Durante el 2020 nadie quería acercarse a los centros de salud, la peligrosidad de contagiarse de Covid-19 convertía la guardia o la consulta médica en tierra minada. La semana pasada tuvo resonancia mediática la denuncia de María -nombre ficticio elegido por ella- de 47 años, por haber sido víctima de abuso sexual en el Sanatorio Güemes. 

La evocación de una escena de “Kill Bill Vol 1” es inevitable. En un habitación de hospital, ella (Uma Thurman), se despierta después de haber sido baleada por Bill. Entran dos hombres, un enfermero y un tipo que va a pagar para violarla. Ella finge estar inconsciente mientras ellos hacen el arreglo, el enfermero le dice cuál es la regla: no dejar marcas para que nadie se dé cuenta. Unos minutos más tarde a uno le muerde la lengua y al otro le hace un tajo en el talón de Aquiles. Los dos mueren desangrados.

Fuera de la ficción y en el Sanatorio Güemes, el pasado 24 de junio, María estaba bajo los efectos de la anestesia luego de una operación de rodilla y fue abusada sexualmente. Una vez despierta, detectó las heridas e inmediatamente hizo el llamado al 911. La Comisaría 14 del barrio de Palermo le asignó una custodia, la médica legista hizo las pruebas y certificó abuso sexual doblemente agravado. Se abrió una causa que lleva adelante la abogada Raquel Hermida Leyenda, que además es querellante. 

Hasta el momento,  hay un camillero del sanatorio detenido. María se encuentra en su casa, todavía con heridas producidas por el abuso. Tiene tres hijas y trabaja de camarera en un restaurante de Ezeiza. Su abogada asegura que quiere hablar, contar lo sucedido y juntarse con otras mujeres que han hecho denuncias similares: “Después de las repercusiones en los medios, me llamaron ocho mujeres más para denunciar abusos; tengo las entrevistas con ellas esta semana”, explica la abogada que, además de representar a María en la causa penal, lleva los casos de otras dos mujeres que denunciaron abuso sexual en el mismo sanatorio: Nora, de 22 años,  y Noelia, de 27, también nombres de fantasía. 

La denuncia de Noelia fue realizada en diciembre de 2020, había sido operada de urgencia por cálculos biliares pero no fue hasta que regresó a su casa con el alta, que notó hematomas en los muslos y en la entrepierna. Noelia estuvo buscando quien la representara durante un largo período sin encontrar abogadxs que accedieran, hasta que finalmente se entrevistó con Leyenda, que tomó su caso.

María, a diferencia de Nora y de Noelia, pudo denunciar cuando aún estaba internada en el sanatorio, esto permitió hacer un análisis de las cámaras de seguridad: “Hay varios lugares donde no hay cámaras, por ejemplo en los boxes de recuperación, que es el lugar donde muchas veces te anestesian y después te despiertan. En general, los camilleros llevan a los y las pacientes desde ese box hacia la habitación que les corresponde. Ese espacio existe para liberar lo más rápido posible el quirófano”, explica la abogada.

Según Leyenda, la mayoría de los casos de abuso dentro de las clínicas se terminan arreglando a través de mediaciones. El monto para las víctimas puede rondar el millón de pesos. En primera instancia, los caminos son dos: o se realiza un acuerdo económico o se continúa a través de la vía judicial, esta última acarrea con los tiempos de la Justicia. Es evidente que cuando hablamos de abusos dentro de las clínicas no se trata de casos aislados: “Cuando se accede a una negociación, el caso no se hace público, sigue pasando y se cubre”, explica la letrada. 

Resuenan algunos verbos en presente continuo en ese “sigue pasando”, abusos puertas adentro de clínicas donde posiblemente se sepa mucho más de lo que se dice. Una historia vieja que los cuerpos feminizados conocemos a rajatabla. Silencio y encubrimiento en un ámbito donde los cuerpos están en estado de vulnerabilidad. La negación es una de las primeras reacciones de las víctimas que sufren abuso dentro de las clínicas, con lo cual las denuncias se realizan tiempo después. El caso de María permitió que muchas mujeres se animaran a emprender el camino judicial. Las mujeres que se pusieron en contacto con la abogada Leyenda tienen entre 19 y 62 años.

La razón por la que María había acudido a ese sanatorio fue por una intervención quirúrgica en su rodilla, que aún no está recuperada. Su abogada solicitó que la deriven a otro centro médico, ya que como pertenece a la obra social de trabajadorxs de la gastronomía, debería volver al Sanatorio Güemes para seguir su tratamiento, es decir, que María tendría que regresar al establecimiento en el cual fue abusada.

A raíz de la repercusiones mediáticas, la causa de María, que radica en el Juzgado Criminal y Correccional N° 19, a cargo de Diego Slupski, tuvo novedades esta semana: “Yo venía presentando escritos y nadie me contestaba, ahora se habilitaron las pericias de las cámaras de seguridad. Esto es una prueba de que cuando alzás las voz, las cosas se mueven”, explica la abogada.

Los centros de salud han ocupado un rol fundamental en el contexto de pandemia, lugares a los que se recomendó no ir salvo que fuera de necesidad extrema o que se tratara de casos vinculados a la Covid-19, para evitar el colapso sanitario. ¿Cómo es que los lugares donde el cuerpo se encuentra vulnerado pueden convertirse en espacios en donde se suma el peligro de ser víctima de un abuso? 

En un comunicado realizado el 29 de junio, el Sanatorio Güemes se puso a completa disposición de la Justicia, lamentó el hecho ocurrido recientemente y finalizó el escrito con una mención en referencia a la pandemia: “propiciamos un acompañamiento incondicional a la sociedad, siendo en esta pandemia el sanatorio que mayor cantidad de pacientes con Covid-19 atendió” . A raíz de la pandemia, los centros de salud desplegaron dispositivos y protocolos para evitar los contagios intrahospitalarios, esto hizo que muchas veces lxs pacientes estuvieran aisladxs y sin contacto con sus afectos. Los abusos denunciados son una alerta que requiere impostergable atención, la misma que urgía cuando la cuarentena hizo que muchas mujeres se encontraran confinadas con los varones que las violentan, incrementando los llamados a la Línea 144 y las denuncias por violencia machista.