Los primeros quince años del siglo XXI significaron para América Latina un nuevo ciclo de avance nacional-popular. Inédito por la coincidencia en el tiempo de gobiernos populares que promovieron políticas antineoliberales y lograron constituir nuevos mecanismos de integración regional.

El año 2010 es paradigmático: coinciden los gobiernos de Lula da Silva, Hugo Chávez, Rafael Correa, Evo Morales, Cristina Fernández y José “Pepe” Mujica. Más allá de los matices, se aceleran los procesos de integración inclusiva: creación de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA-2004), “No al ALCA” (2005), ampliación del Mercosur y creación de la UNASUR (2008).

Los estudios sobre la actualidad política de América Latina estaban imbuidos de una perspectiva optimista en torno a las capacidades y posibilidades de los partidos y movimientos populares para profundizar -a partir de esas coincidencias- los procesos de integración incluyentes.

Hoy, en cambio, el panorama es de disputa. Pero, ¿qué se disputa? Se disputa si América Latina terminará por aceptar el modelo civilizatorio neoliberal o si logrará estructurar procesos de ampliación democrática. En esta disputa, estudiar el comportamiento político de las derechas se vuelve clave para entender el sentido de lo que hoy está en juego. Aquí el rol de las Universidades Públicas resulta clave: profundizar los análisis sobre la lógica económica, discursiva y política de derechas que han recuperado su capacidad de acción en varios de los países clave de América Latina. Generar los espacios académicos, de investigación y de extensión que permitan dar cuenta de este fenómeno y de los peligros que se ciernen sobre los procesos de integración.

Resulta clave analizar, desde los ámbitos universitarios, cómo las derechas se articulan entre sí para comprender mejor las necesidades de nuestras democracias y para que las Universidades Públicas continúen aportando a su fortalecimiento.

Esta articulación tiene varias modalidades: en una modalidad más sutil, la vinculación entre los poderes Judial (lawfare), los medios hegemónicos (fakes news), los partidos de derechas en los parlamentos y la presión y aval de la Organización de los Estados Americanos (OEA), generan procesos destituyentes (como el impeachment a Dilma Rousseff), el descrédito de candidaturas populares (las elecciones argentinas de 2015) o la estrategia judicial (la prisión de Lula en 2019).

En una modalidad más desembozada, la injerencia y articulación entre derechas es más agresiva. La constitución del Grupo de Lima (2017) profundizó formalmente las estrategias golpistas y represivas: Venezuela y Bolivia estaban en su mira. Se desplegó una política claramente destituyente al reconocer por ejemplo, sin proceso eleccionario y existiendo un presidente legal, un presidente “encargado” en Venezuela. En año 2019, el Grupo reconoció el golpe de Estado de Jeanine Áñez en Bolivia y aceptó su inclusión formal al mismo. En ambos casos el rol de la OEA y su secretario general Luis Almagro ha estado ostensiblemente sesgado contra los gobiernos con políticas nacionales y populares. El rol de la Secretaría General de la OEA es clave, además, como disparador de las estrategias mediáticas: en cada proceso destituyente la perspectiva de la OEA recibe un apoyo y difusión por parte de los grandes medios hegemónicos latinoamericanos “en tiempo real”.

El paso siguiente -la coordinación no sólo de estrategias políticas sino de actividades de carácter ilegal represivo- ya fue dado: durante el golpe de Estado contra Evo Morales en Bolivia –que incluyó estrategias mediáticas, políticas y represivas, todas avaladas por el rol de Almagro– comenzó esta nueva etapa de articulación represiva. Los gobiernos de Lenin Moreno (Ecuador) y Mauricio Macri (Argentina) apoyaron el golpe boliviano y fueron más allá ya que enviaron armamento a Bolivia negándose, al mismo tiempo, a refugiar a las autoridades legales y legítimas en sus territorios nacionales.

Las elites han retornado a la disputa política con nuevas modalidades de acción. Estudiar y difundir sus comportamientos, ensayar nuevos marcos analíticos desde las Universidades Públicas se vuelve todo un desafío intelectual y académico, a la vez que social y político.


*Profesor de Historia Contemporánea de América Latina en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).