Escoltadas por los cánticos “Madres de la Plaza el pueblo las abraza” y “Vamos a volver”, abrigadas por una marea cálida de coros que las envuelve desde la entrada del auditorio hasta el escenario. En sillas de ruedas, bastón o ayudadas por un brazo amigo, con un teatro repleto, con entradas agotas, y muchos desilusionados en la puerta. Así se hicieron presentes las Madres de Plaza de Mayo en su cumpleaños número 40. El festival “Madres Línea Fundadora. 40 años de lucha” en el ND Teatro, fue una de las conmemoraciones del domingo pasado, en el aniversario de la primera ronda. En simultáneo con este evento, en la Plaza de Mayo también tuvo lugar un acto encabezado por la Asociación Madres de Plaza de Mayo (ver aparte). 

Cuatro décadas pasaron desde ese 30 de abril de 1977. Eran catorce y pedían saber dónde estaban sus hijos frente a la mirada estupefacta de la policía, que las había puesto a circular. Todavía no se congregaban alrededor de la Pirámide de Mayo sino alrededor del monumento a Manuel Belgrano. Aquel día fueron desalojadas antes de completar la vuelta. Pero ese fue el principio. Así lo recuerda Raquel Radio de Marizcurrena, quien estuvo entre aquellas pioneras: “Es un día de sentimientos fuertes, son muchos años encima, décadas de lucha. Con Azucena (Villaflor) hemos recorrido mucho, y sin descanso, desde ese primer día que fuimos a la plaza. No teníamos mucha idea de cómo manejarnos, lo aprendimos sobre la marcha. Por ejemplo, ese primer encuentro que celebramos hoy fue un sábado y, claro, la Plaza de Mayo estaba vacía. Y dijimos ‘sábados no puede ser porque no nos ve nadie’. Entonces, empezamos a ir los jueves.”

La tarde del domingo las Madres fueron ocupando sus lugares en el auditorio, mientras los alumnos de la Tecnicatura de Música Popular, que funciona en la ex ESMA, empezaban a marcarles el ritmo, con cumbia. Así le abrieron paso a Taty Almeida, que subió al escenario para recordar a las madres iniciáticas, honrar la memoria de sus hijos y cotejar con el presente: “A pesar de todos los palos en la rueda que ha puesto este gobierno a la búsqueda de la Justicia, los juicios continúan. Pero quienes ahora nos gobiernan no han ayudado a los organismos de Derechos Humanos en nada”. Tampoco han colaborado con su supervivencia económica, es por eso que todo lo recaudado en el festival, el primero de muchos más, será destinado a la Fundación. 

Después de leer algunas adhesiones, entre ellas, un mensaje de Cristina Fernández de Kirchner, Taty Almeida recordó a la Comisión formada en el año 2000 que buscaba reunir fondos para que pudieran por fin tener un lugar de encuentro propio. “Hasta entonces nos reuníamos en casas particulares o espacios que nos prestaban”, recordó. Organizaron peñas, recitales, y todo aquello desembocó en el multitudinario recital en Ferro, con Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Pablo Milanés, Víctor Heredia, entre otros invitados, con una recaudación que les permitió acceder a la casa propia: “A la casa de las Madres la compra el pueblo, y el pueblo la compró. Parece mentira que a 17 años de eso tengamos que hacer de nuevo recitales y rifas para juntar plata, pero lo haremos. Nosotras: siempre hacia adelante. Las locas seguimos de pie.” 

El presente es un déjà vu en muchos sentidos más, dice Taty: “Hemos tenido que reanudar denuncias aquí y en el exterior, porque en la Argentina se han vuelto a violar los Derechos Humanos, se reprimen las manifestaciones populares, se golpea a nuestros queridos docentes. ¿Dónde se ha visto un gobierno constitucional con presos políticos?”. Segundos después de nombrar a Milagro Sala, se escuchó un saludo grabado por la líder de la Tupac desde el penal en el que enviaba su adhesión y cariño. Fito Páez cantó “Yo vengo a ofrecer mi corazón”, a la distancia, en un video grabado especialmente. Juan Palomino recitó extractos de los papeles personales de Rodolfo Walsh y de Pablo Neruda. “Taty me llamó por teléfono para invitarme. Si no llego a venir, ¡me mata!”, bromeó el Chango Spasiuk antes de empezar a tocar. 

En boca de los invitados, las Madres, y también el público, el festival fue un hervidero mensajes contra las políticas de ajuste económico de Cambiemos, calificadas como dignas herederas de las de José Alfredo Martínez de Hoz, y de voces de advertencia frente a una ofensiva de desmemoria. “Vivimos tiempos en los que nuestro trabajo de todos estos años se ve amenazado. Quieren volver a poner en vigencia la teoría de los dos demonios”, advirtió Taty Almeida y, en la misma línea, agregó Estela de Carlotto, presente en primera fila: “Tenemos muchos años pero también una fuerza interior muy grande para seguir con este desafío. Vemos este presente como un gran retroceso y como un intento de hacernos dar marcha atrás a nosotras, cosa que no vamos a permitir. Más que nunca ahora hay que estar unidas. Porque hay discursos del pasado, que creíamos totalmente superados, que están resucitando”. Palabras de alerta en un contexto en el que aquello que parecía consolidado -las políticas de Estado en materia de Derechos Humanos y los consensos sociales acerca de lo que significó el terrorismo de Estado- ahora parece recular.  

El discurso oficial que va desde lo más burdo a lo absurdo: un presidente que se jacta de no conocer el número de desaparecidos, un funcionario carapintada como José Gómez Centurión que niega por TV que la dictadura haya sido un plan sistemático de desaparición de personas, un ministro de Educación que interpreta el Holocausto como “problema de comunicación”. Desde el escenario Taty respondió a estos atropellos negacionistas, y tras felicitar a las Abuelas por la restitución del nieto 122 subrayó: “Sí, Macri, son 30 mil, o más, ¡no importa el número! Todavía sigue apareciendo algún trasnochado que dice ‘Por algo los desaparecieron’. ¡Por supuesto que fue por algo!, les respondemos a todos ellos orgullosas. Nos los desaparecieron por estúpidos, sino porque eran militantes políticos.

Adriana Varela, figura obligada y firme al lado de las Madres y las Abuelas, estuvo también poniéndole voz y cuerpo a “una causa que me convoca a diario, porque yo soy una mina de los 70. Todos sus hijos han sido mis contemporáneos. Para ellas siempre estoy. Como ellas han estado, incluso acompañando otras causas, con sus más de ochenta años. Yendo de un lado a otro, con una energía que yo quisiera tener. ¡¿De dónde proviene esa fuerza?! De acá para allá: son hipnóticas. Nadie las va a parar”, le dijo la Gata Varela a PáginaI12 antes de subir al escenario a cantar.

Frente al escenario, Estela de Carlotto aplaudía, movía la cabeza al compás de los temas del Chango Spasiuk y Peteco Carabajal y también conversaba con este diario: “Nosotras somos hermanas de lucha y de dolor con las Madres. Juntas hemos aprendido a compartir, escucharnos, pensar caminos, planear estrategias de acción. No nos frenan los años. Esta es una lucha que dentro del dolor se lleva con la alegría de saber que estamos escribiendo las páginas de la Historia.”