La multifacética artista Susy Shock, de visita en la ciudad de Salta, estuvo ayer en el anfiteatro del Parque San Martín, donde conversó con les presentes mezclando poemas y música. Hoy y mañana ofrecerá un show íntimo en el espacio multicultural Arpías (Urquiza 1112). El fin de semana estará en la ciudad turística de Cafayate para encontrarse con la coplera trans Lorena Carpanchay.  

Susy Shock dialogó con Salta/12 sobre su transitar en pandemia, la revisión obligada de su rol en la cultura y su vínculo íntimo en la defensa del arte. También se refirió a la actualidad de los movimientos transfeministas en el país, y manifestó su esperanza en crianzas más libres. 

La pandemia fue un desafío inevitable Susy Shock. Pero, quizá precisamente por eso, le fue buscando la vuelta y hoy asegura que sigue intentando marcar su propia agenda. A su ser artista, se le suma que trabaja de forma autogestiva, a sabiendas de que son dos sectores que "han sido frenados y están en una emergencia terrible". 

-¿Cómo transitas la pandemia?

-Creo que como artista autogestiva, y como trava específicamente, hay una urgencia de salirse de lo que tiene que suceder para animarnos a pegar los saltos que nos habilitan siempre a la vida. 

Yo no soy anticuarentena, no me paro desde ese lado, pero sí creo que necesitamos repensar este mundo y tenemos que ser protagonistas de ese repensar. Tenemos que exigir que se nos escuche porque ha fracasado un modo de mundo, que igual sigue insistiendo con esa receta. Entonces, digo, no es que no me cuide, porque cuidándome y cuidándonos no dejamos de producir hechos de encuentro. 

Si hay algo que esta artista trava regala es el repensar constante de la cultura y sus manifestaciones. La pandemia de la covid-19 no la inhibió de dar una nueva respuesta y junto a la Revista Mu regalaron las "postas culturales", que simplemente la tenían a ella y su arte, a una vidriera y a un público que buscaba una contención en pleno desierto de la Ciudad Autonóma de Buenos Aires. 

-Sabiendo que las postas culturales significaron las primeras acciones manifiestas de la cultura en pandemia, ¿cómo fue llevarlas adelante?

-Esa acción nos corrió en muchos sentidos, no sólo por la sensación de soledad general, de apatía y quietud. Sino también porque tuvimos que refrescar la idea de la comunicación y el para qué finalmente necesitamos encontrarnos con otras personas. Hoy estoy en esa sensación más profunda porque ha pasado más tiempo. 

Ahora mismo en Salta, en la casa multicultural de Arpías, se va a dar un show súper reducido y cuidado, y por eso, decidimos hacer unas cuantas funciones por día. Lo que también está buenísimo porque hay una cercanía (con el público). Es algo que probamos en Rosario y funcionó porque pudimos lograr que suceda el encuentro.

Sobre todo, porque no huimos a la posibilidad de encontrarnos con todos los cuidados necesarios. El aislamiento no está bueno, porque si bien nos cuida, también nos aleja de la posibilidad de ser protagonistas de la política del cuidado.

En plena posta.

-¿Cómo es llevar esa intimidad más profunda desde la actividad artística?

-Otra de las certezas que tengo es que el mercado nos enfermó. Nos llevó a un lugar donde no era importante generar el contenido y las experiencias aristísticas que queríamos compartir con la gente, sino que todo estaba mediado por el mercado. Por ejemplo, ver cuánta gente necesitamos para repartir plata, reconociendo que también era por la supervivencia. 

Pero esa lógica nos ganó el hecho vital de saber para qué estamos acá. Ya sea para bailar, para actuar o para decir algo, y de repente nos encontramos en un contexto donde eso no se podía hacer. A mí me volvió la desesperación  de decir: "Yo necesito hacer esto”. 

Esa necesidad primera de "hacer" la llevó a que cuestione, revea y no conciba la idea de que "no hay una forma de hacerlo" dentro de los cuidados imprescindibles.

-(Esa forma) no la están pensando. Yo vivo en CABA, donde claramente la política de gestión cultural deja mucho que desear porque tenemos enormes presupuestos que, no es que fueron a salud, sino que no se han tocado. En realidad no se les cae una idea y nosotres le quisimos decir desde la autogestión de una revista cultural como es Mu, que hay un montón de ideas para que la gente no esté sola y esté acompañada. 

No estoy diciendo que abran los teatros para que la gente entre a enfermarse, estoy diciendo que saquen el arte a la calle, a la gente y que las lleven a las cuadras. Esa fue la "posta", que al final terminó siendo tan exitosa, que logró más de 25 en todo el país porque la gente quiso replicarla en sus lugares. Ojalá esa desesperación la tuvieran quienes tienen la obligación de gestionar la cultura y así puedan entender que es tan vital para cualquier persona.

El arte, de la forma que sea, tiene que estar como una cuestión básica para vivir. Será desde otra manera, cuidándonos, pero que implica un compromiso para recrear esa cercanía y no para aniquilarla, para despedazarla y no aprovechar esta época para que nos quedemos sin el arte a mano. A mí me revitaliza saber que a pesar de esta enorme crisis mundial, el arte sigue gestionando su propia agenda.

-El simbronazo de la pandemia llevó a evidenciar el papel importante del arte en nuestras vidas, pero también demostró que una gran parte de las gestiones gubernamentales, y la propia población, recién concibió a les artistas como  trabajadores, ¿qué te significó eso?

-Hay que ver el nacimiento de la concepción del arte, pero yo le vengo reprochando al público eso mismo. Les digo: "ustedes no hablaron y no pusieron en la mesa la necesidad de transitar esta época junto al arte y no lejos de ella". No se trata solamente del arte que te pueda dar un celular y la inmediatez de lo virtual sino en reconocer que ese arte te constituye. 

Necesitamos que como público hagan escuchar su voz, y que digan que les es vital que suene la música, la danza o escuchar la poesía. Necesitamos que se diga que el arte completa y es parte de la salud, sea la manifestación que sea. Pero lo tiene que decir el público para que no dejen de hacer entender a quienes tienen la obligación de gestionar la cultura.

La lucha no se detiene 

-En medio de la pandemia, algo que no se detiene son las luchas transfeministas. ¿Cómo ves hoy el contexto actual del activismo transfeminista?

-Me preocupan los resurgimientos de los fascimos a nivel mundial. Pero por otro lado, me perece que tienen que ver con nuestra fortaleza porque me da la impresión de que es una reacción frente al empoderamiento, al nuestro. Eso genera que la gente se sienta amenazada y se amarre con uñas y dientes a sus estructuras, a sus creencias. 

Me preocupa, pero a la vez me da mucha esperanza en las generaciones nuevas y en las infancias en particular. Sobre todo, en lo que tienen para decir, de qué manera lo sostienen y cómo vienen con respecto a sentirse parte de un mundo más libre. Así que siento que esa ecuación (el resurgimiento del fascismo), tiene que ver con un mundo muriéndose en agonía pero peleando para no ceder sus espacios ni su poder. 

A la vez, se da eso que es inevitable: que a estas generaciones, las sucedan las que vienen; que ya están, que marcan presencia y a quienes elijo aferrarme. 

Las infancias hoy en general vienen con otro formateo, con otra sensibilidad y con la posibilidad de abrazar mucho más que las generaciones anteriores. Eso no sólo es para celebrar, sino que nos da más aire y nos hace sentir más seguras de que hay algo más interesante como especie humana. Hay una generación que quiere ser mejor y lo plantea en esos términos.

-En relación a las infancias y las leyes que las acompañan, como la educación sexual integral (ESI) o de identidad de género, en Salta se conoció hace unas semanas que un colegio evangélico no acepta alumnos que no se perciban con su sexo biológico. ¿Qué consideraciones te vienen al respecto?

-Lo primero que me sale decir es que es una ganancia de nuestras luchas que tengan que visibilizar y poner en su puerta de qué se trata. Pienso que el problema es que se disfracen de lo que no son, de democráticos y de acompañadores de los procesos de cualquier crianza, cuando no es así. 

Tienen un discurso, pero tienen una estructura y quieren sostenerla a sudor y sangre. Me gustaría que las crianzas no pierdan el tiempo en concurrir a temprana edad a esos espacios donde después estas violencias te expulsan. No está mal que se visibilicen, porque supongo que también habrá un costo, sabiendo que una vive en un estado de derecho. Yo necesito saber que ahí está mi enemigo.

Obviamente que queremos pensar en un mundo más amoroso y más integrador para hacerle más facil la vida a las infancias. Pero el tema de las infancias trans puntualmente es que caen democráticamente en las casas: la facha, la amorosa, la que ignora todo, o la casa que ignora todo pero decide no dejar de abrazar, la que niega todo y disciplina hasta el dolor. Son distintas las batallas que tienen las crianzas, caigan donde caigan. 

-Lo cierto es que la familia que se percató de la situación, inmediatamente realizó una denuncia ante el INADI. ¿Cómo ves esa participación?

-Mi viejo es evangelista y es uno de los seres más amorosos que he conocido en esta vida, y yo soy porque ese papá y esa mamá me han abrazado. Entonces es él quien debe pensar en su evangelismo, lo que le parece horroroso y poner el cuerpo en ello.

Pienso que si soy una persona de fe, no puedo sostener un mundo de violencia porque es hipócrita, es cínico; y más sabiendo que la frase que más se pregona es ama a tu prójimo como a ti mismo. Pero llegamos a una instancia de la humanidad en que se selecciona quien es tu prójimo, sin reconocer que el primero que encuentro cuando salgo a la calle es mi prójimo. 

Resulta que en nombre de las religiones seleccionamos a quien amar como prójimo. Yo que no tengo una fe religiosa, invito a las personas de fe a que pongan el cuerpo para hacer respetar eso. 

-¿Cómo pensás que viene ese cambio cultural en favor de la diversidad?

-Siento que es algo inevitable. Si esta charla hubiese sido antes de la pandemia quizás hubiera tenido una respuesta más guionada, pensando en un mundo de la diversidad y nada más. Pero hoy me siento muy alarmada con el planeta y siento que nos están quitando el futuro. Y me apena pensar que llegamos a este punto donde hemos avanzado tanto, con el riesgo de extinguirnos como especie.

Yo no quiero habitar un mundo así. Por eso creo que es preciso invitar a las personas a defender un plantea que necesita ser cuidado, ante los intereses mezquinos de los poderosos. Yo como trava no estoy de acuerdo con eso, de que nos lleven a esa explosión. Prefiero pelear un futuro para estas crianzas que ya están y se merecen también transitar otra vida. Pero tienen que tenerla primero.