“¿Por qué el hijo debe crecer? ¿Por qué debe la madre envejecer antes que el hijo? ¿Quién dijo que eso es Ley?”. Esas son algunas de las preguntas que, en palabras de Ariana Harwicz, atraviesan Precoz, la novela que escribió y cuya versión teatral acaba de estrenarse en Dumont 4040 (Santos Dumont 4040), protagonizada por Julieta Díaz y Tomás Wicz, bajo la dirección de Lorena Vega.

Esta nueva puesta es la tercera obra de la autora que llega al escenario después de que sus novelas Matate, amor y La débil mental tuvieran sus respectivas adaptaciones. Ahora, con el turno de Precoz, se completa una trilogía atravesada por una poética muy particular, donde nada se da por sentado y hay un vínculo que se desarma y estalla: el de una madre y un hijo, que en una geografía incierta y hostil se debaten entre la mímesis y la locura, bordeando los límites del amor, el desprecio de la sociedad y el abandono del Estado. “Casi gemelos, casi enemigos, la madre y el hijo ven sacudido su mundo con la aparición de un hombre que la enamora a ella y a él lo vuelve el cómplice perfecto. Juntos son dinamita: separados, no son nada”, detalla parte de la sinopsis de la obra.

“Tanto la pieza teatral como la novela son políticas. Ambas señalan elementos muy contundentes de nuestra actualidad: cómo se vive en sociedad, la violencia institucional y la forma en la que pertenecemos o no pertenecemos”, detalla Vega sobre el proyecto que surge de la productora Intensa producciones, conformada por Flor Monfort y Natalia Kleiman. Ellas, junto con Harwicz, tramaron e idearon el proyecto. Luego, armaron todo el equipo y la contactaron a Vega, quien se encargó de proponer el elenco, además de dirigir toda la puesta. “Me parecía que Julieta y Tomás traían en sus cuerpos algo de lo que los personajes presentan en la novela. Algo de la caída del sistema social, gente que está en la marginalidad pero que se ve que ha pertenecido a otra escala social. Me parecía que todo eso se podía narrar en los cuerpos de elles”, relata Vega.

Justamente, la narración a través de los cuerpos fue una de las premisas de la dirección. El vínculo madre-hijo fue trabajado desde lo físico pensando en los acercamientos, las distancias, los encastres, los apoyos, la entrega de peso, con la música como tercera voz. “Si tuviese que elegir un lineamiento interno, diría que es el ritmo, la musicalidad de los cuerpos en el espacio”, cuenta la directora.

Llevar Precoz a escena fue para el equipo toda una aventura. No solamente porque cuando el proyecto ya estaba listo para su encuentro con el público en abril del 2020 debió ser postergado, sino también, entre otras cuestiones, por convertir en un hecho teatral para dos, una novela que avanza por el monólogo de una mujer. De ahí que uno de los cambios más significativos respecto de la versión original fuera la decisión de darle voz al hijo, trabajo que estuvo a cargo de Juan Ignacio Fernández.

Por otra parte, inmiscuirse en oscuridades que pueden ser consideradas moralmente repudiables, también formaba parte del desafío. Vega confiesa que, aunque la novela desde un principio le “atrajo muchísimo”, le gustaba con tensiones y contradicciones: “No es que me gustaba en los términos más clásicos. Me atrapaba lo que me generaba, que era una tensión muy grande entre quererla y rechazarla”.

Parte de ese querer y rechazar encuentra su anclaje en ciertos límites avasallados respecto de una mirada moral sobre la relación madre-hijo. Eje, que, sin embargo, no constituye la centralidad de la propuesta. Fundamentalmente, “hay dos que exceden al vínculo de madre-hijo, que se convierten en una sola persona, amigos, padre-hija, amantes, novios”. Y eso va mutando. “Son áreas que van circulando en la obra, pero no hace de la perversión del contacto ente madre e hijo la crisis del relato. Es un elemento más, que es una posibilidad dentro de la vida tan anárquica y la forma que tiene este dúo”, dice Vega.

En todo caso, el hilo conductor de la obra está puesto en lo pulsional, lo pasional, “en las formas de sobrevivir. Y de la poesía como una de esas formas”, expresa Vega. Complementariamente a esta mirada, Díaz agrega: “la obra habla de una humanidad marginal, de los vínculos que se deforman y que no son ni una cosa ni otra, que a veces no se sabe bien dónde empieza y dónde termina, el pacto social que uno tiene que cumplir, y la pulsión de vida que tienen los vínculos y las personas”. Y concluye: “para mí Precoz va más allá de una declaración feminista o con respecto a la maternidad”.

La novela de Ariana Harwicz

Ariana Harwicz nació en Buenos Aires en 1977 y vive en el campo en Francia desde 2007. Contra todo tipo de voluntad de atrapar su literatura en una suerte de fórmula que conviene o tranquiliza, escribió tres novelas que hoy conforman lo que llama como “una trilogía involuntaria”: Matate, amor (2012), La débil mental (2014) y Precoz (2015). Esta última escapa, tanto en el teatro como en la novela, a la posibilidad de reducirse a etiquetas y temáticas. Para la autora, incesto, perversión, locura, simbiosis, marginalidad, son términos que por sí solos no quieren decir nada. “No se escribe pensando así. Al revés, cuando escribo un personaje abro el sentido”.

- Antes de escribir una novela, ¿considerás la posibilidad de que decante en un hecho teatral?

-Debería contestarte sí y no. No escribo las novelas (ninguna) pensando en una adaptación teatral, ni en el escenario o en los actores. Para mí sería una trampa escribir así. Me parece que presupondría un problema para el estilo y la música literaria que quiero encontrar. No obstante, finalmente como un destino, todas mis novelas son teatrales. Pero yo creo que es por ese esfuerzo de intentar que no sean teatrales en la forma.

- ¿Qué sentís que comparte Precoz con Matate, amor y La débil mental?

-Siento que comparten la conciencia de un personaje mujer en conflicto. Ese famoso enfrentamiento tan shakesperiano a un clan, una ley, una tribu, una sociedad. Creo que las tres novelas son eso: el interior del cerebro de una mujer agónica frente a una familia.

-La familia, la maternidad son ejes que atraviesan estos libros. ¿Qué te interesa explorar sobre esos temas?

-Me interesa lo que pasa puertas adentro. Me gusta la basura debajo de la alfombra, la miseria en los baños, en los cuartos cerrados a la hora de la siesta, me gusta tanto eso en la vida, ese espiar, lo que no se dice, lo que pasa abajo de una mesa cuando hablan, los susurros de una pareja, las medias voces, los secretos. Lo que pasa detrás de la foto oficial me gusta verlo en el arte y escribirlo. Nada me parece más excitante.

-En una entrevista dijiste que todas las etiquetas que acompañan a Precoz son mentira. ¿Por qué crees eso?

-Porque me doy cuenta cada vez más de que el tema de las etiquetas es anti literario, anti artístico. ¿De qué sirve cuando el resumen de una película, un cuadro o una novela está lleno de etiquetas, de constructos cristalizados, lo que ya sabemos? Es como girar en vacío. ¿Qué profundidad puede surgir de un personaje que de antemano sabemos que es malvado, perverso, loco, despiadado? Me parece que eso es propio de géneros menores o comerciales. De algo que está hecho para la emoción alienante o la venta. El arte trabaja con lo no dicho, lo apenas entendido, la ambigüedad y los múltiples sentidos. 

*Precoz puede verse todos los jueves y viernes de septiembre y octubre, a las 20.30 horas, en Dumont 4040 (Santos Dumont 4040).