Hay algo kafkaiano en ese mundo en blanco y negro donde los personajes parecen estar suspendidos. Una ambigüedad del espacio y el tiempo. Los cuerpos de la actriz y del actor surgen como el paisaje de esa abstracción que puede ser la escena teatral devenida en una plataforma fílmica. Y, de algún modo, la puesta en escena de Marianela Pensado en Pieza Formal permite recrear esa zona neutra que es un escenario. La oscuridad alrededor, el desamparo de una mesa que separa a lxs protagonistas. Todo podría ser parte de ese universo escénico que se traslada a la pantalla.

La actuación también conserva su impronta teatral. Un trámite absurdo y confuso enreda a los personajes que, como en un capítulo del futuro, ya no son identificados por sus nombres sino por una larga clave alfanumérica en una sociedad que se supone aislada y acechante en sus configuraciones vinculares. Allí Ignacio Bozzolo y Adriana Pregliasco establecen una relación con la cámara que permite un diálogo directo con lxs espectadorxs. El uso de los planos, de la voz del partener que resuena mientras la cámara se detiene en el rostro de cada personaje, permiten potenciar la dramaturgia de Pensado.

Pregliasco oficia de burócrata, ocupada en señalarle al desdichado acusado las motivaciones insustanciales de las quejas que ha recibido sobre su persona. La actriz sostiene un estilo realista y desde esa calidad actoral ejerce una autoridad que no deja de narrarse desde el sinsentido. Por lo tanto los guiños, los recursos donde la actuación se desafía y cuestiona a sí misma, son esenciales para descubrir a su personaje.

Bozzolo se une en la escena en una estética que, sin salirse de ese realismo absurdo, incorpora algo de las prácticas del cine mudo cuyas criaturas parecían narrar desde una sorpresa intrínseca que la situación desconcertante dejaba estampada en su rostro. Un reflejo tenue del universo de Alfred Jarry sobrevuela en lxs dos intérpretes pero, tal vez, en una versión más contenida por las necesidades de la escena. En el texto de Pieza Formal está ese surrealismo que podía descansar en la escritura de Kafka donde la fidelidad a los reclamos oficinescos, al procedimiento que transforma esa instrumentalidad en un episodio infinito, revelaba lo insensato de la situación. El gran acierto aquí es que tanto la actriz como el actor comprenden que la trama se esconde más en ese juego nonsense de las secuencias donde los seres vienen solo a cumplir una función desprovista de propósitos y contenidos y, sobre esta inconsistencia, construyen las variantes de su actuación.

La dramaturgia habla de una sociedad paranoica, donde cualquier detalle de comportamiento puede motivar un trámite y una denuncia. En este sentido Pregliasco es la encargada de confundir al personaje de Bozzolo que busca defenderse tratando de esgrimir cierta inocencia. En la actitud decidida de la actriz se encierra la dinámica de una estructura a la que los personajes entran para decantar en un humor oscuro.

El trabajo sobre el ritmo que sostienen lxs interpretes es fundamental para la narrativa que propone Pensado. El sonido de una máquina de escribir opera como el pasaje por los diferentes intervalos de un tiempo que se supone inaprensible.

En el momento que el personaje de Bozzolo asume ese discurso de la autoridad como una leve estrategia para salvarse, la propuesta de Pieza Formal recuerda la obra Decir si de Griselda Gambaro, con esos dos personajes desmedidos donde la autora indagaba sobre los mecanismos menos transitados de la dominación. En un contexto donde nuestra propia respiración nos pone en peligro, el texto de Pensado puede leerse en clave pandémica como ese temor por estado de control excesivo que haga de nuestras acciones más íntimas la materia de cualquier sospecha.

Pieza formal puede verse en piezasteatrales.com.ar