Black Widow es Scarlett Johansson. Verdad de Perogrullo y declamación marketinera que en esta flamante producción (estreno el viernes 9 por Disney + y en cines) es insuficiente. Hay –y hubo- tantas Viudas Negras involucradas en el proyecto cinematográfico de Marvel como ese cuerpo de agentes de élite esenciales para la trama. Es decir, la personificación y carnadura de la neoyorquina ha ido mutando desde su aparición en Iron Man 2 hasta su séptima aparición en pantalla grande. La misma actriz ha declarado que empezó hipersexualizada (“un pedazo de carne”, fueron sus palabras) y que este relato identitario sobre Natasha Romanoff hubiera sido muy distinto hace una década.

Según los expertos, la película número 24 del llamado Universo Cinematográfico Marvel y puntapié para la fase 4 en la gran pantalla, se remonta al final de Capitán América: Civil War. Romanoff debe ajustar las cuentas con su pasado, especialmente con la familia disfuncional que la cobijó y contra quienes le lavaron el cerebro para convertirla en una espía implacable. En este trance relucen su hermana Yelena (Florence Pugh), su padre (David Harbour) y su mamá (Rachel Weisz). Cada uno de los miembros del clan cumple un rol imprescindible dentro de esta batalla entre el bien y el mal y con mujeres utilizadas como recurso descartable. “No es una heroína cubierta en teflón, la intención era exponerla con sus vulnerabilidades, peleando y, sobre todo, reclamando su propia historia”, dice Cate Shortland, su directora, entrevistada por Página/12.

Black Widow es una despedida, un paso de antorcha para Pugh y, especialmente, una vindicación para la propia Johansson y su personaje. El proyecto fue largamente postergado, tuvo varias y contramarchas (los primeros bocetos datan de 2004, la pandemia implicó otros tres retrasos) hasta que Jac Schaeffer (la showrunner de WandaVision) diseñara este relato y Shortland lo dirigiera. Presentar un tanque superheroico, descosificar el rol, guiar un thriller de espionaje internacional, fueron algunas de las perillas que debió sortear la elegida para capitanear el proyecto. Sondearon a más de 65 directoras (entre ellas la ganadora del Oscar Chloé Zhao, quien dirigirá The Eternals para Marvel) hasta decidirse por la australiana. 

Lore (2012), su opus 2, tuvo que ver bastante con la decisión final (Johansson adoró esa película). Aquel celebrado largometraje presentaba a una familia alemana en los últimos días del nazismo, fábula de supervivencia desde el prisma femenino, aunque sin las escenas bombásticas de un producto Marvel como Black Widow. “Viuda Negra es la chica de la tapa, la forma en la que se mueve, todo eso, es la fantasía de la femme fatale, y en este caso queríamos profundizar acerca de lo que ella puede hacer o deshacer con ese rol que le adjudicaron”, responde la directora.

-En el momento que Natasha se reencuentra con su hermana dice que no tiene “una historia”. Lo paradójico es que esta heroína convive con un halo enigmático, operando tras las sombras. La frase hasta parece una declaración sobre todas las idas y vueltas alrededor del proyecto en sí. Entonces, ¿cuál es la historia de Black Widow?

-Cuando dice que no tiene historia está hablando de que ella está atada a muchísimas fantasías y mentiras creadas a su alrededor. Nunca tuvo ganancia de eso. Y la manera en que presentamos esta película tiene mucho que ver en cómo ella obtiene lo que le falta. La presentamos como una persona fraccionada, que está completamente insegura y descreída del rol de heroína, y finalmente lo logra. Al principio de esta historia no se siente una heroína, como que no lo merece y al final está en combate y ya no se lo discute. Y ese es un salto hermoso haber logrado algo sin siquiera cuestionarlo.

-Las personificaciones de Scarlett Johansson (Lucy, Under the skin, Ghost in the Shell) se convirtieron en un subgénero en sí mismo. A su vez esta película reinvierte la “mirada masculina” que suelen guiar a estos relatos. ¿Cuáles fueron las discusiones con la guionista Jac Schaeffer y Johansson en este sentido?

-Jac fue fundamental en el primer momento en el mapeo del viaje de Natasha. Luego se sumó Eric Pearson que es un escritor varón. Eso fue interesante. Él hizo mucha comedia, estuvo involucrado en Thor: Ragnarok, así que conoce este campo. Como directora me aboqué a mirar el UCM en los últimos diez años para ver al personaje. Me di cuenta que siempre está siendo observada y en oposición a un personaje masculino. Ella funciona como el trampolín para la escena, nunca era el centro de la misma. No estoy diciendo que fuera un objeto pero ciertamente no era el corazón de la situación. Quisimos revertir eso pero a la vez hacerlo divertido. Obviamente ella es el pivot de la narrativa pero a su vez colocamos a Yelena para que le achacara un poco eso. “Vos estás en pose”, le dice. Convertir ese chiste es un hecho para demostrar cómo fue cosificada.

-Su trabajo anterior fue de muchísima ayuda para este proyecto. Entonces, ¿Black Widow es Lore en el UCM? ¿Ve las conexiones con esa película?

-Sí, claro. Ambas presentan a mujeres jóvenes y muy inteligentes que son abandonadas dentro de un sistema corrupto. En una el nazismo, en esta el Red Room. El control de su destino está lejos de ellas y la pregunta a contestar es cómo recuperan lo que les están quitando.

-¿Cómo fue visualizar, planificar, y hacer todas estas escenas grandilocuentes que, paradójicamente, se sienten como un cable a tierra?

-Desde un principio queríamos que las escenas de pelea y acción fueran viscerales. El objetivo era enseñar mujeres reales en batalla y que recién después estuviera todo el armazón y la imaginería del UCM para que fuera más espectacular. Hay una pelea en un pequeño departamento que es clave. Se la ve vulnerable y se repone. No me interesaba escenas de acción a menos que hubiera un elemento real añadido en ellas.

-¿Qué se lleva de esta experiencia? ¿Se imagina dirigiendo otro producto de UCM en el futuro?

-Lo más bello fue la colaboración y que Marvel me diera espacio como directora, me alentaron a que me apropiara de la historia. Eso, creo, termina por generar películas como Black Panther o Thor: Ragnarok, Avangers: Infinity War. Son muy distintas entre sí pero parte del mismo universo. Ese estímulo y la creencia me la voy a llevar para el resto de mi vida.