Serán los creadores del fútbol pero a la añeja trayectoria inglesa en la disciplina no le sobran estrellas. Es más, este miércoles, en la decimosexta edición de la Eurocopa, Inglaterra consiguió meterse en la final del certamen continental por primera vez en su historia, luego de superar por 2 a 1 como local y en tiempo suplementario a Dinamarca en un partido con mucha polémica que hizo recordar a la final del Mundial que organizaron en 1966. Aquella vez, durante la única gran conquista internacional británica, les fue otorgado el famoso "gol fantasma" -la pelota nunca cruzó la línea de meta- cuando el marcador iba 2-2 en el alargue (fue 4 a 2 final) con la por entonces Alemania Occidental.

Lo sucedido este miércoles en Wembley, Londres, probablemente no se gane una denominación propia pero vaya que dio para hablar.

"Ha sido un penal que no debería haberse pitado y me molesta. Es muy duro. Perder de esta manera es decepcionante, porque estos chicos han luchado mucho. Es amargo y nos toca digerirlo. No puedo describir con palabras lo que admiro a este equipo, por todo lo que hemos pasado. Dos personas de nuestro equipo le han salvado la vida a uno de nuestros jugadores. Les estoy agradecido", se lamentó tras la eliminación el entrenador danés, Kasper Hjulmand.

Contra todo pronóstico, la historia había comenzado favorable para los visitantes, la gran sorpresa del torneo tras haberse repuesto de la marginación de su figura, Christian Eriksen (Inter), en el debut cuando sufrió un paro cardiorrespiratorio en pleno partido. Los nórdicos se pusieron en ventaja a los 30 minutos con un terrible golazo de tiro libre del atacante Mikkel Damsgaard (Sampdoria), quien desde bien lejos dejó sin chances a la volada de Jordan Pickford (Everton) y le quebró el invicto que venía sosteniendo a lo largo de cinco partidos.

Pero no duró demasiado la alegría danesa. A los 39, Harry Kane (Tottenham) metió un gran pase filtrado para el desborde del extremo de 19 años y ascendencia nigeriana Bukayo Saka (Arsenal), quien mandó el centro para la llegada del nacido en Jamaica Raheem Sterling (Manchester City) debajo del arco. El defensor y capitán danés Simon Kjaer (Milan) le ahogó el grito, pero porque se lo hizo en contra.

El domino inglés se hizo sentir a lo largo del encuentro, por jerarquía individual y juego colectivo, pero no fue hasta el primer tiempo extra que lo materializó en el marcador, y de qué manera. Con mucha acción en el área danesa, no era de extrañar que alguna de las incursiones del indomable Sterling finalizara con zambullida y cobro. La definitiva fue a los 103, cuando el del City se metió entre dos dentro del área, terminó en el piso y el árbitro pitó la pena máxima en una jugada sucia, en la que incluso había otra pelota por donde pasó Sterling.

En la cámara lenta se advirtió que no hubo contacto, pero el VAR no dio marcha atrás con el cobro y Kane se hizo cargo. Claro que con la espectacular jornada de Kasper Schmeichel (Leicester) la tuvo difícil: el uno danés le atajó el remate pero, en el rebote, finalmente llegó el 2-1 de los ingleses, que jugarán la final contra Italia el domingo, desde las 16, en Wembley.