Salta está que arde. A la fuerte avanzada antiderechos que está escalando en la provincia (es la única en donde prospera una demanda en la justicia federal para frenar la aplicación de la Ley nacional de Interrupción Voluntaria del Embarazo, votada por el Congreso) se sumó la semana pasada la detención de una médica de Tartagal que llevó a cabo un aborto legal y este último fin de semana un femicidio, el décimo en Salta en lo que va del año. En este contexto, el sorpresivo estreno este martes –en la plataforma oficial Cont.ar- de Terminal Norte, un mediometraje de Lucrecia Martel, la salteña más famosa del mundo, se debe celebrar no sólo por la calidad en sí del documental sino también como acto de resistencia, por su carácter celebratorio de la mujer, los feminismos y las diversidades sexuales.

Filmada en Salta durante la cuarentena del año pasado, Terminal Norte es la primera película que da a conocer Martel desde la celebrada Zama (2017) y empieza con unas pocas líneas, de tono casi borgeano. “En el año que asoló la peste, una cantora del Río de la Plata se refugió en el Norte del país…”, dicen unos subtítulos que se leen mientras en la imagen se ve un amanecer que puede no ser tal y en la banda de sonido se escucha una voz recia, arrabalera, desgranar el valsecito criollo “La sombra”, de Lucio Mantel. Esa voz es la de Julieta Laso, quien a partir de allí será no sólo la protagonista de Terminal Norte sino también su sacerdotisa, la mujer que convoca a su alrededor a otras mujeres cantoras y músicas como ella, con las cuales comparte primero una noche al aire libre de vino, charlas y canciones, y luego algunos encuentros diurnos mano a mano en el monte salteño.

¿Quiénes son esas mujeres? Algunas, como se apunta en una suerte de pequeño monólogo interior con que las presenta Laso, ni siquiera se conocen entre sí, o incluso se preguntan qué hacen allí, como si las hubiera juntado un viento extraño. Se trata del dúo Las Whisky (“son nómades, hacen noise”, dice La Voz); la pianista y compositora Noelia Sinkunas, colaboradora habitual de Laso (“Soy de Berisso y no sé quiénes son estas personas”, dice bajito, para sí misma); Lorena Carpanchay, la primer coplera trans de los Valles Calchaquíes (“trabaja en el campo, vende higos y tunas”); la trapera B Yami (“el día que se aprobó la Ley ILE prendió fuego a la Plaza Güemes con sus canciones”); la coplera Mariana Carrizo (“cuando canta sus coplas este país despega del suelo”) y su hija la Michu (“trabaja en cine, canta y hace los mejores buñuelos”). Ocasionalmente, aparecen también un par de hombres: el maestro salteño de guitarreros Bubu Ríos y Miguel Moreira, “amansador y gran bailarín”.

Pero la noche y la película toda es de esas mujeres reunidas alrededor de un fuego, como si estuvieran preparando un aquelarre –con lechuzas y todo- para poner patas arriba a una provincia de la que han salido y siguen saliendo grandes artistas y talentos, pero conservadora como pocas, quizás como ninguna. La primera en salir al ruedo es la propia Laso, con su versión canyengue del “Romance para un negro milonguero”, de Alfredo Zitarrosa, y luego B Yami, que las incita a todas a armar bardo, rodeada del humo de bengalas: “A ver perras, ¿quieren perrear”?, provoca.

La impronta siempre inquietante del cine de Martel se hace sentir en esos planos misteriosos, aislados, que dan cuenta de viajes nocturnos en auto, donde alguna luz puede ser “la de una secta, mejor no mires”. Y en el rigor y la delicadeza con que registra la conmovedora intervención de Lorena Carpanchay, a quien no le quita la cámara de encima mientras ella cuenta y canta sobre la lucha de las chicas de la calle y -acompañada apenas por el tañido de su caja- despliega su música ancestral y su poesía contemporánea: “Ya viene / la marica / cantando / la tonada…”

Nada en los 36 minutos que dura Terminal Norte remite a los lugares comunes del folklore. Todo es en cambio es desafío, resistencia, poesía en carne viva, como cuando Mariana Carrizo, asistida por su caja, en pleno monte, canta ella sola una vidalita que parece rasgar la tierra. Pero también hay lugar para la celebración, como cuando Laso versiona el clásico “Muchacho”, de Celedonio Flores, y Carrizo –atacada en su provincia cuando se manifestó a favor de la ILE- regresa con una copla cuyo título parece una declaración de principios: “Nosotras lo mejor de todo”.

No lejos de Salta, en Tucumán, Lucrecia Martel prosigue con el rodaje de su primer largometraje documental, sobre el asesinato del dirigente indígena Javier Chocobar, ocurrido en 2009 dentro de la región de la comunidad diaguita Los Chuschagasta, a manos del terrateniente Darío Amín y dos policías que lo escoltaban. Pero en la tarde de este martes Martel se dará una pausa para presentar en vivo Terminal Norte junto a Julieta Laso, en el Centro Cultural Kirchner. Será para no perdérselo, in situ o a la distancia, de manera virtual.

  • Terminal Norte es una producción original de REI Cine y la plataforma Contar. El estreno, este martes a partir de las 20 horas en la plataforma pública y gratuita, estará precedido por un evento en vivo desde la Sala Argentina del Centro Cultural Kirchner, a partir de las 18, que contará con la presencia de Lucrecia Martel y un show musical de Julieta Laso. Más información en www.cont.ar