A Luis Fernando Díaz Marulanda le dicen de muchas maneras. Para quienes más lo quieren, es “Lucho” o “Luchito”. “El Cacique de Barrancas” es otra de las maneras de referirse a él. Y quienes lo han visto jugar, con confianza podrían hasta decirle “acróbata”, por la notable ductilidad con que su físico -no especialmente poderoso- acostumbra a resolver de cara a la red. Pero al que lleva la 14 en la Selección que este martes enfrentará Argentina también le dicen “guajiro”: porque hace 24 años nació en La Guajira del Caribe colombiano, espacio histórico del pueblo Wayuu, el grupo indígena más numeroso de su país y ese del cual desciende el habilidoso volante de meteórico despegue futbolístico. Y es que ese mismo vértigo que inventa para encarar el área es el que ha caracterizado su carrera, que actualmente lo tiene brillando en el fútbol de élite europeo pero que empezó a despegar hace sólo seis años, cuando participó de la única edición de la Copa Americana de Fútbol de los Pueblos Indígenas y lloró desconsolado tras irse derrotado en la final.

Aquel llanto fue el desahogo tras el primer torneo importante para Díaz, cuya historia con el fútbol hasta entonces -y entonces ya tenía 18 años- no había sido estructurada por los grandes protocolos institucionales que su universo reserva para sus iniciadores. Fue recién por esa época que el nacido en Barrancas llegó hasta el Barranquilla FC, filial del popular Junior que sucumbió ante su desgarbado físico lleno de fútbol. "Era muy flaco. No puedo decir que estaba desnutrido, pero sí que tenía falencias en la alimentación", recordaba Percy Cardona, preparador físico del equipo, en una nota con El Espectador.

Lo cierto es que, hasta ese momento, Luis Díaz se había formado principalmente en una escuelita que comandaba su papá, Luis Manuel, uno de los testigos del amor de su hijo por el balón. O por lo que pudiera ocupar su lugar, bah. "Su primera pelota fue una piedra -recordó su mamá Silenis Marulanda, durante su debut con la Selección Sub 20-. Desde que comenzó a gatear, lo hizo con esa piedra".

En sus propias redes sociales, el crack colombiano compartió hace poco una de las imágenes de aquella niñez futbolera. "Lindos recuerdos en el Torneo Asefal 2009. ¡Trabajen por sus sueños y háganlos realidad!", escribió junto a la imagen en la que, en medio de su carita infantil, puede descubrirse su misma sonrisa de siempre. William González Badillo, periodista de El Heraldo, recuerda que marcó un golazo -en ese certamen y con sólo 12 años- del que fue testigo el exgoleador colombiano Arnoldo Iguarán, "uno de los profesores que tuvo el ‘Cacique de Barrancas’ en su etapa de formación".

Lo cierto es que Iguarán -casualmente otro guajiro- no fue la única gloria del fútbol colombiano que se cruzó en el camino de Luis Díaz. Al segundo goleador en la historia del seleccionado cafetero se le sumaría ni más ni menos que Carlos Valderrama. Porque fue justamente el “Pibe” el que tuvo a su cargo la preselección de los 25 jóvenes que integrarían la Primera Selección Colombia Indígena de Fútbol, esa en la que Díaz deslumbró al veterano crack de los rubios rulos. En una tarde nublada en “El Campincito” de Bogotá, el hombre de la porra dorada llamó al descendiente wayuu a vestir la camiseta soñada. Ese día -hace nada más que seis años-, la pelota le dio la excusa a aquel muchachito de Barrancas para abrazar cada parte de su identidad.

Valderrama, que acompañó a ese equipo a Chile a competir en la Copa Americana de Pueblos Indígenas, lo recordó hace algún tiempo con nitidez: "Me sorprendió de entrada. Dije, ‘este va pa’ lante’. Tiene calidad, míralo cómo enfrenta, la rapidez que tiene, es habilidoso". John Jairo Díaz, también a cargo de ese representativo, se acuerda que le decían "Fideo" porque "era muy flaco y grande" y también aporta descripciones de un juego que ya por entonces lo destacaba. "Lo poníamos por su perfil, pero siempre se nos cambiaba -contó en una nota con el portal AS-. Él era volante por fuera, siempre regateaba y encaraba hacia adentro porque tiene muy buena definición y un cambio de ritmo increíble; es de esos pocos jugadores que en juego corto desequilibra".

Aunque entiende algunas palabras pero no habla el dialecto wayuu -"es bastante complicado y para hablar con fluidez hay que practicar mucho", contó alguna vez-, aquel año en que representó sus raíces jugando al fútbol, su juego se mostró tan poderoso que el destino pareció elegirlo como inicio de su notable despegue. En aquella Copa que lo coronó subcampeón, marcó dos goles y fue varias veces capitán. Y sólo dos años después, llegó su debut en la Primera de Junior, club en el que cosechó cuatro títulos entre 2017 y 2019. Si bien Marcelo Gallardo soñó con tenerlo en su River, del Junior se fue directo al Porto portugués.

En el equipo luso, donde ya se dio el gusto de salir campeón, anotó varios goles que muestran toda su técnica: uno al Manchester City por la Champions League -en el que despliega su fútbol de izquierda a derecha libremente y nadie lo puede frenar- y otro ante el Santa Clara por la liga local -una destreza aérea espectacular- fueron algunas de sus anotaciones más lindas.

"La carrera de 'Lucho' se ha desarrollado muy rápido, en tres, cuatro años… Primero, la Selección absoluta y ahora un gran club europeo. Tantos años después de Arnoldo Iguarán, ahora aparece otro guajiro para poner el fútbol en nuestra región allá arriba", se conmovió el papá de la estrella colombiana en diálogo con el medio portugués MaisFutebol, interesado por la historia del futbolista tras su llegada al Porto en 2019.

El entrenador Lionel Scaloni, al mando de la Selección que lo enfrentará este martes por la noche en la semifinal de la Copa América, ya lo vio en acción: el azar cruzó a Luis Díaz con Argentina ni más ni menos que el día de su debut oficial en la Mayor de su país, en el amistoso entre ambos equipos que terminó sin goles en 2018. Casi tres años después, lo enfrentó en el 2-2 por Eliminatorias y tanto sus varios golazos encima como su técnica probada en Sudamérica y en Europa son signo suficiente de que el conjunto nacional deberá tener cuidado con él. Una muestra reciente fue el notable gol que le marcó a Brasil, por la fase de grupos hace unos días, mediante una pirueta espectacular. Habrá que tenerle respeto a "Lucho" Díaz, que en su escalada inmensa enfrenta ahora su primera definición importante con Colombia, y allí también buscará dejar su huella de fútbol guajira.