La historia de Juventud Antoniana se remonta a 1916. Fundado por la orden de los Franciscanos como un centro de contención para jóvenes, el club comenzó a expandirse y rápidamente sumó al fútbol entre sus actividades.

Hasta 1967 el interior del país, salvo algunos equipos de la provincia de Santa Fe, solamente podían participar en campeonatos locales de sus provincias. Básicamente, jugaban en sus ligas de origen.

A partir de ese año la historia de los torneos federales empezará a modificarse, al tiempo que el pueblo “Santo” comenzará a crecer día a día, tanto en su reducto, como en diferentes barrios de la capital salteña.

Un equipo se forma

Matías Daher es parte del Departamento de Historia Oficial de Juventud Antoniana. Poco a poco comienza a hilvanar un relato que narra la historia de una constante y obstinada búsqueda de victorias deportivas “En el 1967, con la creación del torneo regional y nacional, Juventud empieza a tener una participación muy fuerte. En en el año 1971 logra la primer clasificación a un torneo nacional. Es el primer equipo salteño en llegar a la máxima categoría”.

Luego de este primer logro, vendrán vaivenes deportivos que lo alejarán del torneo mayor. El equipo seguirá empujando desde el norte del país, pero las condiciones resultan desiguales en relación a los equipos más cercanos a Buenos Aires.

“Juventud jugó todos los torneos del interior desde el 87 hasta el 95, pero fue en 1996 cuando se da otro hecho, uno de los más importantes de la historia deportiva del club: el ascenso al Nacional B”, cuenta Daher. El partido puede verse aquí:

Esteban "Buitre” Espeche, nacido en Metán, era uno de los integrantes del equipo de Juventud hacia 1996. Con 16 goles en 27 partidos, era una referencia indiscutida: “El plantel se empezó a formar con Salvador Ragusa. Él fue el técnico que vino primero a Salta y formó el plantel del 96. Trajo muy buenos jugadores. Después Salvador se fue por un problema interno que teníamos nosotros con la dirigencia. El decidió irse, pero dejó una base del gran torneo anterior que llegamos hasta las instancias finales. Salvador arma el equipo, después hay un interinato del 'Panza' Mamani y nos volvemos a encolumnar porque se había dado inclusive una lucha interna”.

El director técnico que se hará cargo del conjunto antoniano será Juan de la Cruz Kairuz, un cuestionado personaje que recogió varias denuncias por su participación en la policía jujeña durante la ultima dictadura militar (https://www.pagina12.com.ar/diario/deportes/8-49818-2005-04-17.html?mobile=1).

El historiador antoniano continúa con el relato: “Era un buen plantel, pero no de los económicamente más caros del torneo. Tenía muchos jugadores de la zona, eso le daba un sentido de pertenencia muy fuerte. En la base del equipo que termina jugando, el único que no era del norte es Martín Ligori. Después eran todos de la región (…) No perdió ni un punto de local en la etapa de fases hasta la final”.

“De local no nos podía ganar nadie, éramos un equipo fuerte. El 'Chato' Rosas, el 'Pichi' Velarde, son de los mejores jugadores de la historia que pasaron por Juventud. Ligori era otro de los emblemas de aquel equipo”, comenta el Buitre Espeche.

Y Daher añade: “Juventud logra imponerse en la zona ganando todos los partidos de local. Y de la otra zona, del sur, venía un equipo muy poderoso como era Cipolletti, con mucha convocatoria, con mucho poder económico. Era una final muy importante”.

Continúa el historiador Santo: “En el primer partido de la final, Juventud pierde sus primeros puntos en todo el torneo. El peor partido del campeonato quizás. Cuando termina el encuentro se notaba la preocupación de la gente y del periodismo local. Sin embargo, en las declaraciones post partido, los jugadores declaran que tenían fe.”

La final 

Norma Sales hoy tiene 69 años. Es un personaje reconocido por toda la parcialidad de Juventud. Si bien nació y creció cerca de la estacion ferroviaria, donde afloran los simpatizantes de su clásico rival, Central Norte, se hizo hincha del Santo. Como si esto fuera poco, se casó con un hincha de Juventud que conoció en la escuela secundaria.

A Norma no le gusta que le digan fanática, pero lo cierto es que su amor por los colores antonianos son incondicionales. Uno de los tantos viajes que hizo siguiendo al primer equipo, fueron los 2000 kilómetros que separan Salta de Cipolletti. “Yo vivía en Orán, así que el viaje fue más largo. Primero 300 kilómetros hasta Salta y ahí me subí al micro rumbo a Cipolletti”.

La diputada, como la conocen en el estadio, y no por tener algún cargo político sino por proteger más de una vez a varios simpatizantes antonianos en distintos lugares del país, recuerda aquel día: “El viaje fue maravilloso. A mí siempre me pareció hermoso viajar con la hinchada antoniana. De ese viaje hay mucho por recordar. Todos contando cuentos, haciendo chistes, muchas risas, anécdotas muy lindas”.

Daniel Tognini es el hijo de Norma. Tenía 17 años en aquel momento: “Con mi vieja fuimos a casi todos los partidos de ese campeonato, a San Juan, a Tucumán, inclusive hubo un viaje que no llegamos a Santa Fe y nos quedamos en Corrientes. Y claro que también fuimos juntos a Cipolletti”, relata con emoción y agrega: “Cuando llegamos, recuerdo que estaba todo armado para que sea una fiesta y ellos salgan campeones. Diez o quince minutos antes del partido llegamos a la cancha. No nos esperaban, pensaban que no iba a ir nadie. Porque Cipolletti jugó muy bien en Salta, entonces la gente que viajó fue con mucha fe. Éramos apenas 4 colectivos que estaban colapsados, había gente que dormía en la bodega. Seríamos unas 400 personas en los micros y algunos más que también fueron sueltos. Fuimos a ser parte de su fiesta, pero la historia fue otra.”

Matías Daher recuerda: “En el diario de Salta, el día anterior sacaban una foto a los hinchas que estaban por viajar y ponían ‘viajeros con mucha fe’, y fue eso, mucha fe. Era como un imposible”.

El largo viaje de aquellos cuatro micros hasta Río Negro buscando el milagro deportivo, se llenó de anécdotas y peripecias ruteras. Tal fue el caso cuando, entrados en la Patagonia, se toparon con Gendarmería que al requisar los micros encontró cantidad de carne que tenía destino de asado pre partido.

Por aquellos años la epidemia de cólera azotaba el norte argentino, particularmente a Salta, y las restricciones para quienes llegaban de aquellos lugares implicaban no poder pasar con alimentos frescos.

La desesperación le dio paso el ingenio, y los hinchas antonianos apuraron el almuerzo e improvisaron al costado de la ruta fogatas donde, al mejor estilo paleolítico, fueron quemando la carne con un palito al calor de las llamas.

Mientras tanto, en las inmediaciones de la cancha de Cipolletti, la expectativa era grande. “Habían preparado toda la fiesta. Se habla de que se había prometido un auto cero kilómetro para cada jugador. Hubo fuegos artificiales, estadio lleno. Todo preparado para la fiesta. Inclusive los periodistas de Cipolletti en la transmisión televisiva decían abiertamente que estaba todo listo para la fiesta", cuenta el historiador de Juventud.

El hincha viajero Daniel Tognini recuerda una simpática anécdota: “Mi mamá siempre va a la platea en Salta, entonces en Cipolletti no quería romper la cábala”. Así fue que gracias a su mote de diputada, no solo logró ingresar a la platea sino que permitió que 60 hinchas antonianos que no tenían dinero para pagar la entrada, pudieran ingresar a la tribuna popular con una invitación especial.

Un grito en el sur 

El partido era muy tenso. Pasaban los minutos y los rionegrinos comenzaban a impacientarse. Al frío del invierno patagónico se sumaba la lluvia y un terreno irregular.

Así lo comenta El Buitre Espeche: “La cancha estaba llena de acerrín y además llovía. Te caías todo el tiempo. El acerrín se te metía adentro en los botines y tenías como cien kilos más en las piernas. Fue un partido duro porque ellos no podían entrar y nosotros estábamos esperando el contragolpe. Creo que ellos pensaban que nos podían ganar fácil”.

A los 20 minutos del segundo tiempo comenzó a darse lo impensado. Matías Daher se emociona al comentar el momento: “Fue una contra espectacular que hace 'Chocolatín' Pereyra, le da el pase al Chato Rosas y termina definiendo el Buitre Espeche”.

Esteban Espeche recuerda: “El gol no me lo olvido nunca. El Chato agarra la pelota y la tira por arriba del arquero. Yo venía corriendo por el sector derecho entrando con el defensor de ellos. El tema es que la pelota iba a pegar en el palo, y si la pelota pegaba en el palo y volvía, me iban a cobrar off side. Entonces antes de que llegue al palo, toco la pelota. No me voy a olvidar nunca. En esa cancha había mas gente de la que podía entrar y estaba muy pegado el alambrado. Había tres o cuatro filas y después empezaba la tribuna llena de gente. Después del gol me encontré la red y toda la tribuna de ellos… fue un gol soñado”.

La cancha con veinte mil personas enmudeció por completo. El puñado de hinchas del Santo comenzó a hacerse sentir y a soñar despierto con el ascenso.

Daniel, con sus 17 años, no podía creer lo que estaba viviendo: “El gol fue una cosa increíble, me trepé al alambrado, no sabía que hacer. Estábamos muy nerviosos, unas ganas de que se termine el partido ya. Había jugadas que ni miraba cuando Cipolletti llegaba al arco”.

Espeche relata: “Después del gol teníamos que aguantar. Era una posibilidad única, y lo logramos. Terminó el partido y después se armó un lío bárbaro, entraron todos los hinchas…”.

Una vez que el arbitro Oscar Sequeira dio el pitazo final, un alambrado se abrió sorpresivamente y los hinchas del equipo local ingresaron al campo de juego. La situación fue caótica por unos minutos, desatándose una verdadera batalla campal. La peor parte se la llevó uno de los referentes del equipo antoniano, Martin Ligori, quien sufrió serios golpes que fueron tristemente recordados durante años. Aquellos hechos tomaron la tapa de todos los diarios, empañando la hazaña de Juventud. Una imagen que recorrió el país.

Regreso glorioso

Con la hazaña consumada, “Los heroes de Cipolletti” volvían a Salta.

El día 8 de julio, al día siguiente del partido, llega el plantel al aeropuerto. Se calcula que fue la caravana, la movilización, más grande de la historia del fútbol salteño. Del aeropuerto a la plaza 9 de Julio y de ahí a la cancha de Juventud. El colectivo no podía avanzar, iba a paso de hombre, los hinchas se terminaron subiendo arriba del techo. Más de 60 mil personas en las calles. El diario publicó “algo nunca visto’”, comenta Daher.

El Buitre, goleador del torneo, recuerda aquel retorno: “El regreso fue algo que no esperábamos, ninguno del plantel. Nunca pensamos que vaya tanta gente. Cuando íbamos llegando a Salta, el piloto nos avisaba que faltaba poco para llegar, pero dábamos vueltas y vueltas y no bajábamos nunca. Se ve que ahí ya le informaban que espere un poco por lo que estaba pasando. Nosotros pensábamos bajar, ver a la familia e irnos a casa. Resulta que cuando llegamos era impresionante la cantidad de gente que había. Desde el aeropuerto hasta el centro de la ciudad eran filas y filas de autos. Fue impagable, esas cosas no las viví nunca más en la vida y tampoco creo que se las vivió en Salta”.

Si hay una situación particular, es la de aquellos 400 que viajaron a Cipolletti, ya que cuando los jugadores pisaban Salta y la caravana histórica estaba en marcha, aquellos testigos antonianos aún se encontraban viajando. Tognini recuerda: “Cuando llegamos a la noche a Salta, ya habían pasado todos los festejos. Así que los 4 colectivos empezamos a dar vueltas solos a la plaza 9 de Julio”.

Aquel invierno de 1996 quedará en el recuerdo imborrable de todos los hinchas de Juventud Antoniana. Hoy, las anécdotas y sensaciones de aquellos días invaden las tribunas del Honorato Pistoia, fraile que llegó a Salta con la mirada puesta en el pueblo y se enamoró del tricolor.

Esta semana se cumplieron 25 años de aquella hazaña. Un cuarto de siglo de un glorioso momento para el fútbol salteño y para Juventud en particular.

Esperando el próximo gran festejo, el próximo gran milagro o la nueva hazaña, las tribunas del santuario de la Lerma siguen alentando con la esperanza intacta de volver a ver al Santo en lo más alto.