Las estrellas de rock no son muy fanáticas de las reglas sociales. Tienen su propio GPS para conducirse por la vida y casi siempre agarran por caminos de cornisa, muy peligrosamente cerca del abismo. Sus estelares vidas, arriba y abajo del escenario, discurren según sus caprichos, imposturas y salvajes deseos. Así, entre luces que encandilan, egos agigantados y excesos varios, no hay otro género musical con un anecdotario tan pródigo y asombroso como el rock.

Como apéndice de lo esencial, la música en sí misma, la desopilante comedia de enredos en la que suelen quedar atrapados los músicos, también es parte del mundo del rock. Y en esa pantanosa y delicada superficie, los rockers parieron un sinfín de historias que acaso podrían haber sido trazadas por algún inspirado guionista del surrealismo.

En esos tempestuosos mares por los que navega el rock, las peleas entre los músicos siempre fueron una amenaza que se asoma en el horizonte. Y aunque a veces no trasciendan al público, suelen alcanzar ribetes escandalosos y tragicómicos.

A lo largo de la historia del rock hubo todo tipo de conflictos entre sus protagonistas. Y también fueron muy diversas las formas -en general, poco civilizadas- en que se dirimieron esas diferencias entre los músicos.

Hubo de todo: trompadas en medio de conciertos (con hospitalizaciones y prófugos incluidos); bandas que se separan y sacan los trapitos al sol frente al público; peleas usando los instrumentos para golpearse; guerra de egos y celos; ofensas y maltratos; la imposibilidad de mantener un vínculo medianamente civilizado y hasta puñaladas mortales entre integrantes de una misma agrupación.

En ese frenético y disparatado mundo de los rockers se introduce el periodista Eduardo Diana en su recientemente publicado libro “Segundos Afuera: Las Peleas más Escandalosas del Rock”.

Bajo la bruma donde se cruzan el mito y la realidad, las doce crónicas que reúne el libro -seleccionadas por ser las más sorprendentes y poco conocidas- van de lo delirante y bizarro a lo salvaje y trágico. Como una cámara que va siguiendo a los protagonistas y registrando ese mundo de sensaciones siempre en estado de ebullición.

The Rolling Stones se sobrepuso a conflictos y feroces e insospechadas peleas.

"Cada relato hace foco en un conflicto específico de una banda o un solista y puede ser leída como si fuera un cuento. Tiene un contexto en el cual se inicia la historia, un desarrollo y un final", explica Diana.

En el prólogo, el periodista Eduardo Fabregat señala que las crónicas que componen el libro “mueven a la sorpresa, a la carcajada, a veces al asombro, siempre a la conclusión de que esa gente que tanto admiramos puede en ocasiones estar movida a la miseria o al delirio, ser protagonistas de hechos de película, sin que ello rebaje en nada nuestro gusto”. Y califica al libro como “un disfrutable paquete de historias en las que sus protagonistas son, en última instancia, seres humanos haciendo lo que pueden en un baile sin reglas”.

Por las páginas del libro pasan grandes bandas y solistas internacionales. Entre ellas, The Rolling Stones, Iggy Pop and The Stooges, Yes y Deep Purple, Sex Pistols, Libertines, The Who y otras formaciones lanzadas a una carrera en la que nadie pisa el freno.

También hay crónicas sobre The Kinks, los noruegos de Mayhem y los Everly Brothers, la compleja relación entre Chuck Berry y Keith Richards y la escandalosa convivencia entre el explosivo baterista Keith Moon y el actor Steve McQueen, cuando les tocó ser vecinos en Malibú.

Doce historias picantes, pero sin golpes debajo del cinturón. Según aclara el autor de “Segundos Afuera: Las Peleas Más Escandalosas del Rock”, las historias relatadas en el libro no tienen una intención de festejo ni de condena. Solo se trata de la aventura de internarse en un puñado de relatos y espiar por el ojo de la cerradura del efervescente y vertiginoso mundo de los rockstars.