Hace mucho tiempo que Abel Pintos dejó de ser aquella joven promesa del folklore. A fuerza de su voz como elemento principal, el músico bahiense está cada vez más abocado a la exploración de una canción sin etiquetas ni fronteras. Una canción pop iberoamericana. “Soy una persona ecléctica”, enfatiza Pintos, quien acaba de publicar su nuevo disco, El amor en mi vida, una obra en la que desnuda sus emociones más íntimas y personales. Un disco que le sirvió al cantante y compositor para revisar y sanar asuntos del pasado, y celebrar un presente desbordado de amor. Es que el año pasado fue padre de Agustín (junto a su compañera Mora Calabrese) y se fue a vivir con su familia a Resistencia, Chaco. “Necesitaba un disco confesional y en tiempo presente. Porque felizmente me desborda todo lo que estoy viviendo y necesitaba compartirlo hoy, no en el próximo disco”, le dice el músico de 37 años a Página/12.

“Estoy en Resistencia desde agosto del año pasado. Decidimos venir para que Agustín naciera acá y estando acá decidimos que iba a ser nuestra ciudad de residencia”, precisa Pintos y se lo nota receptivo para contar sobre su presente familiar. “Fue una decisión muy natural y me generó también mucha alegría, porque en definitiva la intención es que tanto Guillermina (hija de Mora) como Agustín estén cerca por lo menos de una de las dos familias. Mi familia está dispersa por distintas ciudades, entonces en Buenos Aires quedábamos como en el medio. Y como yo también viajo mucho me genera alegría saber que mis hijos se van a criar a diario en contacto con una parte de la familia”, apunta. “Es otro el ritmo, naturalmente, lo cual ya significa un cambio grande para mí. Cuando me siento a tomar un mate con la familia, cuando estoy con uno de mis hijos o cuando voy a comprar a la despensa son momentos en los que realmente me abstraigo, y eso me ayuda a descansar mucho”, dice sobre su nueva vida en Chaco.

-Entonces, ¿incidió mucho la paternidad en este disco?

-Sí. Y además de la paternidad, la formación de una familia: eso es lo que influyó mucho en este disco. Pero influyó primero en mí la decisión que tomamos Mora, Guillermina y yo de formar una familia. Cuando conocí a Mora, conocí también a Guillermina, que ahora tiene 13 años. En un momento, al margen de mi amor con Mora, los tres decidimos recorrer un camino como una familia. Cuando tomamos esa decisión, automáticamente yo me paré en otro lugar en la vida. Venía de una vida de treintaitantos años vividos de manera individual y pasaba a empezar a pensar, proyectar y construir a diario una vida conjunta. Y mi forma de ver las cosas me hace sentir que no quería seguir funcionando de la manera en la que lo venía haciendo y ahora solamente sumar otras personas a mi vida. Realmente lo que quería era empezar a ver y construir no solo para mi familia sino junto a mi familia. Entonces, pararme en otro lugar en la vida para ver las cosas y para interpretarme a mí mismo, influyó automáticamente en mi música. El disco se llama El amor en mi vida justamente porque en este proceso y en esta etapa advertí que el amor se hace presente en mi vida a través de muchas personas y de muchas maneras a diario.

De hecho, Pintos está nominado a los Premios Gardel por su canción “Piedra libre”, dedicada a su hijo Agustín. “Mora estaba embaraza de Agustín como de cuatro meses y  soñé que jugaba a las escondidas en la casa con él aunque todavía no había nacido. No lo veía claramente en el sueño pero sí sentía su presencia. Es un poco lo que después buscamos representar en el video de la canción”, cuenta el músico sobre uno de los singles, que había lanzado en 2020. En una parte de la canción, canta: "Y ya no puedo esperar a que estés aquí / Tanta oscuridad, tanta soledad en el mundo y ya no puedo esperar a tenerte aquí / Tengo miedo y no lo admito pero no es mentir / Y aunque ya se haya escrito / Eres mi razón para vivir”. Dice ahora: “La verdad es que la parte de los temores y de la incertidumbre estaba más ligada a todo lo que estaba pasando del otro lado de la ventana de mi hogar, que era toda esta locura que vivía y vive la humanidad. En definitiva, la canción habla de eso también: al mismo tiempo que se lo expresaba a Agustín también se lo expresaba a la gente a la que extraño, que no veía la hora de volverla a ver”.

Este es, sin dudas, el disco más compartido de la obra del artista bahiense. No solo por la participación y colaboraciones de voces como Lali Espósito (“Disparos”), el cubano Yotuel Romero (“Camina”), la española Beatriz Luengo (“El hechizo”) y la banda mexicana Camila (“De mí, contigo”), sino también porque Pintos compuso muchas de estas canciones junto a diversos autores y compositores: Kany García y Tommy Torres (Puerto Rico), el dúo San Luis (Venezuela) y Gian Marco Zignano (Perú), entre otros. Y también participaron reconocidos productores, como Eduardo Cabra en la bachata “Abrazándonos”, por ejemplo. “Cuando comencé a escribir las canciones de este disco, estaba atravesando el pasaje más denso de un proceso emocional en el que mi familia jugó un rol fundamental. No solo me acompañaron y apoyaron, sino que hasta me brindaron herramientas para poder atravesarlo”, contextualiza Pintos.

-¿Y eso fue un aprendizaje para abrirte a los otros?

-Cuando advertí esto, aprendí que uno se va conociendo y construyendo con el ejercicio de mayor conciencia posible sobre sí mismo, y con los ejercicios de introspección y reflexión. Pero que también las otras personas que lo acompañan a uno en esos momentos pueden brindar un montón de herramientas si uno sabe recibirlas. Entonces, cuando lo trascendí, me di cuenta de que había sido parte por mi voluntad y mi esfuerzo, pero también por esa colaboración. Por eso quise trasladarlo a lo artístico y diseñé una lista de autores, compositores y artistas. A muchos de ellos ya los conocía y comparto cierto grado de amistad, por lo tanto confié en ellos como personas y como músicos. Y había otros que no conocía pero en los que confío mucho musicalmente. Confiaba en que iban a tener la sensibilidad y sobre todo la generosidad necesaria como para acompañarme en este proceso.

-¿Y cuál fue el criterio para elaborar esa lista?

-No hubo un criterio muy razonado, hubo más una cuestión intuitiva. Se basó mucho en la admiración que siento por años de analizar las obras de estos artistas. Por poner un ejemplo concreto: Camila. Fui a escribir una canción con Mario Domm y después vino la idea de la colaboración con el grupo Camila. Ellos son una banda que ha sido muy influyente sobre todos los que hemos abordado la balada como género musical. Y Mario siempre me resultó un compositor que constantemente se estaba desafiando a sí mismo; eso me atrapó hace muchos años y fue lo que me hizo confiar en él. Vanesa Martín (compusieron “Ida y vuelta”), por ejemplo, es una española que viene de la canción de autor y es una de las artistas más masivas de España, porque supo ligar el peso de su poesía a lo descontracturado del pop español y lo hizo con absoluta naturalidad.

-¿Y con la cantante y compositora española Beatriz Luengo cómo se dio la colaboración? Hicieron juntos "El hechizo", una canción urbana con rapeo incluido.

-Con Beatriz ya compartíamos una amistad hace una buena cantidad de años. Con ella grabé en un disco suyo de duetos, Cuerpo y alma (2018), y ahí sentimos una conexión inmediata. Es una canción de música urbana, sí, porque la música urbana abarca una gran cantidad de géneros. En este caso, tiene elementos de la música urbana, sobre todo desde el audio. El productor de esta canción es Yotuel, uno de los creadores del movimiento de la música urbana. Esta canción tiene mezcla de la música folklórica latinoamericana con la música urbana, con un beat bailable y ciertas pinceladas de pop.

-Más allá de los efectos negativos de la pandemia, ¿te sirvió el freno y el confinamiento para hacer este disco?

-En realidad, todo esto que sucedió no me ayudó a hacer eso sino que no tuve otra alternativa. Ojalá hubiera hecho el disco como lo hacía siempre, entre gira y gira, y esto nunca hubiera sucedido. Pero bueno, frente a lo que sucedió, me sentí con mucha suerte de poder tener las herramientas necesarias a mano como para ser productivo con mi trabajo. Encontré en la fe y en mi familia un lugar donde hacer pie. De otra manera, hubiera sido muy difícil poder seguir adelante concentrado en un trabajo así.

-Este disco se presenta como el más personal de tu obra, al menos desde las emociones que se expresan en las letras. ¿Necesitabas hablar más de vos?

-Sí. Y necesitaba hablar más en tiempo presente. En todas mis canciones siempre escribí respecto de los balances que hacía de cada experiencia vivida y procesada, pero en este caso estoy hablando de lo que hoy estoy viviendo. Y las canciones que no hablan en tiempo presente, como "Tiene tu amor", formaron parte de un pasaje de esta familia que hoy está formada en mi vida personal. Es decir, lo que canto en "Tiene tu amor" formó parte de un pasaje de mi relación con mi compañera que hoy está a diario en mi vida. Entonces, si bien esa canción no es presente, porque hoy estamos juntos, es parte de toda esta cuestión. Necesitaba un disco confesional y en tiempo presente, porque felizmente me desborda todo lo que estoy viviendo y necesitaba compartirlo hoy, no en el próximo disco.

-¿Y hacer una canción te sirve como catarsis o para resolver una situación con vos mismo?

-No sé si es que me ayuda a resolver algo, pero sin lugar a dudas muchas veces me brinda una herramienta. Una vez a una poeta le preguntaron por qué escribía y dijo "escribo para saber lo que pienso". Y me siento muy reflejado en eso, porque en las canciones muchas veces descubro o desgrano de alguna forma lo que pienso en la actualidad al respecto de mi propia experiencia como ser humano. A veces una canción permite darle claridad a algo.

-La canción está por delante.

-Sí. Cuando uno hace una canción, es muy difícil ponerle los filtros de la razón a la composición. Normalmente uno es mucho más intuitivo que otra cosa al escribir: el proceso de composición es muy honesto.

-¿Y cuál fue la búsqueda sonora del disco? Porque aparece el pop, la balada, la música urbana, la canción latinoamericana…

-En general, soy un artista ecléctico musicalmente. Pero también, así como busqué la colaboración en los cantantes y compositores, también quería la colaboración de distintos productores que pudieran dejar su huella y hacer una lectura de lo que les planteaba. Por eso, aparecen un Yotuel Romero de la música urbana, unido con un Nano Novelo, argentino, que tiene un gusto hermosísimo para el pop; y también conectado con Eduardo Cabra, que es un tipo siempre muy exquisito en el audio y la elegancia de la música, que produjo "Abrazándonos".

-Más allá de que girás seguido por todo el continente, ¿buscaste que este disco en particular tenga una proyección latinoamericana o iberoamericana?

-La verdad es que nunca pienso la música de una forma estratégica desde la proyección. Siempre sentí que la música tiene su propio viaje y llega adonde tiene que llegar, independientemente de las proyecciones que uno pueda hacer o no. No soy muy amigo del famoso target o de las clasificaciones. Por tanto, no pienso en tal disco para que tenga cierta proyección internacional. Hago el disco que necesito hacer y después trabajo de maneras muy concretas para que pueda llegar a la mayor cantidad de lugares posibles.

-Claro, confiás en las canciones, así como también confías en el concepto de disco en tiempos de hegemonía de los singles. ¡Es un disco de 15 canciones!

-Es un disco largo porque tenía mucho que decir. Entonces, por eso fue un disco largo; así se lo expliqué y propuse a la compañía discográfica, y lo respetaron. Soy de la generación de los discos y por tanto va a ser muy natural para mí seguir por lo menos durante unos años componiendo de manera conceptual un disco. Pero también he aprendido en este tiempo a empezar a conocer o dar mis primeros pasos en este nuevo mundo de la música en singles como universos propios, que también me desafíó artística y productivamente. Y aprendí mucho y me sentí muy a gusto para ser un mundo tan desconocido para mí. Siento haber ganado una herramienta, porque sé que ahora en determinadas situaciones no necesito esperar a tener un concepto en mi mente: si hoy hago una canción que me emociona mucho y que quiero compartir con el público, puedo hacerlo casi de inmediato, y eso me parece también muy divertido.

-¿Se viene gira de presentación?

-La semana próxima empezamos los ensayos virtuales con la banda para empezar a poner a sonar el disco. En dos semanas empezamos con mi equipo de diseño y ejecutivo de los shows a trabajar en la gira. Ya estamos hablando con los productores locales de distintas ciudades de la Argentina y del mundo. Tenemos la expectativa de estar listos y tener la posibilidad de empezar la gira en septiembre u octubre…

Documental

El recuerdo de Daniel Toro

Hay un registro audiovisual conmovedor de Abel Pintos, en 2014, en el Estadio Único de La Plata cantando a capela ante miles y miles de personas “El antigal”, una canción emblemática del cantor, compositor y guitarrista salteño Daniel Toro, con letra de su socio creativo Ariel Petrocelli. Pintos había grabado esa versión en su primer disco en vivo, Sueño dorado (2012), un trabajo registrado en la imponente Ciudad Sagrada de los Quilmes que resume 15 años de carrera. “’El antigal’ estuvo en la lista de temas una sola vez desde que la canto, que fue el show que grabé en Tucumán en el disco Sueño dorado. Esa fue la única vez que la programé, pero siempre la canto cuando me viene en ganas cantarla y cuando una parte de mí lo necesita. Así que la sigo cantando y seguro lo haré durante mucho tiempo más”, dice el bahiense, admirador de la obra del cantor salteño, una de esas referencias folklóricas que lo acompañan desde siempre.

Este año se estrenó El nombrador, una película dirigida y producida por Silvia Majul que aborda la vida y obra de Toro. En pantalla, Abel Pintos, entrevistado por su hija Daniela Toro, se emociona profundamente cuando habla del salteño. “Su familia siempre me ha tratado con un cariño muy especial, y me ha permitido un acceso a Daniel que aprecio y valoro mucho”, resalta Pintos. “Daniel me parece una leyenda viva, desde niño que yo lo veía así. Un tipo que se trascendió a sí mismo en vida, un ser humano muy notable. Fue muy grande la obra que nos legó en tan poco tiempo, porque en definitiva fueron veinte años de una productividad arrolladora. Así que fue un honor absoluto ser parte de su película y de un registro que va a inmortalizar su imagen, su nombre y parte de su obra, como él inmortalizó tantas cosas a través de la música”, rescata.