El cierre de listas para las primarias de septiembre en Rosario ratificó un esquema de construcción política que proablemente les dé réditos a los dirigentes partidarios a la hora de sumar adhesiones pero dificilmente haga lo propio para mejorar la vida de los rosarinos. A esta altura, ya no sorprende la mudanza de mediáticos a "la política", sobre todo cuando más de uno ha denostado "a los políticos y a la política" como caballito de batalla de su trabajo en los medios. En rigor, la responsabilidad del debutante candidato es compartida por el veterano ofertante, llaménse como se llamen. Desde ya que hay unas pocas excepciones que han construido una labor parlamentaria acorde a sus antecedentes periodisticos: con compromiso social, con la defensa de los derechos humanos, batallando por las cuestiones de género, y otras preocupaciones genuinas, cosa que en la mayoría de los nuevos candidatos no se verifica. Lo que cabe preguntarse es hasta qué punto ganar ahora, como sea, no es a la vez perder a largo plazo.

¿Por qué "la política" ofrece caras antes que mentes, slogans más que ideas y proyectos, y un presente "fast food" en lugar de un futuro promisorio? Algunas explicaciones se ensayan entorno a las limitaciones que impuso la pandemia. "No será un campaña como las anteriores, de hecho será el primer comicio en 'cuarentena', con las limitaciones a la circulación, la reunión y con el estado de ánimo a la baja", dicen quienes definen este modelo. Eso es así, pero a la vez, podría haber sido un incentivo para ir por otro lado a la hora de ofrecer nuevas ideas y modelos para salir de una crisis que se expresa en todos los niveles. Podía imaginarse que se apelaría a revitalizar la militancia, la solidaridad, el trabajo territorial, la inventiva para transformar una penosa realidad. Nada de eso parece expresar, más que la conformación de las listas, la presencia de algunos que las encabezan.

Los partidos mayoritarios no consiguieron la "unidad" declamada y "necesaria en estos momentos", según ellos mismos.

En el Frente Progresista se presentan cuatro listas, en el peronismo otras tantas y media docena en Juntos por el Cambio. En los tres espacios, además de los referentes partidarios, se apeló a la variante "cara conocida" (CC). A eso hay que agregarle los partidos con menor representación, que también aspiran a seguir en el Concejo y algunos candidatos por fuerzas sin ediles --apelando a la variante CC-- que intentarán llegar al Palacio Vasallo.

En las PASO del 12 de septiembre se definirá el orden de los candidatos de cada uno de los espacios en los que seguramente alternarán --según quién saque más votos-- los mediáticos y los militantes. Eso obligará a un esfuerzo por no descalificar a quien, más temprano que tarde, estará "pegado" en la misma boleta. Sin embargo, se puede prever una campaña con una fuerte presencia en los medios antes que en las calles. Una inundación de carteles, afiches y spots publicitarios que harán más conocidos a los conocidos y con menos chances a los otros. Dejar todo en manos de los medios y sus productos es una rendición incondicional que la sociedad no debería propiciar. Los candidatos son eso, y esos. No todos son iguales ni representan lo mismo, aun dentro del mismo espacio que comparten. Alguno de ellos inclusive pudo haber sido candidato por otro partido de pensamiento compatible o totalmente en las antípodas. Eso lo saben ellos mismos, y tampoco es la primera vez. Hubo quienes en el "draft" del 2019 ficharon para una fuerza y después fueron a "ofrecerse" a otra, para el mismo cargo, como si se tratara de los novatos de las NBA. Y en este cierre, hasta última hora hubo negociaciones de todo tipo, que inclusive depararon sorpresas en un contexto donde la capacidad de asombro prácticamente ha desaparecido.

Como se dijo más arriba, hay responsabilidades compartidas entres quienes invitan y quien reciben y aceptan la invitacion. Hay intentos de presentar el "salto a la politica" como una acción épica. Realmente algunos lo pueden creer. Otros, más pudorosos, se defienden mejor callados. Pero finalmente está en manos del electorado consagrar o no a cualquiera de los candidatos. El hecho más valorable es que se exponen a la consideración popular. No serán concejales por sorteo o por decreto. Los y las que resulten electos serán el reflejo de la voluntad popular. Ese mismo colectivo que los ha escuchado a muchos de ellos hablar de "la política" como si fuera mala palabra, podrá elegir a algunos de ellos o a otros/as que se ofrecen tal vez con atuendos mas austeros, modos menos estudiados y una limitada "facilidad de palabra". Desde ya que hay diferencias, y bien valdría la pena hacerlas conocer para no lamentarse más adelante. Cuando se elije un médico para ser atendido, o se averigua como es la escuela donde mandar a los hijos, se hace una tarea de "inteligencia"; se averiguan los antecedentes, las capacidades, la trayectoria.

 

Elegir un concejal o un diputado no debería ser un hecho menor. Nadie pone su salud en manos de un galeno porque tenga pinta o sea simpático. En la política ocurre lo mismo, a uno lo puede seducir el envoltorio del paquete, pero lo importante, es la sustancia. En definitiva, está en manos del electorado. No ya la suerte de los candidatos, sino su propio destino y el de la ciudad.