CICATRICES - 6 PUNTOS

Savovi, Serbia/Eslovenia/Croacia/Bosnia y Herzegovina, 2019

Dirección: Miroslav Terzić

Guion: Elma Tataragic

Duración: 98 minutos

Intérpretes: Snežana Bogdanović, Marko Bacovic, Jovana Stojiljkovic, Vesna Trivalic, Dragana Varagic, Pavle Cemerikic

Estreno en salas.

“Estoy habituada a esperar”, dice Ana, que trabaja como costurera (Snežana Bogdanović), cuando le avisan que el funcionario con el que concertó una cita está retrasado. Ana espera la resolución del caso que la angustia desde hace 18 años. La suya no es una espera pasiva, sino más bien lo contrario: durante ese tiempo una y otra vez ha visitado hospitales, oficinas y departamentos de policía, obteniendo siempre una respuesta en la que no cree. Lo que le escamotean es lo que más ama en el mundo, por eso no va a abandonar la búsqueda. Ni siquiera pretende recuperarlo; sólo quiere que le digan la verdad y le muestren pruebas. Ana es lo suficientemente perspicaz para darse cuenta de que los médicos, empleados sanitaristas y autoridades policiales le ocultan la verdad. Y no piensa renunciar a su búsqueda: tal vez sea ésa la única libertad con la que cuenta.

El realizador serbio Miroslav Terzić narra de acuerdo a lo que indica la teoría del iceberg. El corazón de la historia se mantiene sumergido, sólo algunas puntas asoman. La hermética Ana parece vivir en estado de malestar. Habla sólo lo mínimo necesario y guarda todo lo demás para sí. Saluda de modo cortante a su hija por la mañana, como si tuviera algún entripado, y no recibe con mucho mayor entusiasmo a su marido cuando éste vuelve del trabajo. En la escena inicial parece vigilar subrepticiamente a una médica, desde la distancia. En un ómnibus mira fijo a un joven pasajero desconocido, como si viera o imaginara en él a otra persona. Ingresa sigilosamente a una oficina sanitaria y reclama un archivo, que el empleado que la atiende no tiene permitido proporcionar. Hasta que alguien le pasa el dato de una asociación de niños desaparecidos, que por lo que puede verse opera en forma clandestina. Los puntos empiezan a unirse.

Yendo en contra de las convenciones narrativas habituales en una historia como ésta, Terzić bloquea toda posible identificación emocional con la protagonista: ésta es casi una esfinge, tan incómoda como incomodante. Como ella, el espectador debe coser hilo a hilo el relato, con paciencia -el título original se traduce como “puntadas”- para dar forma a la prenda. De a poco Ana va definiendo su lugar de heroína indeclinable, en la misma medida en que frente a ella toman forma los poderes que se le oponen: el poder médico, el policial, los partícipes de un acto abominable. Pero Terzić resiste toda épica: Cicatrices es una tragedia ahogada, de catarsis poco probable. Obviamente, desde aquí podría verse en Ana a una Madre de Plaza de Mayo, en estado de soledad.

Este edificio narrativo, deliberadamente reducido a sus cimientos, corre peligro de tambalear por obra de una resolución que es como un ladrillo mal colocado, por obra de dos o tres torpezas fácticas, que tienen lugar en los momentos culminantes.