Desde Brasilia

Cuando la pandemia se convierte en un negocio (sucio) . En menos de una semana fueron presentadas dos denuncias de corrupción que golpearon a Jair Bolsonaro, ambas vinculadas a contratos mañosos para la compra de vacunas contra el coronavirus.

La última acusación del "vacunagate" fue publicada este miércoles en el diario Folha de San Pablo. Allí Luiz Paulo Dominguetti, de la empresa Davati Medical Spply, declaró que durante una cena ocurrida el 25 de febrero pasado en Brasilia, a pocas cuadras del Palacio de la Presidencia, el Planalto, se negoció la venta al gobierno de 400 millones de dosis de vacunas británicas AstraZeneca. Funcionarios del Ministerio de Salud habrían puesto como condición para realizar la operación, el pago de un dólar de coima por cada vacuna. 

Con ese "adicional" el precio de cada dosis de AstraZeneca saltó de 3,15 a 4,15 dólares, según la versión del empresario. La acusación tuvo un efecto inmediato: pocas horas después de conocida la noticia Bolsonaro determinó la salida del principal implicado en el caso, el director de Logística del Ministerio de Salud, Roberto Ferreira Dias, alguien a quien conce desde hace años. 

Ese mismo 25 de febrero, el día de la cena, fue firmado un contrato por 20 millones de vacunas indias Covaxin a 17,5 dólares por unidad, con un sobreprecio evidente, a través del cual se habría desviado dinero en favor de la firma intermediaria Precisa Medicamentos, vinculada al grupo parlamentario que apoya al gobierno.

La denuncia de este segundo contrato sinuoso, el de vacunas indias Covaxin, por un total de 300 millones de dólares, fue presentada el viernes pasado ante la Comisión Parlamentaria de Investigaciones de la pandemia por el diputado Ricardo Luis Miranda. A lo largo de una audiencia que se prolongó hasta después de las 22 horas de aquel viernes, el congresista brindó detalles de la trama montada por el gobierno en el mercado de las vacunas y aseguró que Bolsonaro además de participar en las conversaciones con la India fue informado en persona sobre las maniobras ilegales.

 Legisladores de la oposición plantearon varias preguntas que aún no tienen respuesta.¿Por qué se contrató a una firma intermediaria, si la mayoría de los laboratorios negocian directamente con los Estados?. ¿Quién es el verdadero beneficiaro de ese sobreprecio que en principio fue para esa empresa?.

Difícil suponer que Bolsonaro o su estado mayor estén completamente ajenos al reparto de esa plata. Mucho más si se repasan los casos de posible lavado de dinero que jalonaron su carrera como diputado antes de llegar al Planalto. Un modus operandi aparentemente replicado por sus hijos parlamentarios.

Como se ve las dos denuncias, por la compra de AstraZeneca y Covaxin, guardan semejanza entre sí. Primero: ambas involucran a hombres de la primera línea del gobierno. Segundo: Bolsonaro estuvo envuelto directamente en la operación por las vacunas indias y es poco creíble que fuera ajeno a las consultas por AstraZeneca, dado que el Ministerio de Salud fue puesto bajo el control de militares de su máxima confianza. Tercero: estos dos acuerdos ilegales, ambos con intermediaciones dudosas, ocurrieron mientras Bolsonaro dilataba al extremo la firma de contratos por más de cien millones de dosis con los laboratorios Pfizer y Sinovac, en los dos casos sin intermediación. O sea sin cajas negras. Cuarto y más importante: al mismo tiempo que se negociaban contratos sospechosos por vacunas, el mandatario y un ejército de pastores predicaban contra la inmunización.

¿Bolsonaro atacaba a los fármacos sólo por principios religiosos o para extender el tiempo hasta que llegaran las vacunas que le dejarían dinero?. Como las investigaciones recién empiezan, y las versiones dadas por los denunciantes (uno de ellos un exbolsonarista algo mitómano ) tienen que ser contrastadas con documentos y movimientos bancarios, no es hora de hacer conclusiones definitivas.

Sí cabe sospechar que el excapitán encontró en la pandemia la oportunidad de obtener ganancias millonarias (para él y su camarilla) mientras se retrasaba la negociaciones con varios laboratorios. Recordar que Brasil empezó a vacunar tardíamente, después de Argentina, México y Chile. Puesto en números: Brasil superó este miércoles los 518 mil fallecimientos por el coronavirus y ya registra más de 18,5 millones de infectados.

El investigador Pedro Hallal afirmó ante la Comisión Parlamentaria que se podrían haber evitado más de cien mil muertes ( tal como se lee: más de cien mil muertes) con la compra de vacunas a tiempo, alentando el uso de máscaras y fomentando el aislamiento social. Todo lo que Bolsonaro no hizo.

Superimpeachment

La presidenta del Partido de los Trabajadores, Gleisi Hoffmann, junto a diputados del Partido Socialismo y Libertad, dirigentes de los movimientos sociales y congresistas de derecha (incluso algunos exbolsonaristas) presentaron este miércolese un "superpedido" de "supeimpeachment" contra el mandatario. La solicitud de juicio político reúne los 123 pedidos ya entregados desde 2019 y cita las dos denuncias por sobornos en los contratos por las vacunas AstraZeneca y Covaxin.

"La gestión genocida de la pandemia dejó que el pueblo se muera de coronavirus, por eso vamos a presionar para la aceptación de este superimpeachment", destacó la jefa petista Hoffmann. "Nadie aguanta más a este gobierno de muerte que juega con la salud de los brasileños".

La fuerza política de esta iniciativa no se compadece con su peso parlamentario ya que la admisión del juicio político depende del aval de presidente de la Cámara baja, Arthur Lira, un oficialista irreducitible, por ahora. El obstruccionismo de Lira a la apertura de un impeachment puede ser revisado en el futuro si la popularidad de Bolsonaro sigue en baja ( aunque no en caída libre) y Luiz Inácio Lula da Silva se afianza como favorito de cara a los comicios de 2022. El último sondeo, publicado la semana pasada por la agencia Ipec, ubicó a Lula con el 49 por ciento frente al 23 de Bolsonaro. Esa encuesta proyecta, incluso, que el exmandatario podría ser electo en primera vuelta.

La pérdida de popularidad del goberante neofascista, los escándalos de corrupción con las vacunas y una desocupación disparada (un informe de este miércoles señala que afecta a 14,8 millones de trabajadores) hacen prever que el próximo sábado haya una buena concurrencia en la tercera movilización convocada desde fines de mayo bajo las consignas "Fuera Bolsonaro", "Impeachment" y "Vacuna en el brazo y comida en el plato".

Militares y mormones

Los dos casos de supuesta corrupción de los que se tuvo noticia hoy y el viernes ocurrieron cuando el Ministerio de Salud estaba bajo el mando del general, Eduardo Pazuello, quien tras tomar posesión del cargo , en mayo de 2020, designó a una veintena de militares en los puestos importantes de la cartera. Por ser un general en actividad, Pazuello mantiene vínculos institucionales con sus superiores, y su equipo de colaboradores debe contar con el consentimiento formal o implícito del alto mando del Ejército.

La Comisión Parlametaria de Investigaciones del Senado ya interrogó a Pazuello y a su número dos, el coronel Elcio Franco, quien se presentó en el Congreso luciendo un prendedor en su solapa con la imagen de una calabera. A Pazuello y Franco se los considera miembros del grupo incondicional del presidente al que posiblemente acompañarán sin pestañear en caso de que la crisis se devore al gobierno, y los militares unidos a policías y comandos parapoliciales se embarquen en un golpe de Estado. Una hipótesis plausible, aunque no en lo inmediato.

La Comisión Parlamentaria anunció la futura comparecencia de otro militar, el teniente coronel Marcelo Blanco, ex funcionario del Ministerio de Salud, que fue denunciado como uno de los participantes en la cena en que se solicitó coima para comprar vacunas AstraZeneca. Durante la audiencia de este miércoles los senadores interrogaron al multimillonario Carlos Wizard, mormón, que llegó al Congreso mostrando un versículo bíblico. Wizard amasó una fortuna con la venta de pizzas y cursos de idiomas, pero cuando llegó la pandemia probó suerte con la venta de hidroxicloroquina (droga que adora Bolsonaro pero no es recomendable para el Covid) y luego hizo lobby para la compra de vacunas con la participación de intermediarios. 

Los senadores sospechan que este emprendedor, que tiene una buena relación con el general Pazuello, haya participado en negocios nada bíblicos vinculados con las vacunas. Y fue por ello que pidieron que se levante el secreto de sus cuentas bancarias y que entregue el pasaporte a la policía.