En la Argentina, la inflación se suele presentar como una variable difícil de manejar por parte de los equipos gubernamentales. En razón de ello, a lo largo del tiempo se han elaborado diagnósticos de diversa raigambre ideológica para identificar causas y sugerir qué medidas adoptar para eliminar su presencia y así encauzar las cosas.

Para comprender por qué la inflación persiste en este 2021 es necesario e interesante revisar los diagnósticos más usuales, para identificar cuáles poseen peso explicativo y cuáles no, con el fin de visibilizar orientaciones posibles de acción.

Aumento de salarios

Uno de los típicos argumentos para explicar la inflación desde perspectivas neoliberales refiere a que si el salario aumenta más rápido que la productividad de la economía, provoca una presión sobre la oferta de productos y servicios y en consiguiente un aumento de precios.

En la economía argentina, el salario real ha venido descendiendo desde la gestión de Cambiemos en el periodo 2015–2019, debido a que los aumentos nominales se mantuvieron por debajo del ritmo inflacionario. A ello se agrega la irrupción de la Covid-19 desde principios del 2020, lo cual provocó una caída del 10 por ciento en el PBI, con la consecuente pérdida de puestos de trabajo y nueva pérdida de ingresos reales.

Desde 2016, el salario real cayó cerca de un 20 por ciento, lo que refutaría la idea de que los salarios funcionan como catalizadores de la inflación. Si bien en estos momentos diversos gremios están cerrando acuerdos paritarios, difícilmente alguno de ellos alcance a superar el actual nivel de la inflación.

Emisión monetaria

Otra explicación habitual del enfoque neoliberal aduce que el problema es la emisión monetaria, consecuencia del déficit fiscal. De acuerdo con esta perspectiva, la emisión no se realiza acorde al aumento de la productividad de la economía y ello impacta en el nivel general de precios. Es decir, si el Banco Central pone más dinero en los bolsillos, se ejerce presión sobre la demanda y se convalida la inflación.

Sin embargo, el BCRA durante 2021 ha estado aplicando una política monetaria contractiva, ya que la base monetaria acumuló una variación del 1,9 por ciento en lo que va del año. Esto significa que el dinero circulante no aumentó y ha acompañado el lento crecimiento que exhibe el PBI. Por ello, tampoco podría afirmarse que esta variable esté motorizando la aceleración de los precios.

Déficit fiscal

Otro de los argumentos del manual liberal es que la causa de la inflación debe buscarse en el déficit fiscal. Es decir, que el Estado gasta más de lo que recauda, y especialmente lo hace en políticas sociales que buscan paliar, contener y/o mejorar las condiciones de vida, como el IFE, la AUH, los subsidios a las tarifas públicas, el Repro y el Programa Potenciar Trabajo.

Sin embargo, en lo que va de 2021 no se intervino con políticas específicas nuevas de gran alcance ni tampoco han aumentado considerablemente los montos de las prestaciones ya existentes, por lo que no cabe hablar de déficit. Si se analiza la evolución del gasto público los primeros meses del año, se observa que está contenido en un nivel relativamente bajo, por lo que tampoco podría afirmarse categóricamente que sea el causante del incremento de los precios.

Por otro lado, algunos economistas advierten que existe una infinidad de países con altos niveles de déficit público, pero sólo en algunos casos hay niveles de inflación crónicos. La lectura de que el déficit público es la causa del incremento en el nivel general de precios no es tan lineal como aparenta.

Crecimiento económico

En algunas oportunidades, el ritmo inflacionario aumenta al producirse un crecimiento sistemático del PBI, que reduce la tasa de desocupación y hace aumentar los ingresos de las y los trabajadores. Ello se traduce en un aumento de la capacidad de compra de los hogares, lo cual presiona sobre la oferta de productos y servicios y genera aumentos de precios.

Pero en los últimos años, la actividad económica decreció. Aun cuando en los últimos meses comenzó a observarse una recuperación, no alcanza para revertir el descenso de los años anteriores en términos de puestos de trabajo y mucho menos de los ingresos y por lo tanto de los índices de pobreza e indigencia. Las causas de la inflación no se encuentran en el crecimiento económico.

Tipo de cambio

En varios períodos de la historia argentina, la inflación ha mostrado una estrecha relación con la variación del tipo de cambio. Es decir, la devaluación del peso argentino suele trasladarse a los precios. 

Sin embargo, en los últimos meses el tipo de cambio se ha mantenido relativamente estable. Algo similar ocurre con las reservas del BCRA, que no han variado considerablemente en lo que va del año. 

Por otro lado, no hay para lo que resta del año grandes compromisos de pago que hagan disminuir el nivel de reservas y tengan un impacto directo sobre las expectativas devaluatorias.

Precios internacionales

Otra explicación se vincula con el alza de los precios internacionales de los principales productos de exportación de la economía argentina, que coinciden con los productos que componen directa o indirectamente la canasta básica local. 

Según esta perspectiva, una aceleración de los commodities impacta sobre los precios internos. Es decir, si sube el precio internacional de la carne, éste se traslada a un aumento en los precios locales, lo que reduce el poder adquisitivo de los consumidores de carne e incrementa los ingresos de los empresarios que se dedican a su producción.

Desde mediados del año pasado, los precios internacionales de las materias primas han mostrado una tendencia creciente. Sin embargo, algunos especialistas señalan que los precios externos no explican la inflación local, ya que hay aumentos de precios domésticos en rubros que no tienen fuerte salida exportadora, como educación, vestimenta y calzado.

Mercados oligopólicos

Hay enfoques que destacan que existe una estrecha relación entre un aumento de los precios y el poder monopólico de ciertas empresas. En esos casos, éstas pueden incrementar los precios y eludir una potencial baja de los beneficios sin incrementar la inversión. Los acuerdos de precios entre empresas de este tipo son conocidos y resultan un factor de estancamiento económico porque limitan la inversión y desincentivan la introducción de progreso técnico.

Las estructuras oligopólicas tienen la capacidad de ejercer una posición dominante frente a los consumidores, quienes pierden parte de sus ingresos a partir de los incrementos de precios. Entonces, ¿por qué en Argentina el nivel de inflación es más persistente y más agudo que en otros países con estructuras oligopólicas similares?

Puja distributiva

La inflación es un mecanismo netamente redistributivo y esta perspectiva sostiene que la puja distributiva se materializa a través de los precios

Detrás de la estructura de precios relativos hay actores concretos que tienen intereses concretos, que incrementan los precios ya sea para aumentar sus ingresos o para protegerse ante posibles escenarios desfavorables. No se trata de la mano invisible del mercado que está ajustando situaciones en desequilibrio.

Cuando los precios aumentan hay ganadores y perdedores, y aquellos que tienen la capacidad para determinar los precios tienen ventaja. Claramente, los trabajadores no se encuentran dentro del grupo de los ganadores, por eso el salario real ha caído considerablemente en los últimos años.

Tampoco el Estado parece ubicarse en el grupo de los privilegiados. En todo caso, es un intermediario con capacidad para aplicar algunas herramientas que apunten a estabilizar el escenario económico y aplacar las expectativas. Cualquier medida que se adopte para disciplinar a los precios tendrá un impacto distributivo.

Expectativas

Tal vez se trate de la explicación más sociológica de la inflación y tenga características de profecía autocumplida. El mecanismo de propagación de la inflación puede volverse un círculo vicioso donde participan cuestiones subjetivas, como expectativas sobre precios futuros, nivel de reservas o la ocurrencia de una próxima devaluación y niveles esperados de rentabilidad, que llevan a que el fenómeno persista y se convierta en un componente estructural del funcionamiento del sistema económico.

Cabe destacar que los medios de comunicación juegan un rol estratégico en la generación de esas expectativas y en la incubación de la crónica de una inflación anunciada.

Además, en el caso argentino existe una asentada memoria inflacionaria. En este contexto, la estructura de precios relativos pierde eficacia y su deterioro afecta la posibilidad de un rápido reencauzamiento de la situación. Sin embargo, es muy difícil estimar cuantitativamente el impacto de las expectativas en la inflación actual.

¿A qué se debe?

Las diversas argumentaciones más ortodoxas no serían consistentes para explicar por qué actualmente persiste la inflación en Argentina.

Desde una perspectiva heterodoxa, puede considerarse que la inflación es multicausal, no se explica por la actuación de una sola variable. No obstante, tal vez es posible afirmar que, dentro de esa multicausalidad la puja distributiva a nivel de las cúpulas empresarias tendría un rol determinante en el presente.

No se observan "elementos objetivos", sino más bien, se evidencia que las cúpulas empresarias que concentran el mercado elevaron sus expectativas en relación a la tasa de ganancia esperada, y que en virtud de ello suben los precios indiscriminadamente, subfacturan y triangulan operaciones para pagar menos al fisco. Esos actores se benefician con la inflación constante a través de maniobras que quedan ocultas para la sociedad en conjunto. 

¿Qué puede hacer el Gobierno? El desafío es entender cómo juega cada una de las explicaciones analizadas y cómo se relacionan entre sí y con la puja distributiva.

Es necesario apelar a una estrategia mixta de combinación de herramientas consistentes entre sí. Desde la macroeconomía, al combinar políticas monetarias, cambiarias y fiscales, como así también a partir del control de precios y sanciones efectivas en caso de incumplimiento, promoviendo y financiando a pequeños y medianos productores en armado de mercados de abastecimiento locales.

Y también desde el disciplinamiento con impacto distributivo, ya que es evidente que la batalla contra la inflación implica enfrentarse con poderosos intereses que no cederán dócilmente sus posiciones. En consecuencia, se requiere de habilidad política y capacidad para construir consensos que den sustento a las decisiones que se tomen.

Otro aspecto clave es el comunicacional: poner nombre y apellido de cara a la sociedad para comunicar claramente quiénes y a través de qué procedimientos viven de la lógica inflacionaria para mantener elevadastasas de ganancia en dólares.

* Doctora en Ciencias Sociales. Integrante del Observatorio de Economía Política de la Facultad de Ciencias Sociales UBA.

 

** Magister en Sociología Económica. Integrante del Observatorio de Economía Política de la Facultad de Ciencias Sociales UBA.