Tras haber revelado públicamente los abusos a los que era sometida por su padre, la princesa del pop pudo librarse del estricto control que él ejercía sobre sus redes sociales. Luego de su potente alegato, que reventó como una bomba y dio la vuelta al mundo, ella comenzó a subir su propio contenido a su perfil, que incluye fotos en tetas, poses eróticas y frases que invitan a comer mierda a quienes la critican. Sin embargo, mientras que todxs celebraron que ella, al fin, haya recobrado su autonomía, (Jamie Spears finalmente dio un paso atrás y la liberó de su cruel tutela), varixs deslegitimaron sus reclamos cuando empezó a compartir este tipo de posteos. ¿Por qué para algunos, verlos, provoca pavor? ¿Por qué genera tanta ansiedad que una mujer haga una coreo en bombacha en el living de su casa, pero se permite y festeja que ese mismo baile se replique ante miles de espectadores en un escenario en Las Vegas? ¿Por qué quieren disciplinarla a ella por impúdica y no a otras influencers que, como Kylie Jenner, también suben sistemáticamente fotos en pelotas?

"Sé buena, Britney"

Demasiado joven para ser tan adulta, demasiado inocente como para ser tan puta, demasiado descuidada para ser madre, demasiado loca como para valerse por sí misma, demasiado talentosa como para NO ponerla a trabajar, demasiado inculta como para tomarla en serio, demasiado preciosa para ser tan reventada. Britney Spears siempre fue una mujer incómoda y ambigua, que supo caminar por la cornisa tan endeble de la fama hasta que la empujaron al abismo donde todos adoran ver a las estrellas: rotas y dando vergüenza ajena. Porque encanta adorarlas cuando están arriba, pero más gusta verlas caer.

Como estrella pop precoz, antes de cumplir 18 años supo darle trabajo a cientos de familias y facturar millones de dólares con solo poner su cara en una publicidad. Esto no evitó (o más bien, catalizó) que Britney haya sido agredida por la cultura de la violación, que operó contra ella de forma sistemática. No solo fue constantemente expuesta a situaciones sexualizantes en programas de TV, donde era invitada para hablar de su carrera, pero las preguntas siempre terminaban girando en torno al tamaño de sus tetas o si era, o no, virgen. Sino, también, por tener que lidiar con una horda violenta de paparazzis que la perseguían de a cientos y la fotografiaban en sus momentos más íntimos y desconsolados, incluso mientras ella tenía sesiones de terapia. Britney pedía, continuamente y de forma clara y contundente, que por favor que no la filmen, que no la sigan. Pero ellos, varones sosteniéndose la cámara en la mano, le exigían: “una sonrisa y te dejamos pasar”, “sé buena Britney, y no te molestamos”. Igualitos a los tipos que, en las fiestas, te piden bailar “solo un temita” en contra de tu voluntad con la promesa de “dejarte en paz”. Desde ese ejemplo, en adelante, hay múltiples variantes de terror.

Ahora que es libre, Britney Spears puede reirse de la pintura corrida.

Las imágenes de Bitney Spears escapando con su bebé a upa, llorando en un café con el maquillaje corrido o reventando un auto con un paraguas se hicieron virales antes de que exista tal cosa, y construyó una imagen suya que retroalimentó la idea de que ella se merecía todas las desgracias posibles. Este personaje, que se cimentó alrededor suyo, horadó su voz, su legitimidad y se la comió viva. La encerró en instituciones en contra de su voluntad y la señaló como una demente que era un peligro para ella y para los demás. Una psiquiátrica infantil que necesitaba ser tutelada y resguardada. Y si la palabra de una mujer es, de por si, tan cuestionada: imagínense lo que puede valer la palabra de una loca.

¿Qué pasó después?

Britney Spears, que estuvo por doce años bajo la tutela legal de su padre, (lo cual no impidió que él la ponga a laburar, forzadamente), finalmente está pudiendo aflojar estas cadenas. Y eso se notó en sus redes sociales, que siempre fueron un terreno incómodo y, hasta veces, incomprensible para quienes están acostumbrados a los guiones de “cómo debe ser una celebridad en IG”. Spears publicaba frases motivaciones (que, al parecer, ni ella se creía); veinte veces la misma foto suya, con distintos filtros; reels luciendo ropa que hace años que no es “cool”; coreos en el living de su casa, siempre sola, girando en círculos; videos respondiendo preguntas ridículas que nadie jamás le hizo; imágenes random de flores, niños adorables y gatitos.

Sus selfies con el pelo enredado, las uñas con el esmalte picado, el delineador corrido y dejando ver una panza con flacidez, contrastan con los posados cuidados hasta el ínfimo detalle de estrellas como Kim Kardashian o Beyoncé. Los videos de Britney mostrando su cuarto o bailando descalza en su living, o siempre desde el mismo ángulo y con la cámara fija, hablan con otro lenguaje que los Reels “casuales” (nótese el sarcasmo) híper producido de otras celebs coetáneas.

Esto, sin dudas, generó en muchxs de sus followers ansiedad, ya que no respondía a las expectativas que, posiblemente, tenían con respecto a su comportamiento digital. Con un tufillo moralista, varixs usuarios le pedían (le piden) que se limpie las ojeras, que se haga la manicure, le recordaban que no da subir siempre la misma foto, que eso es muy demodé. Es, evidentemente, inaceptable que alguien con millones de seguidores, como ella, tenga el desacato de permitirse mostrar una panza NO chata o una uña despintada. Parece ser que solamente es adecuado ver a las famosas a través del lente de la artificialidad, ya sea de forma digital o presencial, en una performance mediada por una puesta en escena. Cuando este filtro se corre, se genera cierto pánico y da pavor. Sin embargo, todxs andamos descalzos en casa, y hasta a veces nos tiramos unos pasos cuando suena ese tema que nos gusta en la radio, pero que una estella se atreva a ese gesto tan mundano y que, encima, lo documente, da escozor.

Ahora, esto se recrudeció. Desde que Britney ya no está circunscrita a lo que su padre le permitía, o no, decir, ella ya no tiene filtro. Y es maravilloso leerla y escucharla, más genuina, sincera y recargada que nunca. Despotrica contra su papá, contra su hermana, contra quienes permitieron que sea avasallada y humillada de forma tan cruel. Exige justicia y reparación. Las frases sobre el perdón y el agradecimiento fueron reemplazados por posts donde sintetiza que, quien la critica, puede besarle el culo. Su instagram es un torrente de ganas de cobrarse todo lo que le robaron. Y es un torrente potente, feliz e insumiso. Y dijo claramente que prefiere bailar sola y en su living, que hacerlo forzadamente en Las Vegas.

A sus fotos en su jardín, rodeada de flores, se sumaron imágenes y videos de ella agarrándose las tetas, bailando de forma erótica, habitando con alegría su sexualidad, que tantas veces fue usada como un arma en su contra. Sin embargo, varixs seguidores señalaron que, al hacer eso, estaba dando una mala imagen, que nadie le iba a creer si seguía haciendo ese papel tan desfachatado, que tiene que pensar en sus hijos, antes de exponerse así. Una vez más, queda atrapada en el matriz de la deslegitimación por ser una mala víctima, que tiene que probar constantemente que no está loca, para contentar, ¿a quién? ¿Si las redes están llenas de modelos, actrices, influencers, que todos los días suben fotos en bikini, con poses más sugerentes que las de Britney, y no reciben más que elogios? ¿Es porque ellas son más jóvenes, tienen la piel más tersa y postean retratos más “cuidados”? ¿O lo que incomoda es que un cuerpo desnudo, como el de Britney, ya no venda más y que, a pesar de haber dicho que fue tan profundamente infeliz, ahora se pueda cagar de risa mientras baila en tanga? 

Britney Spears lo hizo de nuevo.