El lema citius, altius, fortius (más rápido, más alto, más fuerte) es ampliamente reconocido y venerado en el Movimiento Olímpico. Fue adoptado en 1894 cuando el barón francés Pierre de Coubertin instituyó el Comité Olímpico Internacional (COI). Este lo tomó prestado de su compatriota Henri Didon, un padre dominico al que le escuchó recitar la frase el 7 de marzo de 1891 durante la entrega de premios de un evento deportivo en la Escuela Albert Le Grand, en Arcueil, cerca de París, de la que era el rector. Impresionado, Coubertin citó el futuro lema olímpico en un informe publicado en la revista Les Sports Athlétiques pocos días después.

En su sitio web, el COI manifiesta que el lema olímpico “resume una filosofía de vida o un código de conducta” que “anima a los deportistas a dar lo mejor de sí durante la competencia”. Asimismo, de acuerdo con la Carta Olímpica, el mismo “expresa las aspiraciones del Movimiento Olímpico”. El COI aclara en su sitio web que el lema olímpico comprende no solo un significado deportivo y técnico sino también una perspectiva moral y educativa. En este sentido, Coubertin ya había dicho en 1929 que “la sonora llamada” de estas tres palabras, y los esfuerzos ingentes por mejorar el rendimiento son necesarios “para la vida deportiva y las proezas excepcionales indispensables para la actividad general”. Así, el lema olímpico implica una postura perfeccionista de la vida humana con énfasis en la excelencia individual.

La persistente pandemia de coronavirus ha generado un cambio imprevisto e insólito en el lema olímpico. Atribulado por sus efectos en el Movimiento Olímpico y motivado por las reformas que impulsa desde su elección como presidente del COI en 2013, el alemán Thomas Bach propuso en marzo de este año “complementar este lema añadiéndole, después de un guión, la palabra juntos, para lo que sugirió el vocablo latino communis.

Su propuesta, realizada durante el discurso de aceptación de su reelección como presidente del COI, reconoce que “aprendimos por las malas durante esta crisis del coronavirus que podemos estar a la altura de nuestro lema olímpico ‘más rápido, más alto, más fuerte’ en el deporte y en la vida, solo si trabajamos juntos en solidaridad”. Incitando a sus colegas del COI a imaginar metas más ambiciosas para el mundo postcoronavirus, Bach proclamó: “necesitamos más solidaridad dentro de las sociedades y entre las sociedades y esto se hizo obvio al comienzo del coronavirus cuando se pudo ver que la brecha social se estaba ampliando”. Prosiguió explicando que “el mundo es tan interdependiente que ya nadie puede resolver los desafíos realmente grandes solo” e insistió que su propuesta expresa “esta necesidad de solidaridad”. No sorprende que casi un siglo antes Coubertin dijera que, en el olimpismo, la filosofía constituyente del Movimiento Olímpico, “todo gira en torno a las obligatorias ideas de continuidad, de interdependencia y de solidaridad”.

Al mes siguiente, en una reunión virtual, el comité ejecutivo del COI avaló la propuesta de Bach y decidió ponerla a consideración de sus miembros durante la asamblea general a realizarse antes del comienzo de los Juegos Olímpicos Tokio 2020. Se descuenta que el nuevo lema olímpico será aprobado con entusiasmo. Por un lado, explicita que el deporte, la práctica social estructurante del Movimiento Olímpico, es un proyecto comunitario que demanda reconocimiento, cooperación y cuidado de las contrincantes. Por otro lado, enfatiza el carácter ecuménico del Movimiento Olímpico, así como su aspiración, tal como reza la Carta Olímpica, a “favorecer el establecimiento de una sociedad pacífica y comprometida con el mantenimiento de la dignidad humana”. Una preocupación central del olimpismo es la creación de una communitas de iguales morales que respetan sus diferencias. De esta manera, el olimpismo propone, tomando prestado libremente del filósofo francés Emmanuel Levinas, el reconocimiento celebratorio de la otredad e invita a cultivarla en el camino compartido hacia la excelencia.

El nuevo lema olímpico resume mejor, clarifica y hace más coherente buena parte del ideario olímpico. Es razonable esperar que el COI, en tanto líder del Movimiento Olímpico, pugne por materializarlo y lo utilice como guía de sus políticas e iniciativas. Por eso es también razonable esperar que el COI señale inequívocamente su postura respecto de los próximos Juegos Olímpicos de Invierno Beijing 2022 y la violenta represión por parte de las autoridades chinas del pueblo uigur y otras minorías predominantemente musulmanas en Xinjiang. Un sector de la comunidad internacional argumenta que se está cometiendo un genocidio contra estas minorías y que más de un millón de personas han sido trasladadas a prisiones y a campos de adoctrinamiento. Cabe preguntar el lugar de estas minorías en el “juntos” del nuevo lema olímpico. ¿Qué debería implicar en el caso de estas minorías la solidaridad invocada por Bach para justificar tal agregado? Imputando la inacción del COI, el antropólogo cultural estadounidense John J. MacAloon, declaró recientemente que los verdaderos movimientos sociales se ponen de pie y se oponen. Se verá si el COI, estimulado por el nuevo lema olímpico y el resto de sus preceptos, se comporta de esa manera.

* Doctor en filosofía e historia del deporte. Docente en la Universidad del Estado de Nueva York (Brockport).