X&Y                                      5 puntos

Suecia/Dinamarca, 2018.

Dirección: Anna Odell.

Guion: Jakob Beckman y Anna Odell.

Duración: 112 minutos.

Intérpretes: Anna Odell, Mikael Persbrandt, Trine Dyrholm, Vera Vitali,

Shanti Roney, Sofie Gråbøl, Jens Albinus.

Estreno en Mubi.

En su país Anna Odell es sinónimo de polémica. Nacida en 1973 en Estocolmo, la actriz y performer participó hace doce años en el documental Unknown, Woman 2009-349701, en el cual simuló un brote psicótico y un intento de suicidio, todo ello registrado –como así también su internación en un hospital público– por la cámara de la directora Zandra Thuvessonen. Diseñado como una crítica al sistema de salud mental de su país, el film terminó exhibiéndose en muestras y museos, y la protagonista debió pagar una multa por sus acciones. En su primer largometraje como realizadora, la ficción The Reunion (2013), Odell encabezaba el reparto como una artista consagrada que decide filmar una película sobre el reencuentro con sus compañeros de escuela, aquellos que habían practicado recurrentemente todas y cada una de las técnicas conocidas del bullying. X&Y, su segundo largo, vuelve al cine dentro del cine y la encuentra nuevamente delante de la cámara en el rol de otra creadora (el nombre anónimo del personaje es “La artista”) dispuesta a escribir un guion a partir de la interacción de un grupo de actores y actrices encerrados en un set.

Ambiciosa (pretenciosa tal vez aplique mejor como adjetivo), X&Y arranca con la voz en off de Laurie Anderson, tomada de la introducción de “Born, Never Asked”, tema utilizado en una famosa publicidad argentina en los años 80. La artista le explica a El actor –Mikael Persbrandt, rostro sueco de alto perfil y alcance internacional– el concepto básico del proyecto: él y otros cinco compañeros de profesión serán alter egos de La artista, cada uno/a de ellos/ellas encarnando diferentes características de una misma personalidad. Todo está permitido, incluso el sexo real, en pos de alcanzar las metas artísticas. Para ello, en el enorme set se han construido varias “casas” para que los diferentes intérpretes/personajes/personas cohabiten durante varias semanas, material de base para la futura escritura de la trama. Desde luego, los conflictos resultantes van de lo esperable a lo inesperado, al tiempo que la desconfianza del reparto hacia el procedimiento creativo avanza a pasos agigantados.

Si las intenciones de X&Y son interesantes y, por momentos, atrevidas (hay algún dejo del von Trier más experimental, aunque sin su legendaria tendencia al shock), los resultados en pantalla no terminan de rellenar con carne los huesos que conforman el esqueleto. Cerca del psicodrama teatral, las escenas se acumulan pero nunca van más allá de la superficie que intenta horadar, reservando para los últimos minutos alguna que otra vuelta de tuerca extrema para generar un interés tardío en el devenir de los personajes. Si el film se sostiene es gracias a la notable y compacta alineación de talentos actorales, que incluye a varios de los nombres más importantes del cine nórdico, entre ellos, además de Persbrandt, los daneses Jens Albinus (Los idiotas) y Trine Dyrholm (Todo lo que necesitas es amor) y el sueco Shanti Roney (Nymphomaniac).