Podría plantease, como hicieron algunos, que en la semana que pasó se asistió al fin de una era en la comunicación. Sería un error. En realidad, lo que ocurrió es que se hizo visiblemente masiva la transformación que desde hace años viene ocurriendo en la manera en que parte de la ciudadanía se relaciona con la información y el entretenimiento. Incluso, en la forma en la que algunas personas públicas deciden cómo comunicarse con las masas. La elección de Lionel Messi de concederle al streamer español Ibai Llanos una de las primeras entrevistas como jugador del Paris Saint Germain, para emitirse en exclusivo por su canal de Twitch, no hizo otra cosa que exponer simbólicamente el fin de un paradigma comunicacional que tenía a los medios tradicionales como pilares basales. Sin pretensión de dar respuestas absolutas, Página/12 convocó a especialistas para analizar las nuevas dinámicas que reformulan el ecosistema comunicacional, ante audiencias cada vez más activas y menos sujetas a hábitos hereditarios.

El territorio comunicacional está atravesando su propia revolución desde hace tiempo. La irrupción tecnológica en la vida cotidiana avanza sin pedir permiso y aceleradamente. Los medios tradicionales, como cualquier otra actividad, cedieron -en mayor o menor medida y creatividad- ante la realidad. En la actualidad, la gente ya no se informa sólo a través de los diarios, radios o canales de TV. Es más: cada vez son más los que no buscan saberes en esos medios que antes organizaban y monopolizaban la circulación de la información y los relatos en la esfera pública.

Según un informe realizado el año pasado por Universidad de Oxford y el Instituto Reuters en Europa, Estados Unidos, Canadá, Brasil, Argentina, México, Chile, Kenya, Sudáfrica y Asia, el 86% de los encuestados dijo informarse a través de los medios digitales y las redes sociales. En la Argentina, el porcentaje de consumo informativo digital asciende a 90%, mientras que el 78% elige las redes sociales como fuente de información por sobre otra posibilidad. Esas cifras se elevan a medida que el promedio de edad disminuye. Algo cambió, definitivamente.

Esos datos tal vez sean el contexto para comprender porqué Messi eligió ser entrevistado por Ibai antes que por muchos periodistas especializados o corresponsales de medios tradicionales. Pero hay más. El streamer español, que desde hace años suele charlar en vivo con futbolistas de elite, cuenta en su canal de Twitch con más de 7 millones de suscriptores, muy por encima que los que poseen la mayoría de los medios clásicos. La entrevista de Ibai (Bilbao, 26 años) con Messi el miércoles pasado fue vista en directo por más de 300 mil cuentas de usuarios de todo el mundo, aunque el video ya supera las 2,7 millones de visualizaciones en su canal de Twitch. Si esas cifras se proyectan a la TV, los 2,6 millones de personas significarían algo así como 26 puntos de rating (sin considerar que, además, cada visualización pudo haber sido vista por más de una persona). Ningún ciclo televisivo hoy convoca a tanta gente frente a la pantalla.

La Matrix voló por los aires. Hay una nueva mayoría circulando por otros territorios. El cambio es cultural. Los más jóvenes están en internet. Los y las referentes para las nuevas generaciones son otros y otras, con particularidades, valoraciones y reconocimientos de cualidades muy distintas a las de ayer. Quien quiera ver que vea más allá de los medios tradicionales.

Otra forma de comunicar

Este “nuevo” universo para lo que crecieron escuchando la radio o viendo la TV, pero el único que conocen aquellos que forman parte de la “Generación Z” (nacidos en el último lustro de los noventa), cuenta con sus propias características, dinámicas y reglas. De hecho, tras la entrevista con el astro argentino, Ibai contó que aunque se había preparado un set televisivo para realizar la nota como lo hicieron el resto de los medios internacionales, él había decidido hacerla a la salida del vestuario del Parque de los Príncipes, el estadio del conjunto galo. Otros lenguajes, otras plataformas y otras audiencias requieren también de otras escenografías.

La comunicación de proponen Twitch, Tik Tok, o los “vivos” de Instagram o Twitter lejos está de ser marginal, ya que concentra mayorías más intensas que las que creen describir muchos de los que suelen analizar con desgano superados a quienes hicieron y hacen de sus pantallas una extensión de sus cuerpos. Y de la virtualidad su mundo natural. Los “medios sociales” -aquellos en los que se combinan la tecnología, la interacción y el contenido generado por los usuarios- son hoy el mundo real de muchos. O por lo menos su principal contacto mediatizado.

“Se trata de un dispositivo de mediatización distinto al de los medios tradicionales: el streaming interactivo en directo, sin pretensión de tratamiento profesional, con chat y buscador a modo de catálogo temático”, explica Martín Becerra, especialista en medios Conicet-UNQ-UBA. “Sus cualidades sobresalientes y diferenciales son: el contenido audiovisual de plataformas como Twitch es desprogramado (no hay programación de flujo continuo definida por una emisora); su lógica tiende a ser interactiva (no unidireccional, como son los medios); el procedimiento de subida y acceso a contenidos es personalizado (no hace falta montar un estudio, una productora y mucho menos una emisora de TV para emitir ni es requisito más que un teléfono móvil para acceder); ese procedimiento es además sencillo y relativamente autodidacta, no requiere excesiva pericia técnica; presentan una combinación peculiar de diseminación y acceso a contenidos globales y locales, superando fronteras estatales pero sin por ello borrar el componente nacional y local de la identidad cultural; aprovechan la ubicuidad y espontaneidad de acontecimientos a través de la masificación de dispositivos móviles, de webcams y de conectividad fija y móvil, que son la infraestructura que posibilita la difusión social extendida de estos nuevos hábitos de entretenimiento y consumo cultural; e instituyen nuevas fórmulas de construcción de fama y prestigio, consolidando una renovación generacional que se distingue de los valores de las generaciones previas.”

Esas formas propias y revolucionarias que adquiere la comunicación en la era digital a través de los “medios de conversación” (App y redes sociales) son mucho más que alternativas discursivas en el sistema comunicacional. Como los medios tradicionales, también construyen realidades, relatos y formas narrativas propias que forman usuarios educados bajo un modelo de entretenimiento interactivo, más coloquial que la forma clásica periodística. Hay una nueva sociedad mediática dictada por otros patrones.

“Hay que entender que ha cambiado la comunicación”, dispara Mariana Moyano, docente y periodista especializada en cultura mediática. “Seguir insistiendo en que la única forma de comunicación pública es la periodística es parte del problema. No creo que Ibai sea periodista, pero eso no habla mal de él ni bien del periodismo, ni viceversa. Es otra manera de intercambio de la palabra pública. Los emisores y receptores son otros; todos los receptores hoy también son emisores. Cambió el paradigma. Una figura como Ibai, o como otras de Tik Tok que le llegan a audiencias de menor edad, cuyos posteos alcanzan 50 o 60 millones de visualizaciones, algo dicen. Si hay un emisor que es igual a ese receptor, en el sentido cultural, cuyos posteos tienen millones de visualizaciones, hay que analizarlo. Lo que no se puede es negarlo”, reflexiona la autora de Trolls S.A. (Editorial Planeta).

El docente e investigador UBA Glenn Postolski considera que la mayor “novedad” de lo que ocurre con este fenómeno es el ilimitado alcance multicultural y geográfico que logra la comunicación de gamers o streamers, que nada tienen que ver con los modos de los anfitriones tal como se los conocía hasta no hace mucho. “La novedad tiene que ver con la escala global en el cual se insertan este tipo de contenidos. La acumulación de datos que disponen las plataformas digitales y el manejo de un mercado publicitario a nivel mundial en el que juegan las redes da cuenta de un nuevo sujeto comunicador globalizado. En ese sentido, las figuras como Ibai le sacan una diferencia cualitativa al periodismo deportivo, ya que estos se encuentran anclados en la dimensión tradicional de los medios, vinculados a los mercados locales o regionales a lo sumo”, detalla quien fuera el decano de la facultad de Ciencias Sociales de la UBA entre 2014 y 2018.

¿Periodismo o qué?

La masividad que alcanzan los streamers y la accesibilidad que empiezan a tener para entrevistar a ciertas personalidades públicas puso el grito en el cielo de algunos periodistas a los que le tocaron el ego. Del bullying inicial hacia esa formas de comunicación pasaron a la indignación de clase. ¿Cómo era posible que esos pibes que se la pasan horas enteras frente a una computadora hablando de cualquier cosa tengan exclusivas con los protagonistas a los que “los” periodistas especializados no pueden acceder? ¿O, acaso, estos outsider son “periodistas”?

Moyano cree que lo que hacen los streamers no es periodismo, pero que tampoco eso es relevante para los actuales tiempos. “Ahora, ¿es mejor que el periodismo? ¿Es peor? No sé, es otro modo de comunicación que está ahí, que es el que se ha instalado con la creación del territorio digital. Hoy, como dicen los grandes teóricos actuales, la siliconización cultural se impuso. Todos estamos siliconizados”, arriesga la analista, utilizando un neologismo que hace referencia a Silicon Valley, la cuna geográfica de Facebook, Apple, Netflix, Google y otras empresas tecnológicas.

“Las audiencias -se suma Postolski- migraron en sus formas de consumir información y entretenimiento y las redes se configuran como el espacio natural para acceder a esos contenidos. Así aparecen nuevas formas de comunicar, y una relación más fluida entre emisores y receptores. Si es periodismo o no, deja de ser relevante; son géneros híbridos que despiertan, especialmente en las franjas estarías más jóvenes, mucho mayor interés que la radio o la TV tal como estábamos acostumbrados a consumir”.

En otra dimensión del análisis, no se puede soslayar que la popularidad que alcanzan miles de figuras de las redes, o el incremento de la utilización de las redes sociales como fuentes informativas, no obedece únicamente a una cuestión generacional. Sería miope -y tranquilizador para muchos- pensarlo así. Hay otras razones que reformulan las prioridades de búsqueda de muchos a la hora de entretenerse o informarse. Muchas causas son endógenas a la propia manera en que algunos ejercen el periodismo en la actualidad.

“El periodismo y los medios, como todas las demás instituciones modernas (la familia, la escuela) tienen fronteras cada vez más difusas”, señala Becerra. Y se pregunta, buscando sumar razones por las que Messi decidió debutar en Twitch el día de su presentación en el PSG: “¿Es periodismo la animación opinada que organiza buena parte de la pantalla televisiva de las señales autopercibidas como "de noticias"? Yendo a la programación deportiva, ¿son periodismo los ciclos cotidianos de radio y TV donde los animadores cuentan sus opiniones y anécdotas personales durante horas, intercambian gritos y sancionan moralmente a jugadores pese a que cuando los tienen delante su actitud es inversa? Si todo eso es periodismo, el testimonio obtenido por Ibai, en el centro mismo de los acontecimientos en cuestión, y con el protagonista exclusivo y excluyente, Messi, pues también lo sería. En cambio, si se tomara un estándar más exigente sobre periodismo, Ibai no estaría comprendido pero a cambio habría que discutir quién en los medios audiovisuales del país lo estaría”, plantea el investigador, que acaba de publicar Grupo Clarín. From Argentine Newspaper to Convergent Media Conglomerate, junto a Ana Bizberge y Guillermo Mastrini.

Pensar que Ibai es “lo nuevo” o lo instituyente, y Gustavo López es “lo viejo” o lo instituido en decadencia parece una afirmación precipitada. Considerar que el periodismo debe volcarse a una forma de comunicar más cercana a los youtubers o streamers tampoco parece el camino. Ni unos ni otros deben reemplazarse. ¿O sí, considerando las formas consumir información y entretenimiento de las nuevas generaciones?

“El periodismo tradicional no sólo debería analizarlo sino que si no toma nota de lo que está pasando no se va a dar cuenta de su propia agonía”, arriesga Moyano, que en su podcast Anaconda analiza las transformaciones y fenómenos comunicacionales. “Hay un modo de periodismo que se murió. No digo que el periodismo murió, sino un modo de ejercerlo. Si no se observa eso, vamos a ser los propios periodistas los que vamos a terminar muertos. No comprender cómo las audiencias buscan otro tono, otro tipo de información, entender cómo los podcast son aire fresco para otro tipo de voz y comunicación… La soberbia periodística, el dedito levantado, el "yo te explico"... eso cansó, agotó a la gente. Así como agotó el grito en la política, también agotó el creer que uno tiene la verdad. Más allá de la grieta y de las fake news, la falta de información periodística, la mediocridad con que a veces se da la información, la falta de lectura, da mucha vergüenza. No quiero ni saber el sopapo final que nos van a dar las audiencias en tres años o antes si no nos ponemos a tono con lo que pasa”.

Becerra no parece ser tan determinante con el fenómeno como su colega. En su concepción, se trata de maneras de comunicar que no necesariamente se fagocitan. Aunque, claro, se deben mirar de reojo: “Creo que se trata no sólo de procesos complementarios sino también de propuestas de mediatización no excluyentes, o sea que es un desafío para las instituciones en general y para los medios en particular asimilar y adaptar parte de estas modalidades, así como en el pasado lo hicieron con otros formatos y cambios socioculturales y tecnológicos”.

Si bien pensar que “lo nuevo” reemplazará a “lo viejo”, o los streamers o influencers a los periodistas, resulta tan aventurado como aquellas afirmaciones apocalípticas que señalaban que la TV iba a hacer desparecer a la radio o que el VHS iba a hacer lo propio con los cines, lo cierto es que negar o menospreciar el fenómeno que pasa en Internet sería no comprender lo que sucede actualmente en la práctica social. Tal vez ya sea el momento de indagar cuál es la influencia de las redes sociales no solo como espacios de esparcimiento sino como fuentes informativas y ámbitos que reconfiguran el tipo de mediatización de la sociedad en el comienzo del siglo XXI.