Como suele suceder, la obra de la pintora, dibujante y grabadora Aid Herrera (1905‑1993) es menos conocida que la de su marido Juan Grela (1914‑1992), junto a quien coordinó el taller de plástica más influyente de Rosario. Un lugar en la tierra. Obras de Aid Herrera, su exposición individual antológica en el quinto piso de Fundación Osde (Boulevard Oroño 973), reescribirá la historia del arte, valorando a una artista singular y su posible influencia sobre obras como la de Silvia Lenardón o Grela mismo. La curadora Adriana Armando, que hablará el 1º de junio a las 17 en el auditorio Osde, eligió obras en diferentes técnicas (óleo, témpera, grabado, dibujo) y períodos. Además hizo pintar de celeste pálido todas las paredes, creando una atmósfera de solar irrealidad, e incluye un texto poético de la artista. La muestra puede visitarse hasta el 25 de junio, de 12 a 20 los días de semana y de 17 a 20 los fines de semana y feriados.

"Hace 24 años que no se exponía su obra en Rosario", contó a Rosario/12 Ana María Correa, nuera de la artista y depositaria, junto a Dante Grela, del legado de Aid y Juan. "Las últimas muestras fueron en el '92, en lo de Teresita Rivelli en calle San Martín, y en Miró, aquella galería que tenían Adriana Armando y Guillermo Fantoni en la galería Santa Fe. Aid murió el 28 de abril del '93. Había nacido en 1905; era unos años mayor que Juan Grela. Era muy dinámica, muy rica en imágenes, graciosa; tenía su timidez pero de pronto te arrancaba una carcajada. Era una niña, jugaba. Era como una niña", recordó Ana.

El estilo de estos grabados, dibujos y pinturas remite a la idea "folk" de un primitivismo ingenuo. Su técnica del aguafuerte iluminado copia por copia fue utilizada a fines del siglo XVIII por el poeta y grabador inglés William Blake. En los '70 y '80, Aid Herrera iluminaba con lápiz color no sólo sus aguafuertes sino sus xilografías; definía esas técnicas, respectivamente, como "aguafuer‑color" y "xilo‑color". En las composiciones de estas obras prevalecen la simetría y unas tramas rítmicas de líneas curvas que van enhebrando entre sí los motivos biomórficos de flores y pájaros, con la libertad creativa de quien no tiene que responder a ninguna moda ni mercado. La línea fluye siguiendo la "necesariedad interna", como pedía Kandinsky, sin dejar de danzar en una gratuidad afín a la tradición moderna del "capricho". Sólo un par de xilografías acusan influencia de Jean Arp o Joan Miró.

Al igual que en Blake, esta obra tan privada expresa sin embargo su época. Las radiantes escenas de figuras en arquitecturas humildes de la década del '60, pintadas al óleo con un dominio exquisito de la tonalidad y la luminosidad del color, ceden su lugar en la década siguiente a la creación de un mundo personal de pájaros que juegan y "trabajan" en jardines arbolados y floridos. El intimismo de sus pinturas de los años '60, marcado por esquemáticas figuras de hombres y mujeres intercambiando signos cotidianos como el mate y la pava, irradia un optimismo y una alegría de vivir propios de su tiempo a la vez que representa visiones de una utopía de sencillo bienestar, acorde con ideales de la época. Por sus temas y por su planimetría, estas obras dialogan con las composiciones más modernistas de Juan Grela en el mismo período. Sin embargo en Aid hay una mayor cohesión en la representación del espacio como realidad experimentada. Aún dislocada, plana, infantil y nada renacentista, cada pintura se mira como una ventana que se abre a un mundo. Cuando en 1970 el óleo es sustituido por el aguafuerte o la xilografía, la figura humana cede su protagonismo a pájaros estilizados, que también pueden verse como habitantes de "un lugar en la tierra", título de una de estas obras.