Si bien ningún caso puede ser generalizado, la experiencia parecería indicar que cuando se implementan políticas públicas adecuadas, se dan posibilidades de bajar significativamente la tasa de suicidios.

En una entrevista publicada en este medio, la intendenta de Fiambalá, Roxana Paulón, expresó que su municipio había estado desbordado por "uno de los peores flagelos que puede tener la humanidad: el suicidio de sus jóvenes" (https://www.pagina12.com.ar/350046-la-mujer-gobierna-de-una-manera-diferente), y que, a través de políticas públicas de intervención comunitaria, lograron disminuir ese índice. 

Por otro lado, dijo que si bien aún continúan los casos, porque la problemática es a largo plazo, tras trabajar con la comunidad y las familias, pudieron detectar que el mayor problema para los adolescentes es la falta de vivencias como protagonistas y de contar con opciones para realizar sus anhelos

Con respecto a la situación nacional, un estudio de UNICEF publicado en mayo de 2019 afirma que los suicidios en los adolescentes son consecuencia de una progresiva ruptura de lazos sociales, que lleva al aislamiento y la soledad. 

Las investigaciones publicadas en los últimos veinte años dan cuenta de la relación entre los factores sociales y la suicidalidad adolescente, mostrando la importancia de dichas variables (integración social, percepciones acerca del apoyo familiar y por parte de los pares, maltrato, abuso sexual, descuido infantil y victimización) tanto en relación con la ideación como con las conductas. También se remarca la invisibilidad del problema en los ámbitos familiar, escolar, comunitario y de salud, que impide la detección temprana de señales para la prevención.

Los principales factores protectores, aceptados por la mayoría de los estudiosos, son las buenas relaciones familiares y sociales, las habilidades sociales y la confianza en sí mismo, la posibilidad de buscar apoyo cuando una situación nos desborda, la receptividad hacia las experiencias y consejos que nos pueden dar otras personas.

En cuanto a las principales estrategias de intervención, han mostrado su eficacia la restricción del acceso a métodos comunes de suicidio (control y disminución de armas de fuego, drogas, etcétera) y el seguimiento de aquellos que tienen antecedentes de tentativas.

Desde el año pasado, tras la irrupción de una serie de suicidios en el sur de Catamarca (adolescentes de entre 15 y 17 años), se creó el equipo de posvención que trabaja con los familiares afectados por el suicidio. Este equipo busca articular con los distintos municipios y comunidades el armado de una red territorial de abordaje del suicidio. Según lo expresado por una profesional del Ministerio de Salud de la Provincia, se asesora y orienta desde allí a centros de salud, escuelas, comedores, etcétera, para trabajar en relación y restituir los derechos que fueron vulnerados. “Se trabaja articuladamente para hacer visible eso que se vulnera”, aseguró la intendenta.

Semanalmente llegan al observatorio de Salud Mental de la Provincia datos de reportes de los hospitales de tercer nivel, de las guardias, sobre los intentos de suicidio. Posteriormente, el equipo de posvención, a través de un contacto telefónico o visita domiciliara, procederá a evaluar la situación de riesgo.

El propósito de este tipo de instituciones en la actualidad catamarqueña consiste en abordar el territorio en articulación intersectorial y comunitaria. Con todo, cuando comienza una fase aguda de suicidios, queda en evidencia que en los lugares donde no existen instituciones de educación, faltan clubes, se cierran comedores, o no hay otros sitios de contención y de encuentro, se termina trabajando sobre la urgencia.

Resulta evidente que un trabajo efectivo de tipo comunitario para prevenir el suicidio requiere de políticas públicas a corto, mediano y largo plazo. Por lo tanto, hay que incluir esas acciones en el presupuesto, cumplimentar leyes sancionadas y también reglamentadas. Las autoridades a veces demoran la implementación de medidas. Los gobiernos que enfocan a la salud, entre ellas, acciones preventivas comunitarias, como un gasto, tendrán dificultades para ver estas acciones como esenciales. 

Cuando se propone como eje central la ecuación económica, la creación y promoción de clubes sociales, bibliotecas populares, salas de usos múltiples, comedores, plazas, lugares de encuentro, son gastos que no generan dividendos. No obstante, el modelo mercantil, no tiene por objeto el cuidado de la vida humana sino la acumulación de capital. Es la sociedad quien debe asumir el poder de demandar a sus representantes políticas de cuidado de la vida. Tarea difícil por cierto cuando se prioriza lo individual. Si se sigue el ritmo frenético del mercado, si no se brindan espacios para el alojamiento afectivo del otro, la vida en un mundo cada vez más individualista puede tener como contrapartida la angustiante sensación de aislamiento y soledad, aunque se viva en un territorio lleno de personas.

Algunos piensan que el suicidio no es prevenible. En ciertos casos, sobre todo cuando hay problemáticas agudas entrecruzadas, patologías duales, puede ser. Sin embargo, es probable que un considerable número de personas puedan ser rescatadas siempre que se implementen políticas públicas adecuadas que logren traspasar los límites de la asistencia para llegar a la prevención. Una sociedad con un buen soporte familiar, criterios afectivos y emocionales positivos, no hostigada por el tiempo del rendimiento y las obligaciones, con las necesidades básicas satisfechas, con el hábito de compartir, es una sociedad que se construye. No se da naturalmente.

*Psicólogo