de cupo para mujeres, solo había unas muy contadas con los dedos de una mano ocupando bancas, aunque en los partidos políticos militaban la misma cantidad de varones que mujeres. Ni bien se bajó esa barrera, con leyes denominadas de discriminación positiva, las mujeres logramos entrar, al menos al Congreso. En los otros poderes, como no hay cupo, siguimos siendo menos.

Volviendo al tema de los medios, entonces si no cercena la libertad de prensa el prohibir que se discrimine a una persona por su color de piel o religión, o por su orientación sexual o por no permitir apología de crímenes ocurridos en los genocidios de nuestra historia mundial, tampoco lo hace el incentivar a que los medios incorporen mujeres y diversidades en sus redacciones, en los lugares de decisión y en la forma de comunicar las noticias.

De entrada esto puede generar temor, porque es una nueva norma y la implementación requerirá de un buen protocolo de aplicación para que los cambios sean medibles objetivamente.

Pero no hay que asustarse, también generó mucha tensión cuando las mujeres exigimos poder votar o cuando salió la ley de divorcio o el casamiento igualitario y la ley de identidad de género. Y una vez aplicadas estas leyes quedó demostrado que mejoraron los índices de inclusión y de libertad.

Son leyes necesarias para la deconstrucción de una sociedad patriarcal y para poder construir entre todos y todas una sociedad con más justicia social y más equitativa. Leyes necesarias para que un día dejen de ser necesarias. Ese es el objetivo.

Lo cierto es que las instituciones públicas y privadas históricamente han intentando disciplinar a la sociedad exigiendo que se viviera de una solo forma, y en ese camino siempre impusieron normas y moralidades también a través de la mayoría de los medios de comunicación para que un grupo consiguiera el cometido de oprimir a otro. La vida misma se ocupó de mostrar que no existe la uniformidad y que una comunidad tiene que garantizar derechos independientemente de si cada persona encaja o no el modelo hegemónico que se intenta imponer.

Los medios tienen un rol muy importante en la construcción de sentidos sobre qué es ser mujer y sobre cuáles son los modelos exitosos de personas, de familias y de cómo se “debe” vivir.

En el discurso que di en el Congreso dije que la mayoría de los medios atrasan y esta ley va cambiar la historia de los comunicación en la República Argentina. Y lo creo fervientemente. Esta ley fortalece la comunicación y nuestra democracia.

Gisela Marziotta es diputada nacional por el Frente de Todos