La construcción de la subjetividad infantil se enmarca en un mundo donde los adultos no han integrado sus diferencias respecto a estas problemáticas, lo que tiene como consecuencia situaciones diferenciadas donde hay niños y niñas que pueden jugar, estudiar, mientas otros deben hacerse cargo de la subsistencia. Limitaciones que muchas veces son asumidas de manera consciente o inconsciente y que funcionan amplificando o perpetuando una situación de clase percibida como inevitable.

Antes de abordar el impacto psicológico del trabajo infantil, sería bueno revisar algunas cuestiones macrosociales en Catamarca, que denotan diferencias estructurales entre la capital y el interior de la provincia.

Desde la Secretaría de Familia de la provincia, en el marco de la Ley Nacional 5357 y la Ley provincial 26061, bajo la implementación del programa “Regreso a casa”, se busca restituir los derechos de niñas y niños en situación de trabajo infantil, involucrando a las familias y a los distintos sectores de la sociedad. De manera articulada el municipio capitalino, la Provincia y la Nación, llevan a cabo acciones reparatorias. Se aborda y acompaña la temática a través de operadores de la calle del Ministerio de Desarrollo Social. Por otro lado, tras la pandemia, se ha notado un incremento de niños y niñas trabajando en la capital, sobre todo en la venta ambulante.

Precisamente, hace unas pocas semanas, en el contexto del día mundial contra el trabajo infantil, la Agencia Territorial de Trabajo de Catamarca organizó un conversatorio en el que surgió la necesidad de encarar una encuesta provincial para tener indicadores locales y evaluar los efectos de la pandemia sobre el trabajo infantil.

La situación en municipios es más difícil. Se trabaja articuladamente, pero la falta de disponibilidad de personal, instituciones, cierre de clubes, comedores, escuelas, han dificltado la tarea durante la pandemia.

Nos llama la atención que, de acuerdo con los informes de OIT-CEPAL, son tres los municipios del interior con máximo rango de riesgo, incluso mayor que el promedio nacional: Tinogasta, Pomán, y Santa Rosa (datos 2016-17) y que, pese a esos indicadores, el mayor trabajo articulatorio del Estado está enfocado en el municipio capitalino. En ese mismo año, el informe de la OIT alude a la menor cobertura de AUH en estos departamentos de alto riesgo.

Los estudios macrosociales, de carácter fundamentalmente descriptivo y cuantitativo, sirven para generar hipótesis (ejemplo: direccionamiento político para asegurar votos, incidencia de la específica cultura del trabajo en la población, obstáculos de la geografía intrincada en la dificultad de llevar a cabo políticas públicas, etcétera), sin embargo, tienen limitaciones para abordar las diversidades y complejidades de los fenómenos reales del trabajo precoz. O sea, el sujeto concreto -el niño o la niña que trabaja- queda perdido, subsumido en la caracterización estadística más frecuente.

Con respecto a la necesidad de trabajar para subsistir, en la capital los pequeños trabajadores provienen de las zonas marginales y en el interior, de las actividades rurales, donde la paga no reditúa la sustentabilidad económica de la familia (ejemplo, trabajo a destajo). En ambos lugares, capital y departamentos, hay que diferenciar trabajo de conductas graves de explotación infantil, tales como las de los mayores que regentean niños para usufructuar la recaudación resultante de pasar un trapo en el semáforo o limosnear por las calles, situaciones de prostitución infantil, venta de drogas, etcétera.

En cuanto al enfoque de trabajo infantil como cultura, se trata de un traspaso de valores, familiares, de grupos, de pueblos, transmitidos por otro adulto que, siendo significativo para el niño, lo introduce en un universo de sentido. 

El enfoque histórico-cultural del desarrollo humano, hace hincapié en que la organización psíquica de los procesos de sentido y significado se organiza en formas, niveles individuales y espacios sociales diferentes. Siempre hay articulaciones dinámicas más o menos permeables entre el individuo y la sociedad.

Uno de los elementos característicos de la subjetividad es la unidad de cognición y afecto. Si se incorpora la cultura del trabajo como un valor para el niño es porque otro significativo lo introduce en una red de sentidos, de valores. Habrá una intencionalidad en ese otro, un saber cómo actuar, qué es lo mejor o lo peor, qué es ofrecido como alternativa al menor como modo de tramitar el malestar de la vida. Por supuesto, que el infante, con su propia estructura de la personalidad, más o menos permeable, goza de un marco de decisión dependiendo de las condiciones de posibilidad externa e interna. El hecho de trabajar, tiene un sentido en el mundo adulto; le resuelve cuestiones económicas, le proporciona saberes, le permite habitar un ámbito de socialización e intercambio, de satisfacción o sufrimiento psíquico, etcétera. El reconocimiento de la importancia del trabajo en la humanización del hombre adulto, constituye una de las razones fundamentales de la transmisión de valores culturales al niño, aunque muchas veces éstas están al servicio de la reproducción y la perpetuación de una situación de sometimiento de clase social, con transmisión de valores conscientes o no.

Las consecuencias negativas están ligadas generalmente al hecho de que el trabajo infantil obstaculiza a los pequeños trabajadores de la participación de espacios relacionales supuestamente más favorables para el desarrollo de su subjetividad como son el familiar y especialmente, el escolar, donde además, debe considerarse lo lúdico como esencial. Hay también carencias familiares, familias tremendamente nocivas y escuelas donde se experimentan situaciones de inseguridad, baja utoestima, bulling.

El impacto en la subjetividad del trabajo infantil, será el resultado de una compleja interacción entre las experiencias del sujeto y los recursos subjetivos de que dispone en el momento que lo experimenta, en una sociedad determinada.

Hay que remarcar que existe una profunda diferencia entre la ley que prohíbe el trabajo infantil y la realidad de su cumplimiento. Una realidad donde se convive muchas veces en silencio cómplice con personal de control, con agentes que hacen vista gorda ante la falta de salida económica para las familias que luchan por su supervivencia, explotación infantil, prostitución, venta de drogas.

Toda la legislación nacional y provincial vigente hace responsable al Estado de observar estrictamente esta prohibición de trabajo infantil. Sin embargo, aún se discute en la sociedad si es admisible ampliar partidas y presupuesto para la intervención social reparadora.

Debería revisarse si hubo experiencias históricas exitosas, frente a estas problemáticas, para salir de la idea de que se trata de una fatalidad humana.

*Psicólogo