Vida privada (disponible en Netflix) es una película de Tamara Jenkys que trata las peripecias de una pareja por lograr, ya pasados los 40 años, que ella quede embarazada. Cómo aparece este deseo no está claro si es a partir de ella o de él. Pareciera ser un deseo de ambos, sin embargo algunas discusiones dejan entrever diferencias entre ellos. Si bien es un tema tan complejo es difícil que no aparezcan en el transcurso de esa búsqueda posiciones encontradas. Reproches y/o auto-reproches que aparecen mezclados con el anhelo consciente de maternidad y/o paternidad.

El hecho es que esa búsqueda con la intermediación de la ciencia, la fertilización asistida y todas las demás modalidades para alcanzar la realización de ese deseo, producen también ciertas rispideces y roces en la pareja, que muestran la dificultad de un acuerdo imposible a pesar de los buenos deseos y las mejores intenciones.

En la película hay una escena en la que hablan sobre un cuadro que tienen en el living de la casa en el que se muestra una mujer desnuda con las piernas abiertas y recostada en una cama, cuadro que me recordó al famoso cuadro de Jean Courbet “El origen de la vida”. Uno de los poseedores del mismo fue Jacques Lacan, que no lo tenía a la vista sino oculto, dado vuelta, con otra imagen. Parece ser que sólo mostraba este cuadro a algunos, el hecho es que no estaba a la vista.

Discuten en la película si lo van a dejar puesto en la pared cuando recibieran a una asistente social que venía a su casa a hablar de una posible adopción como es costumbre en esos casos. Ella decide dejar el cuadro en su lugar pues argumenta ante su pareja que no tenía nada de malo. Cuando viene la asistente el dueño de casa se encuentra en la situación de hacer una referencia al mismo por la incomodidad que le producía ante visita de la asistente social.

Esa escena no parece central en la película pero a pesar de que puede pasar como un hecho casual y anodino, como inocente, no deja de repercutir, pues en varias ocasiones ella aparece en el sillón del ginecólogo de espaldas, así como en un pasaje de la película con una camisa que no alcanzaba a ocultar su desnudez, como en el cuadro.

Que el cuadro de Courbet se llame “El origen de la vida” es fuerte porque parece como excesivo pero también hermoso al mismo tiempo. La película no se sabe si habla de lo reservado o de la privación patente. En relación a esto ella muestra su desnudez de una manera como si lo femenino o la significación erotizante de su cuerpo no la tuviera presente, como si el pudor no fuese una barrera. La intención de la pareja se hace en distintas ocasiones algo público y molesto, sobre todo en él, en distintas situaciones. Es un asunto de “vida privada”.

Se muestra bien la insistencia de ellos en una búsqueda por distintas formas que no se alcanza, como un real que se pone de través una y otra vez, como atados a un goce de los fracasos reiterados olvidándose de la vida de ellos mismos, personal y como pareja. Muestra bien la fijación a un goce que no pueden dejar atrás. Así termina la película: una vez más.

 

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