Es 29 de octubre de 2020 y la mañana asoma entre los escombros de una toma que se empieza a desarmar. La tensión arrecia sobre quienes esperan la inminente entrada de las fuerzas que comanda con severidad televisiva el ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni. La puesta en escena marcial rinde frutos, mientras el sol empieza a picar. El predio de Guernica, tomado durante poco más de 100 días, queda arrasado en poco menos de dos horas.

En un momento, las cámaras toman a una joven de pelo teñido arrastrada por policías, luego identificada como Tatiana Fernández Martí, de 19 años, presidenta del centro de estudiantes del Colegio Nacional Buenos Aires y militante del Partido Obrero. Al rato la liberan, junto a otra compañera de militancia estudiantil y más detenidos, pero pocos olvidarán esa escena y esos pelos teñidos, que serán foco de fetiche y atención de figuras mediáticas como Eduardo Feinmann.

"Me tiño desde 2018, no es algo de campaña", aclara Tati –como la conocen todes– en la charla con El NO, a pocas semanas de las elecciones legislativas de 2021 en las que se candidatea como legisladora por el Frente de Izquierda y los Trabajadores. Se tiñe porque le gusta como le queda y la divierte, porque no le gusta la permanencia y porque agregándole cosas a su cabeza se siente bien.

¿La revolución permanente del pelo? La referencia a la teoría trotskista tiene su lógica: es candidata en una lista que nuclea la militancia socialista y que busca situarse como referencia de los que no son escuchados en los parlamentos. Más allá de aspiraciones electorales, para ella la motivación es la campaña, "poder representar a la juventud y hacer que la izquierda crezca".

► Quién es Tati Fernández Martí

"Mi foco está puesto en institucionalizar jornadas de salud mental en secundarios, e implementar ESI con gabinetes interdisciplinarios capacitados en esa materia, algo que venimos trabajando desde la bancada del FIT en la Legislatura de la Ciudad y que quiero profundizar. Y reforzar la lucha de los trabajadores de la Salud", menciona entre otras cosas. También se toma tiempo para enfocar en cuestiones ambientales.

Tiene 20 años, está rindiendo algunos exámenes de sexto año que quedaron trancados por la pandemia, empezará pronto a estudiar Derecho en la Universidad de Buenos Aires "para conocer las reglas del juego, porque para cambiar el país tenemos que saber cómo funciona", y tiene el pelo teñido. ¿Pero quién es, además, la chica a la que hace unos días Coscu le dedicó una reacción porque cuestionó a Milei?

Con una militancia arraigada hace tiempo, su acercamiento a la izquierda empezó apenas entrada a la secundaria, y viene de una familia con tradición de izquierda. Un punto de quiebre que recuerda fue la conmoción que le provocó, el 20 de octubre de 2010 y con apenas 9 años, ver en la televisión la noticia del asesinato de Mariano Ferreyra, el militante del Partido Obrero atacado por una patota sindical en una manifestación en defensa de trabajadores tercerizados del ferrocarril.

--¿Qué te sedujo de la izquierda?

--Cuando entré a la secundaria habíamos arrancado con un conflicto salarial docente, que después entendí que era de todos los años, y estábamos peleando por el presupuesto por la educación. Entendí que para pelear genuinamente por educación teníamos que hacerlo en forma independiente de los gobiernos. Y después que para pelear por esas conquistas más de fondo había que dar luchas por fuera del colegio. Y ahí me sumé al Partido Obrero, a luchar por el socialismo.

Tati es producto de su época: no fuma, y dice que se imagina vegetariana en el futuro, aunque aún no lo aplica porque se alimenta muy mal. Acaba de ver Okupas (imposible no pensar luego en el propio spot electoral homenaje del FIT) y Mare of Eastown, y se declara del team Lali (a quien idolatra desde chica) a la hora de ver La Voz.

Pero Tati también busca producir su época: "Hay grandes desafíos y me motiva llevar la voz de la izquierda y ser parte del debate social entre les jóvenes. Abrir un canal a otro sector que quizás no estaba tan presente en los medios: jóvenes de barriadas, villas y de la ciudad, un sector que es importante que se manifieste".

► Cultura, juventud y revolución

No todo en la vida es política, aunque la existencia esté teñida de ella. Tati, que se junta con amigues y debaten sobre sus inquietudes, que quiere representar también a quienes no están en su espectro partidario, que tiene como principal preocupación la salud mental, con el daño que provocó la pandemia y la falta de una perspectiva de futuro, apela a algunos artilugios para sobrellevar la dinámica de la angustia ("en defensa de la salud mental", dice ella): el yoga, el teatro, la lectura y la música.

Mientras su lista de reproducción oscila entre Britney Spears, Calle 13, Stevie Wonder, Callejeros o Prince, acaba de terminar de leer Las Malas, de Camila Sosa Villada ("Me tocó el corazón") y es fanática de Harry Potter. Su libro favorito, sin embargo, es un clásico del marxismo-leninismo: El Estado y la Revolución, de Lenin.

--¿Qué pasa cuando un sector de la derecha se propone como rebeldía?

--Si algo denota esta campaña es el desencanto de la juventud y el efecto de la crisis. Estaban esperanzados con que Alberto Fernández iba a terminar con la miseria del macrismo, pero pasó lo contrario. Por eso también crece esta reacción derechista que de alguna forma se tiñe de libertaria, pero son contrarios a derechos individuales como el aborto, niegan el cambio climático, son antivacunas y en un punto tienen toda una tendencia reaccionaria. Hablan contra los impuestos, pero de fondo quieren privatizar la salud, la educación y continuar con el pago de la deuda externa. ¿De dónde quieren sacar la plata? De los derechos de los trabajadores. Entonces la juventud que peleó en defensa del aborto, que se manifiesta en las calles por el ambiente, y por conectividad y educación de calidad para todes, no debe ceder ante el encanto de estas personas cuya propuesta política solo es apicable con tanques en la calle y más represión.

--¿Y cómo contrarrestás ese discurso?

--Nuestro rol como izquierda es mostrar que no son antisistema, sino lo peor del sistema: la única rebeldía viene por parte de la izquierda, capaz de canalizar la organización colectiva de esa bronca y desencanto. También entendiendo que es lógico que crezca este sector porque el gobierno prometió mucho y no pudo cumplir.

--¿Con quién es el desencanto?

--Creo que con todos, porque hay un hartazgo general con la casta política. En los últimos diez años alternaron Cristina, Macri y Alberto y estamos en la Argentina en la que 7 de cada 10 pibes no tienen para comer. Este gobierno fue votado masivamente por la juventud, se llenó la boca sobre el feminismo y diciendo que le iba a poner fin al patriarcado; y hoy estamos con un ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad que no puede garantizar políticas públicas para un plan de refugios y atender la violencia de género, que es récord con más de 170 femicidios. Ese intento de estatizar el movimiento que más provocó el cambio social, que es el de las mujeres y las diversidades, generó un estigma porque ahora parece que hablar de esos ejes es estar del lado del gobierno y me parece que es todo lo contrario: hoy el gobierno es responsable de que Tehuel, que está desaparecido y no extraviado, sea la cara de miles de jóvenes de la comunidad travesti trans que quieren salir a laburar y se encuentran con la desaparición, las redes de trata y un sistema podridísimo. Es muy contradictorio eso por parte del gobierno.

--¿Qué otro aspecto desencantó a la juventud?

--La cuestión climática y del ambiente también. Se planteaba que se iba a gestionar con una economía sustentable con el medio ambiente, pero el propio ministro Juan Cabandié dijo después que no podían tirar abajo las políticas que vienen a profundizar el fracking, la contaminación en Mendoza, en Andalgalá y distintos puntos del país, porque tienen que generar divisas para pagar la deuda. Y es una contradicción más en un gobierno pleno de contradicciones: venían a terminar con la Argentina de los vivos pero garantizan un régimen de privilegios, donde mientras la Policía Bonaerense desaparecía a Facundo Astudillo Castro festejaban un cumpleaños en Olivos. Todo eso germina odio y profundiza que haya avanzada de tendencias derechistas en la campaña.

--¿Y cómo aparece esa tendencia?

--Mirá lo que pasó cuando fue lo de Chano, que es un problema de salud mental, y todas las respuestas políticas, incluyendo al kirchnerismo, fueron en pos de profundizar la represión vía protocolos y pistolas taser, sin dar una salida al problema de la salud mental que es algo que está muy presente entre la juventud y los colegios, con todo lo que ha implicado la pandemia. Creo que están teniendo giros derechistas a ambos lados de la grieta y es interesante evidenciar ese hilo conductor que da crecimiento después a estos sectores: como izquierda tenemos que desenmascararlos.

--También tienen un discurso que se ha valido como reacción al feminismo…

--Es una reacción al intento de asociar la lucha feminista con el Estado, que es algo que ha hecho el propio gobierno. Y nosotros tenemos que romper con eso, porque la única forma de conquistar nuestros derechos, como vimos con el aborto, es no confiar en diputados o senadores, sino en nuestra fuerza, en la capacidad de movilización y salir a la calle.

--Entonces, ¿para qué querés una banca?

--Porque necesitamos avanzar en representación de un sector de la población que no está viendo reflejadas sus problemáticas, ni ve que se defiendan sus necesidades y derechos en los parlamentos. En la pandemia un millón de pibes quedaron por fuera y seis millones tienen problemas de conectividad. Ahora salen con una medida demagógica a menos de un mes de las elecciones, diciendo que van a declarar Internet como servicio básico, cuando es un decreto que ya existía. Hoy 7 de cada 10 pibes menores de edad están bajo línea de la pobreza, hay crecimiento de la miseria e injusticias y no tienen representación en legislaturas y el Congreso.

--¿Qué está en juego en estas elecciones legislativas?

--Hoy se vota en forma mayoritaria quiénes van a ser los que levanten la mano para votar el ajuste en este contexto y tenemos que ampliar la representación de los que no vamos a votar eso y vamos a estar defendiendo los intereses de los trabajadores, las mujeres y la juventud en general. Con eso la izquierda no transa, y por eso creo que tenemos que estar ahí y llevar esa voz a las calles y al Parlamento.

--Mencionás educación y salud mental, ¿cuáles son los otros ejes claves para la juventud?

--La cuestión del trabajo es clave: si encontramos trabajo es precario. El 60% de los jóvenes tiene trabajo informal: son más de 8 millones de personas en el país. Es una estadística general y la salida para la juventud es el trabajo sin cobertura social ni derechos laboralesm en aplicaciones de reparto. Cada vez hay más población en la Ciudad bajo la línea de la pobreza. Como cuestión general el problema es que no podemos proyectar un futuro: esto afecta educación, salud, trabajo y vivienda. No se puede pensar en acceder a una vivienda, con alquileres completamente inflados. También moviliza mucho a la juventud la cuestión de la contaminación y la venta de terrenos públicos para hacer torres mega contaminantes en medio de una crisis habitacional que tiene a 400 mil personas viviendo en villas. Eso también nos convoca.