Me consta que Leandro Santoro es un decidido defensor del LGTBI+. Eso forma de su propio modo de ser en tanto militante de la libertad. La auténtica libertad no es la libre iniciativa promovida por el mercado neoliberal, sino la capacidad que hay en cada uno de atravesar todo aquello que nos determina desde distintas estructuras y no obstante poder darnos un lugar singular, propio, que a su vez se compromete con la radicalización de la democracia.

Los otros días en referencia a su procedencia radical y a la vez su militancia en el proyecto kirchnerista hizo alusión a que era no "binario". La broma suscitó comentarios airados... rápidamente fue corregido: lo no binario no es una simple mezcla, un poco de cada cosa, sino que se trata de un nuevo ser. Una nueva identidad. Esto es cierto, pero no del todo: también los no binarios juegan con el collage, algunos se sienten en su cuerpo femenino muy cómodos con el órgano masculino. Los caminos de la satisfacción libidinal son insondables.

Pero no escribo estas líneas para defender al que no necesita defensa alguna. En esta anécdota veo un problema político interesante, a saber: la tendencia inevitable que se da en muchos proyectos identitarios alternativos en constituirse en sujetos agraviados, como ya lo advirtió Wendy Brown.

Que los colectivos que intentan apartarse del heteronormativismo patriarcal hayan sin duda padecido una violencia sistémica, de abusos y agresiones horribles de distinto tipo, no implica que se deba construir un sujeto político que funcione solo en el registro de la víctima agraviada. Obviamente lo puede haber sido pero su capacidad transformadora procede del orgullo y el coraje de haber asumido aquello que le correspondía en su vida y en su proyecto. Y esto, a pesar de todos los infortunios.

Vivo en un barrio de extranjeros y de no binarios y uno de los antídotos más importantes con respecto al racismo y la segregación es el gay saber (Nietzsche), poder tratarnos con ironía y humor entre todos, porque nadie se reconoce en la compasión de la víctima. De lo contario iremos a un mundo de ofendidos permanentes. Si hay algo como la deconstrucción es no tomarse en serio nunca, cualquiera sea la propia identidad. Entre otras cosas nunca sabemos del todo quiénes somos. En toda identidad hay un plus inclasificable y es justamente lo que tenemos en Común. Dejo finalmente claro que hablo de bromas, ironías y no de la profanación imperdonable que conlleva el insulto.