El odio se ensaña con los cuerpos de las mujeres. Nélida Haydeé Rivas tenía 14 años cuando como delegada de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) conoció a Juan Domingo Perón en 1953. Después de cruzar unas palabras con ella, Nelly volvió a verlo y fue compartiendo cada vez más la intimidad en el Palacio Unzué, para escándalo de propios y ajenos que cuestionaban la relación de Perón con su “amante niña, su Nelita”. Después del golpe de Estado del 55, el acoso y ultraje que sufrió Nelly y su familia fue terrorífico: ella estuvo detenida en un correccional de menores y sus padres estuvieron presos, acusados por complicidad en el delito de estupro. “Yo lo quise, él me quiso, ¿cuál es el pecado? Todo fue por amor, por amor, por amor. Me enamoré locamente como nunca nadie en el mundo y él también se enamoró”, dijo Nelly a Juan Ovidio Zavala, un abogado radical antiperonista que, avergonzado por lo que estaban haciendo con ella, decidió defenderla y muchos años después escribiría también un libro. El escritor y periodista Vicente Muleiro encontró en esta historia real, cruzada con la de un loro que tenía Perón que cantaba la marcha peronista, la posibilidad de escribir una novela: La niña de sus ojos (Seix Barral).
El narrador de la novela es el sobrino de Blas, cocinero del Palacio Unzué. Él va contando la historia de Nelly y del loro, que en la ficción se llama El Tehuelche. Blas se lo llevó a su casa de Lanús, después del golpe; pero un día se escapó de esa casa de Villa Caraza en marzo de 1956, cuando ya se había formalizado el decreto ley 4161 que prohibía utilizar las imágenes de Perón, Evita, de toda insignia y símbolo partidario; también se prohibía entonar la marcha “Los muchachos peronistas” y “Evita Capitana”. La orden de la dictadura militar autodenominada “Revolución Libertadora” fue reventar “a ese puto loro peronista”. Aunque parezca mentira, el loro fue fusilado por cantar la marcha peronista. No es una invención de Muleiro. La historia se la contó el periodista José “Pepe” Quintana, que vive y tiene 102 años.
“Me pareció una especie de comedia política donde estaba la dramática de la Resistencia porque en sus comienzos la Resistencia fue plenamente popular; no había dirigencia, ni siquiera barrial. Había resistentes solitarios, que ponían un caño en una estación de servicio de una empresa norteamericana; la Resistencia era literalmente muy espontánea. El loro condensaba la militancia solitaria cuando se escapó y cantaba la marcha peronista por Lanús”, cuenta Muleiro en la entrevista con Página/12. El escritor y periodista --autor de las novelas La balada del asador y Sangre en el viento y el libro de no ficción El dictador: la vida secreta y pública de Jorge Rafael Videla, escrito en coautoría con María Seoane, entre otros títulos-- se dio cuenta de que a partir de la anécdota del loro tenía una historia para empezar a escribir La niña de sus ojos. “Haciendo un paneo sobre la época me encuentro con Nelly Rivas, que la conocía por las biografías de Perón que había leído. Nelly empezó a crecer en la novela porque lo que en el fondo demuestra es la tendencia fúnebre y el erotismo negro de la Libertadora”, aclara Muleiro, que trabajó en los diarios Crónica y Clarín, fue secretario de redacción de la agencia DyN, director periodístico de la agencia Télam, editor cultural de la revista Ñ y subdirector de Radio Nacional, donde condujo entre 2012 y 2015 el programa Vía Libro, que hoy se emite por la AM 530.
-¿Cómo explicás esa tendencia fúnebre de la “Libertadora”?
-El peronismo aparece como un movimiento sexuado. No creo que haya un cuadro de la pareja presidencial con el voltaje erótico que hay entre Perón y Eva; cómo se toman de las manos, por ejemplo. La Libertadora se encarnizó con la sexualización de Perón; cometieron asesinatos, todo el país fue convertido en un campo de concentración. Se metieron con el erotismo porque buscándole causas a Perón la causa de estupro con Nelly era la que más podía andar porque las otras se les atascaban todas. Más allá de las críticas a la conducta de Perón, lo que demuestra la historia con Nelly es esa tensión tanática de la Libertadora metiéndose con Eros y haciendo con eso una especie de radioteatro ante la población, donde Perón era el fauno senil y perverso. Los interrogatorios del juez de instrucción a Nelly fueron terribles. Hasta un tipo de la Libertadora cuando Nelly declaró le dijo: “sepa, señorita, que yo no hice la revolución para esto” ... porque había presenciado el interrogatorio que un tribunal ad hoc le había hecho a Nelly, sin defensor, además. El mismo tipo antiperonista estaba consternado por el avance sobre la intimidad de una persona.
-Juan Ovidio Zavala, que escribió un libro sobre Nelly, es un radical antiperonista que, consternado por cómo se la había tratado, decidió convertirse en su abogado defensor.
-Ovidio Zavala, en el primer tramo de la Libertadora, era el director de Institutos Penales, y se conduele de la laceración física y anímica que había sobre Nelly y se ofreció como abogado, gratis, porque le parecía un despropósito lo que estaban haciendo con ella. La utilización política del caso de Nelly era impresionante, sobre todo para limar la figura de Perón. Como habrás leído en la novela, yo ni lo condeno ni lo salvo a Perón. Él se casó a los 33 años con una mujer de 20, Aurelia Tizón, que murió. Después vivió con una chica mendocina de 17 años (María Cecilia Yurbel Peña); a Eva le llevaba 24 años, a Isabel 36; hay algo ahí, evidentemente, que forma parte de su personalidad. Pero lo que más molesta es el desmarque que Perón tiene con respecto a la moral media de los argentinos y especialmente de sus camaradas de armas y sus esposas, escandalizadas con Perón porque en 1943 fue al Luna Park con una chica de 17 años diciendo que era su sobrina cuando todos sabían que estaba conviviendo con ella. Perón es distinto y las raíces de esa diferencia tienen que ver con que Perón no creció en una familia burguesa. Él nació cuando sus padres ni siquiera estaban casados, después se casaron y se separaron y se crio solitario en la Patagonia. Su madre con 60 y pico se casó con un arriero de 44. A Perón no le importaba la moral media, no le importaba el qué dirán. El juzgamiento sobre la ética personal de Perón se puede revisar. Hoy nos escandalizamos más; en aquel entonces el estupro era un delito de acción privada y si no había una víctima confesa no había victimario. El gran trabajo de la Libertadora fue apretar a Nelly para que diga que fue violada. Ella no lo dijo nunca y además no se dejó revisar físicamente porque querían ver si tenía perforado el himen. Y no lo consiguieron.
-Nelly fue la gran víctima de la Libertadora, pero también es una figura un poco incómoda para el peronismo, porque no es una militante, como Evita, sino que es una adolescente que se enamoró de Perón. Lo paradójico es que el peronismo también la abandonó a Nelly, ¿no?
-Nelly le contó a Juan Ovidio Zavala que apenas pisó el Palacio Unzué supo que no se tenía que proponer reemplazar a Eva Perón. Lo de ella pasaba por entregar una especie de cotidianeidad hogareña que Perón no tenía y que le interesaba tener. Es incómodo que Nelly no se haya politizado; pero si pensás en otras que se politizaron, como Isabel, es bastante tranquilizador.
-En la novela queda insinuado que al principio Perón le escribe a Nelly para saber cómo está y se preocupa por ella y después se borra y desaparece. No la manda a buscar, como le prometió, y la deja librada a las fieras de la Libertadora que la quieren destruir.
-Sí, por supuesto, Perón se desentiende. Nelly le escribió una carta en la que le pidió casamiento (ella a él) por procura, una figura legal; ella estaba en manos de la Corte Suprema porque le habían quitado la patria potestad a los padres, acusados de ser cómplices de estupro. Y Perón no le respondió. Es impresionante que en el arranque de la separación, cuando Perón se fue a la Cañonera y en los primeros tiempos de Paraguay, Nelly era como un ancla para Perón. Hay una carta de Perón a Nelly que tiene una frase muy parecida a la que le escribió a Evita desde Martín García, cuando le dice que es lo único que tiene. No sé si era una estrategia o era sincero en sus sentimientos. Es muy difícil indagar eso. Después de que Perón logró escapar, no tuvo una actitud protectora hacia Nelly. Antes sí, porque le dio dinero, joyas de Eva y le escribió esas cartas desde la Cañonera; pero en un allanamiento que hicieron a la casa de Nelly le secuestraron todo y enseguida publicaron las cartas en los diarios. Perón, que todavía estaba en la Cañonera, tuvo que salir a desmentir, en el entendimiento de que Nelly se iba a dar cuenta por qué las desmentía, como si esas cartas hubiesen sido fraguadas por la propia Libertadora para acentuar la persecución. Cuando Perón volvió a Argentina en 1973, Nelly pidió verlo a Perón y él aceptó. En la reunión, que fue descripta como tensa y amable, Perón le dijo: “entenderás que es la última vez que nos vemos”.
-¿Por qué decidiste narrar la novela desde la voz de un sobrino de un trabajador del Palacio Unzué?
-Para buscar una apoyatura en torno a trabajar no con la verdad sino con la verosimilitud interna de la novela. La historia viene de alguien que la conoció porque fue su tío el que se llevó el loro de Perón; fue un trabajo en torno no de la verdad histórica sino de la coherencia interna de la novela. Es un narrador que por momentos es bastante neutro y de repente usa el lenguaje del poder en algunas calificaciones, como cuando dice “el tirano”; pero tiene una gran empatía por el movimiento popular, por la misma Nelly y por el loro que su tío abuelo se había llevado a su casa. Es un personaje que transita por distintos lenguajes. Muchas veces uno no sabe cuándo es hablado por el lenguaje del poder.
-Un peronista no le diría “tirano” a Perón, excepto que esté muy enojado, y lo haría en la intimidad, ¿no?
-O en una charla distendida entre compañeros... El decreto 4161 de marzo de 1956 prohíbe nombrar a Perón, a Evita, cantar la marcha peronista, mostrar imágenes, contar historias periodísticas...Prohíbe todo. Hubo un intento de hacer desaparecer al peronismo del lenguaje, que obviamente no se logró. Al lenguaje no se lo puede dirigir así y es uno de los pocos instrumentos que quedan; es un instrumento social, no es solo privado. Quien trabaja con el lenguaje busca llegar a una lengua privada, pero como bien social hace su recorrido, más allá de que se le quieran imponer reglas.
Muleiro plantea que una cuestión interesante para indagar tiene que ver con las “habladurías” que se generaron a partir de la historia de Perón con Nelly Rivas y el loro que cantaba la marcha peronista. “Ya me han comentado que loros que cantaban la marcha peronista había muchos porque era una manera que tenía la gente para que la marcha se siguiera cantando sin poder criminalizar. Pero la Libertadora criminalizó hasta a los loros –advierte el escritor-. Otra de las habladurías son las orgías de la UES. Tuvieron una circulación social incontrolable. Si tomamos la Libertadora y la conectamos con lo que están haciendo los medios de derecha hoy, podemos hacer un puente con esas habladurías de las orgías del fauno senil. Las orgías de Perón fueron una fake news de propaganda política de la derecha”.
-¿Qué es lo que tiene el peronismo que es tan insoportable? ¿Qué núcleos duros toca que llevan a hacer cosas que hasta no parecen verosímiles, como fusilar a un loro?
-La redistribución de la riqueza del peronismo fue real, en ciertos parámetros que ni siquiera se salieron del capitalismo. Y eso fue insoportable para los sectores altos en cuanto a una disminución de su renta; fue insoportable para las clases medias y develó un juego de poder muy fuerte que es que para mantener mi lugar no solo me interesa mi capacidad de acumulación, sino que es muy importante que el otro no tenga los bienes de los que yo puedo disfrutar. Lo insoportable del peronismo es lo que dice la marcha en una frase: “es la realidad efectiva”. Más que la doctrina o el pensamiento es la realidad efectiva que implicó una transferencia de recursos, que para ellos es muy insoportable. Eso está muy vigente y la novela se conecta con la furia ciega del presente.
-¿Cómo conectás esta tensión tanática de La Libertadora con la pandemia?
-Esa tensión tanática está en todo aquello que tenga que ver con reivindicaciones de los sectores populares. Ni siquiera acuden a un silencio táctico: dicen que mueran todos los que tengan que morir, que es un poco impresionante y se lo puede conectar con “no ahorre sangre de gauchos” o con Federico Rauch, cuando dice que pasaron a degüello a 27 ranqueles para ahorrar balas. Esas formas tanáticas del poder se reactualizaron con la pandemia, ligadas también a la idea de ciertos sectores de población sobrante, que ya la manejaba Federico Pinedo en la década infame, cuando dijo que Argentina nunca podía tener más de 10 millones de habitantes para que siempre se mantuviera estable el promedio de cuatro cabezas de ganado por persona. Bullrich ofrece las Malvinas por vacunas de una manera un tanto bestial. Hay una obsesión por volver al país estancia: vacas, soja y aviones para pasear. ¿Por qué tienen tanto miedo al peronismo? Porque hubo un momento que no fue solo horizonte y promesa. Hubo un momento en que fue real y eso queda en la memoria colectiva. Es posible que se cumpla la promesa bonapartista de Perón, cuando los reunió en la Cámara de Comercio a los principales propietarios de empresas y campos y les dijo en ese momento, en el marco de la salida de la Segunda Guerra Mundial: “les pido que piensen que es mejor poner un 30 por ciento de la torta que perderla toda”. El neoliberalismo hoy expone una violencia que tiene que ver más con el pre capitalismo que con el capitalismo.
![function body_3(chk,ctx){return chk.f(ctx.getPath(false, ["author","title"]),ctx,"h");}](https://images.pagina12.com.ar/styles/width470/public/2021-01/silvina-friera.png?itok=e3Gtgvag)


