Mientras dure la guerra                                6 puntos

España, 2019.

Dirección: Alejandro Amenábar.

Guion: A. Amenábar y Alberto Hernández.

Duración: 107 minutos.

Intérpretes: Karra Elejalde, Eduard Fernández, Carlos Serrano-Clark, Santi Prego, Patricia López Arnáiz.

Estreno en HBO el viernes 30/7 a las 22 horas y domingo 1/8 a las 20.10 horas.

El 12 de octubre de 1936, en el paraninfo de la Universidad de Salamanca, el rector vitalicio Miguel de Unamuno pronunció, en presencia de altos representantes de la sublevación acaudillada por el general Francisco Franco, uno de los discursos más famosos de la historia del siglo XX, emblematizado para siempre por una frase aplicable a todo movimiento militar de sesgo autoritario. No se dan más detalles, ni se cita ese aforismo digno de Cicerón, para no “espoilear” el momento culminante de Mientras dure la guerra, el film más reciente de Alejandro Amenábar, recordado realizador de Tesis y Abre los ojos. Realización académica que no se aparta un milímetro de lo que indica la tradición del cine histórico, lo más interesante del séptimo film del realizador español nacido en Santiago de Chile es que, en vez de endiosar al protagonista, desnuda sus contradicciones políticas, que no fueron poco relevantes.

Coproducida por Buena Vista Internacional y la compañía K & S, cuyo propietario es el empresario argentino Hugo Sigman, Mientras dure la guerra tiene lugar en los meses que van de junio de 1936 a aquella filípica. Los militares de la Junta de Defensa Nacional, entre quienes sobresale el payasesco general Millán Astray, inventor de la infame consigna “Viva la muerte” (y apodado por sus fans “el glorioso mutilado”, por haber perdido una mano, una pierna y un ojo en combate; se ignora la suerte corrida por sus testículos), se lanzan sobre la península desde su cuartel general de Marruecos. Detienen al alcalde socialista de Salamanca, declaran el estado de guerra en esa ciudad y nombran a Unamuno --previamente destituido por el Presidente de la Segunda República, Manuel Azaña-- al frente de una “Comisión Depuradora Provincial”, cargo temible al que el rector se resiste, siendo detenido por no concurrir a misa y repuesto luego en el cargo.

Unamuno, que en su juventud había publicado un periódico llamado La guerra de clases, abjuró más tarde de los “rojos” republicanos, predicó la defensa de la civilización occidental y cristiana y ahora, con cabello y barba blancos, convertido en una eminencia y una celebridad nacional, piensa que “hay que colaborar” con las nuevas autoridades de la ciudad. Hasta que una entrevista con Millán (divertida caricatura alla Mussolini del ubicuo Eduard Fernández) lo convencerá de lo contrario. Con un general de pequeña vocecita y grisura de ideas llamado Francisco Franco nombrado Generalísimo por la Junta Militar, don Miguel es presentado como un señorón que semeja un busto de sí mismo. El filósofo se muestra poco dispuesto a aceptar críticas, pero mostrará a la larga una dignidad y coraje ejemplares. En el papel del autor de El sentido trágico de la vida, el vasco Karra Elejalde parece convencido de estar actuando para la Historia, como el propio personaje.