“Hay que educar para hacer, porque la principal habilidad que tiene el ser humano es aprender a hacer cosas nuevas, es innovar”, afirma Lorena Paz, investigadora etnográfica y socióloga especializada en TIC para el Desarrollo Humano, recibida en la Universidad de Buenos Aires (UBA).

En 2010, a partir del análisis de la interacción de la gente con las nuevas tecnologías, creó un curso en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) que siete años después se transformó en una diplomatura anual en la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNICEN), con una formación semipresencial compuesta por 8 módulos mensuales que suman 240 horas de formación.

Se trata de la Diplomatura en Diseño de Experiencias Digitales (UXDI), destinada a quienes estén interesados en el desarrollo de productos digitales e interactivos, que ofrece un sistema de becas para personas con diferencias funcionales (visuales, motrices, sociales) y minorías desfavorecidas que buscan emprender un proyecto.

En diálogo con el Suplemento Universidad, además de brindar detalles de una iniciativa que busca transformar las aulas en “laboratorios vivos”, Paz analiza el control de la privacidad sobre las personas a través de las herramientas tecnológicas, la necesidad de “ir hacia aulas híbridas” y el valor de brindar a la población “acceso a los artefactos electrónicos por encima del capital cognitivo”.

–¿Qué objetivos busca la diplomatura desde el punto de vista educativo?

–La diplomatura tiene una orientación para quienes están involucrados en el desarrollo de productos digitales e interactivos, como ingenieros de sistemas, programadores, diseñadores gráficos/web, antropólogos, educadores, agentes de marketing digital y sociólogos. En los últimos tiempos hemos tenido hasta veterinarios y médicos. Eso se debe a que nuestra vida cada vez está más atravesada por interfases. La diplomatura está compuesta por módulos destinados a brindar un aprendizaje tal que pueda ser aplicado en el desarrollo de proyectos con organizaciones reales, tanto gubernamentales como ONG y comunidades. Lo que buscamos es que aprendan haciendo, en vínculo permanente con la realidad.

–¿Cómo funciona el sistema de becas?

–Hoy tenemos ocho becados: hay estudiantes con ceguera, parálisis facial y problemas psicomotrices, y personas en una situación desfavorable desde lo económico. Nosotros confiamos en los aspirantes que desean sumarse y no nos ponemos en jueces que piden certificados de ingresos y egresos, porque hasta ahora nadie nos defraudó. Esta diplomatura es un modelo del entramado Estado-empresa-universidad- sociedad, que fusionados brindan una alternativa educativa de jerarquía.

–¿Cuánto aumentó la importancia del acceso al mundo digital y a la conectividad con la pandemia?

–Hace tres años los sociólogos digitales veíamos que el problema era el capital cognitivo, el tener que enseñarle al adulto mayor cómo manejar las nuevas tecnologías, con mucho foco en que ellos comprendiesen su utilidad, sumado a la cuestión de la conectividad. Hoy el problema, que suena más propio de la década del 90, es artefactual: la malaria ha traído una dificultad terrible que es la falta de acceso a los artefactos. A los adultos mayores les cuesta acceder a los celulares por el incremento de sus precios. Asimismo, el costo de los servicios de Internet ha aumentado, muchos no tienen wifi en sus hogares y para colmo hay mucha obsolescencia programada, algo que ocurre a nivel mundial: cuando se actualiza el Android automáticamente tu teléfono queda vetusto en términos de hardware para la actualización del software.

"La pandemia ha mostrado que al vivir cada vez más mediatizados por interfases resulta muy grande la necesidad de brindarle mayor cobertura a las poblaciones, algo que en muchos países se va transformado en política pública."

–¿Considerás que a raíz de la pandemia existirá a nivel global una mayor accesibilidad a las herramientas digitales?

–En su momento la poliomielitis dejó tantos pibes con deformidades que una de sus consecuencias fue la creación de la educación especial. Me parece que la pandemia ha mostrado que al vivir cada vez más mediatizados por interfases resulta muy grande la necesidad de brindarle mayor cobertura a las poblaciones, algo que en muchos países se va transformado en política pública. Estamos ante una gran oportunidad, porque la inclusión hoy ya no es social, sino que es sociodigital. Para ello hay que destinar recursos educativos accesibles y usables.

¿Observás riesgos en un sistema de educación que avance hacia la virtualización de contenidos en reemplazo de la presencialidad?

–Hoy nuestra vida es híbrida, hay una mezcla permanente y no podemos pensar en términos de “virtualidad sí o no” o “presencialidad sí o no”. Un problema que puede existir es que las grandes compañías tecnológicas se queden con la base de datos de las universidades o las escuelas públicas, y perder un poco más el control de la privacidad de las personas. El otro problema es de didáctica, porque el gran desafío es diseñar aulas híbridas con los maestros y alumnos, que existan recursos sincrónicos y asincrónicos, la idea es que la presencialidad conviva con los espacios de la digitalización, porque hoy el mundo va en esa dirección y sería un error ir en contra de la corriente.

–Si buscás precios de un producto desde el celular, de inmediato te llueven ofertas. Parecería que el anonimato es una fantasía y que nuestra identidad no permanece oculta. ¿Hacia dónde nos dirigimos?

–Creo firmemente que vamos hacia un capitalismo de vigilancia. En un artículo del periódico francés Le Monde se relata cómo en China obtenés la posibilidad de un determinado trabajo según tu rendimiento escolar o si te manifiestás en la calle, te pueden negar la posibilidad de un crédito hipotecario porque te aplicaron el reconocimiento facial. La interacción de las personas con los dispositivos es tal que favorece su segmentación, por lo tanto el capitalismo va hacia un tecnofeudalismo, y esto lleva a otro debate mayor que es hacia dónde va el mundo del trabajo. Hoy los hombres comienzan a ser suplantados por bots, el trabajo se está automatizando y eso hace que cada vez más personas queden por fuera del mercado laboral, de modo que hay que educar para hacer y no dirigirse hacia la robotización.