Luego de una protesta social sin precedentes en Cuba, hubo un derrame de información que tuvo como engranaje principal las redes sociales. Como sucedió en otras experiencias de revuelta popular cercanas en el tiempo y en la región. La inmediatez de la información estuvo sostenida por perfiles personales que registraron lo que en Cuba resultaba inédito. A ello se superpuso el relato de los medios oficiales, campañas mediáticas tamizadas con fake news y una pregunta que a casi dos semanas del 11J no apresura su respuesta ¿Qué pasa en Cuba?: “Se trata de la protesta social más grande e importante de los últimos 60 años en el país. Había señales importantes sobre el descontento social y malestares acumulados. Una protesta social de este tamaño no existía hasta el momento”. Esta es la voz de Ailynn Torres Santana, militante feminista cubana de 37 años. Ailynn hace años que vive entre La Habana y Quito, y como consecuencia de la emergencia sanitaria quedó varada en la capital ecuatoriana: “En Cuba hay un control oficial muy notable de los espacios públicos, la militancia callejera no sólo no es usual sino que no es posible. Las ocupaciones del espacio público son más bien escasas y con consecuencias de criminalización para quienes lo hagan”.

La precarización de la vida en Cuba está amarrada al sistema de sofoco del gobierno de Estados Unidos, en primer lugar. Sin embargo, ésta no es exclusivamente la atadura que lleva a un hartazgo cívico con matices: “Una saga de medidas que tienen que ver con la reproducción y el sostenimiento de la vida han provocado un hartazgo, esto hacía previsible algún tipo de reacción colectiva a mayor escala, porque ya no es posible metabolizar toda esa situación en los espacios domésticos y en los espacios de activismo. La sistemática asfixia del gobierno de Estados Unidos hacia Cuba es un factor clave, se destinan millones a lo que ellos llaman “cambio de régimen”. Pero por otro lado, están los manejos ineficientes en términos económicos y políticos del gobierno cubano de cara a su propia sociedad, sumado a la crisis de la pandemia, donde ahora en Cuba se está viviendo el peor momento” explica Ailynn.

Una economía devastada

Los resabios de la pandemia han sido devastadores para la economía de la isla, pero el ambiente ya venía caldeado desde antes, urge abrir los espacios de pensamiento en donde converjan diálogos críticos, como una posibilidad entre muchas para ese horizonte de soberanía popular. Teresa de Jesús Fernández es filóloga y activista lgbtiq, nació un año después de la Revolución Cubana y vive en la isla: “La última semana ha sido una expresión de la realidad: por una parte la influencia de quienes apuestan a desestabilizar el país y su proyecto, y por otra quienes han llegado a un límite de soportación y ven en esas protestas la vía de hacerse escuchar”, afirma Teresa, y agrega: “A lo largo de estos 62 años han existido políticas internas muy discutibles que la propia revolución ha rectificado”. Señala dos ejemplos un poco alejados en el tiempo, pero que sirven de antecedentes para el análisis: por un lado la Unidad Militar de Ayuda a la Producción (UMAP) en los años 60 y por otro, la parametración en los primeros años de la década del 70. “En los últimos años, el reordenamiento económico y el paquete de medidas incluidas ha causado mucha inconformidad y ha dificultado la economía familiar y personal de la mayoría, agravada por el desabastecimiento real de los mercados”, concluye.

Katia del Llano Cuesta es economista y trabajó como asesora económica del presidente de la Asamblea Nacional de Cuba durante diez años. Para ella, el bloqueo puede desvanecerse en la medida en que el país posea una economía exitosa: “Es cierto que hay factores que están presentes con mucha fuerza en la realidad cubana, como el bloqueo económico de los Estados Unidos, que se ha reforzado en los últimos dos años, y los esfuerzos de ese país por subvertir el orden de la isla. Pero lo importante es analizar los factores internos que hicieron que cientos de personas, en su mayoría de barrios humildes, se lanzaran a las calles el domingo 11 de julio a protestar contra el gobierno. Considero que la pérdida de confianza en el gobierno y la falta de esperanzas en una mejoría de la situación económica en el corto y mediano plazo, han sido principalmente, los factores que han hecho estallar una crisis política”. Katia señala como una de las fuentes de malestar la existencia de una cadena de comercios que solo venden en divisas, algo que se anunció como excepcional y limitado a un grupo de bienes no esenciales, y cuyos ingresos servirían para abastecer a los de moneda nacional. Sin embargo, mientras estos comercios han crecido en número de instalaciones y en el surtido, que incluye ahora productos de primera necesidad, los de moneda nacional experimentaron un aumento de la escasez. Esa medida además, agudiza las diferencias entre quienes reciben remesas de familiares en el exterior y quienes no: “A pesar de que se anunció la interrupción de las inversiones no esenciales, ha continuado la construcción de hoteles para el turismo extranjero, mientras los existentes tienen un altísimo nivel de desocupación, y lo tendrán a mediano plazo como consecuencia de la crisis sanitaria. En contraste, son insuficientes los recursos constructivos para mejorar la situación habitacional. Las medidas para ampliar la actividad privada y posibilitar el despliegue de la inventiva y el aumento de los ingresos, anunciadas una y otra vez, no se han materializado”.

Los relatos de lo que pasa

Ailynn Torres Santana escribe hace años una columna en un portal digital y es doctora en Ciencias Sociales por FLACSO Ecuador. En diálogo con Las12 plantea la necesidad de de desexcepcionalizar a Cuba y ve en el proceso de su país algo que ya viene sucediendo en la región: “Existen continuidades en la Cuba contemporánea con este tipo de agendas y procesos, que vivimos en el resto de la región. Con respecto a este proceso concreto del que estamos hablando, lo que sucedió inicialmente es que fue un derrame informativo muy grande pero a través de perfiles personales, y una metabolización no siempre periodísticamente seria. Al mismo tiempo,  los medios oficiales reproducían exclusivamente el discurso gubernamental . Esta suerte de periodismo ciudadano fue la forma de acceder a lo que estaba pasando en el país”, cuenta Torres Santana.

Cabe pensar en cómo asimilar ciertos procesos cuando un hecho provoca una atomización tal de información que resulta una tarea titánica poder diseccionar. Por ahí se escuchaba que desde adentro y desde afuera de la isla las pantallas de los celulares encandilaban la búsqueda de respuestas, pero la Internet iba y venía. ¿Cómo arreglárselas sin eso? ¿Cómo pensar en este mundo hastiado de tecnología sin una conexión estable?: “Lo más difícil no fue el 11 sino los días siguientes, cuando el gobierno produjo un apagón tecnológico y telefónico, ahí sí no se tenía acceso a lo que estaba pasando en el país. Todavía la comunicación no es del todo estable. Esto no es común que pase, y tiene que ver con el alcance de las protestas. Los cortes de Internet focalizados no son extraños en momentos concretos, respondiendo también a sucesos políticos. Pero un apagón tecnológico y telefónico de esa dimensión no tenía precedentes”

Diálogo interrumpido

Teresa de Jesús Fernández es parte de una generación post revolución, un período en el que se reforzó el estudio, la ciencia y la tecnología. Existe sin embargo una población a la que ese tejido le empieza a quedar demasiado lejos. “Mi generación está anclada a nuestras vivencias, ellas y ellos -en referencia a la juventud- tienen aún que vivir y construir lo que aspiran, desde sus lecturas de vida. Mi generación siente el compromiso de apoyar mejorando porque esto representa nuestros sueños -cumplidos o no-, pero es a lo que apostamos, incluso desde una postura crítica”, relata.

En ese horizonte de intersección generacional se imprime como una clave el diálogo de retroalimentación entre quienes gobiernan y el pueblo, a sabiendas de que el déficit de escucha por parte del gobierno viene siendo un factor común a la vista de muchos sectores del pueblo cubano: “Debe ser posible crear un espacio de comunicación continua en el que se escuche a las comunidades y a los barrios, y se busquen soluciones conjuntas, si existe la voluntad de construir la Cuba que muchas generaciones deseamos y que no puede ser otra que una Cuba soberana, humanista, de, por y para las cubanas y cubanos que aspiramos a vivir en paz, con entendimiento y sin condicionamientos externos ni injerencias”, dice Teresa que hasta hoy reniega con no poder comunicarse a través de su celular con sus contactos fuera de Cuba.

Una experiencia que puede dar cuenta de esta interferencia en el diálogo está vinculada a la demanda de los feminismos para poner el foco en el abordaje de la violencia machista. En el 2019, Ailynn Torres y otras referentes feministas presentaron al parlamento una solicitud de ley para abordar el tema de la violencia machista de manera integral. Esto sucedió en paralelo con la creación de una plataforma de acompañamiento a víctimas de violencia machista llamada “YoSiTeCreo”, vinculada a la denuncia de abuso sexual de una cantante de reggaeton cubana contra José Luis Cortés, un famoso músico del país: “La problematización de la violencia machista en Cuba se daba sobre todo en espacios académicos durante los años 90, y también hacia adentro de la Federación de Mujeres Cubana. En aquella época se crearon las casas de atención hacia la mujer y la familia, espacios de acompañamiento a mujeres en situación de violencia. Eso se daba de forma extremadamente limitada y generando poca discusión pública. La solicitud de tratar una ley integral no fue aceptada, después de un proceso intenso y conflictivo que está asociado también a las formas en las que se procesa la trama de la sociedad civil en Cuba. El tema ha sido autorizado desde el gobierno para ser abordado exclusivamente por la Federación de Mujeres Cubanas y no tratado a través de una ley integral contra la violencia de género, considerando que no es un tema atravesado por el género, sino que se trata de una violencia transversal”, dice Ailynn, que además reconoce que en los dos últimos años se ha dado una disputa en términos políticos sobre la pertinencia de esta ley, donde se siguen ignorando las voces que construyen la trama social desde los feminismos.

Estos tres testimonios se cuelan en un ambiente crispado, son voces que intentan un acompañamiento crítico a las políticas del actual gobierno cubano de Miguel Díaz Canel, sin quitar la vista del norte que sigue acechando, pero con empeño en desanudar. Cuba tiene con qué: “En cuanto a soberanía alimentaria, Cuba cuenta con mucha tierra fértil en la que pueden producirse la mayoría de los productos agrícolas que la población necesita y demanda, eso implicaría recuperar el trabajo agrícola, incentivar y promover esa producción, poner al alcance de quienes cultivan los medios de trabajo que faciliten su labor y distribución. Está claro que la tierra sobra”, dice Teresa, tratando de dar una respuesta a la escasez de alimentos. A este diálogo propositivo se suma Katia, analizando la necesidad de acercar la política a los barrios: “Hay que reforzar la presencia y acción de las instituciones revolucionarias y de sus dirigentes en los barrios y especialmente en los más pobres, en los que se requiere una mayor atención a sus necesidades. No basta con consignas, repetidas hasta el cansancio. Hay que recorrerlos a pie, conversar con sus líderes naturales, oír sus opiniones, atender sus reclamos y darles, preferiblemente, las responsabilidades de las organizaciones”.

La escucha y la necesidad de abrir un proceso cívico se vuelve impostergable: “Estamos haciendo un llamado al gobierno que permita tramitar todas las demandas de forma que no sea cosmética. Desde el 2011 Cuba está metido en un gran proceso de reformas, y constantemente se están anunciando medidas zigzagueantes que aumentan la incertidumbre. Esas medidas muestran escuchas a la demanda ciudadana, pero las procesan en un tiempo y en la forma que no es necesariamente la que se pide. El problema incluso con las medidas tomadas luego del 11 de julio, es que no dimensionan la situación”, expresa Ailynn desde Ecuador, en este intento por tejer voces en vistas de ese horizonte donde Cuba pueda sostener su soberanía. Es justo que así sea.