Hoy se inicia el camino para renovar 13 bancas de las 28 que tiene el Concejo Municipal de Rosario. Para ello la disputa es por demás nutrida: Hay 55 listas con casi 800 precandidatos para esos 13 lugares. Muchas de esas nóminas con sus nombres y fotografías en la Boleta Unica, no alcanzarán el piso del 1,5% de los sufragios para pasar a la siguiente ronda electoral, las generales del 14 de noviembre donde una mínima porción de este gigante menú electoral, volverá a estar en el cuarto oscuro. Juntos por el Cambio es el espacio político que más bancas pone en juego: seis. Mientras que el peronismo arriesga tres escaños en el Palacio Vasallo lo mismo que el Frente Progresista. La banca restante en disputa hoy la ocupa Ciudad Futura. En Rosario hay unas 777 mil personas en condiciones de votar. Para los cargos provinciales y locales aún no está vigente el llamado Voto Joven, por lo que los electores de 16 años cumplidos sólo podrán votar para las categorías nacionales este domingo. La fragmentación política del Concejo rosarino, los acuerdos y equilibrios entran en tensión.

El piso para pasar a las elecciones generales después de estas Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), es en realidad lo que se llama “sistema de doble piso”. En los dos casos hay que alcanzar el 1,5% del padrón (esto es primero para los partidos políticos) y luego otro 1,5% pero esta vez de los votos válidos emitidos dentro de cada fuerza política que dirime con dos o más candidatos. Con lo cual el primer piso para pasar a las generales en los cargos locales en Rosario, es de unos 11.650 votos. Aunque no parezca un número muy alto para semejante cantidad de electores, sólo un puñado de listas estará en la vuelta electoral de noviembre.

Si bien el Concejo Municipal tiene hoy una alta fragmentación política, el intendente Pablo Javkin supo y pudo incrementar el marco de alianzas hasta límites hasta hace poco tiempo impensables en el mapa local. Desde ediles propios y del socialismo hasta un sector del peronismo, pasando por los representantes de Ciudad Futura, y algunos de Juntos por el Cambio. A ellos hay que sumar una considerable cantidad de “jugadores sueltos” que van y vienen en sus posiciones de acuerdo a circunstancias y conveniencias. No más de tres peronistas y otros tantos del PRO constituyen una oposición de alto perfil que, más allá de ejercer un debate responsable en el recinto, se enrola en otro modelo de ciudad.

Igual que le había pasado a otros intendentes, Javkin tuvo que recurrir a toda su pericia política para acomodar el cuerpo a un resultado electoral que le permitió ajustadamente desplazar al socialismo de la conducción del Frente Progresista pero que le dejó en el Concejo un grupo de aliados que siguen teniendo algunos resquemores y que no terminan de reponerse de una derrota a la que después se sumaron otras pérdidas como la muerte de Miguel Lifschitz. El intendente sólo confía en algunos de ellos, con otros sabe que no hay vuelta atrás. No dejan de verlo como verdugo de su destino y no lo consideran como propio, algo que en el socialismo es fundamental y se cotiza muy alto.

El peronismo también necesita barajar de nuevo y asegurarse algún futuro. Esta vez no está tan claro que de 1 de Mayo y Córdoba pueda surgir un candidato a intendente para dentro de dos años como sucedió en 2019 con Roberto Sukerman que hizo como concejal una gran elección a intendente perdiendo por muy poco con el actual intendente. 

El Concejo Municipal ha perdido en los últimos años gravitación política hacia afuera y la presencia de muy pocos dirigentes de peso combinada con la cesión de algunas facultades (como la discusión en torno a la tarifa del transporte público); transformó al cuerpo de raíz. Por el contrario ha ganado en representación más joven y en una agenda actualizada a temas de género y ambiente. Quizás los debates más importantes pasen hoy por cuestiones urbanísticas y la tensión que de allí deriva con constructores que, por lógica, piensan más en el negocio que en la planificación.

 

Por ahora, los outsider de la política que ingresaron al cuerpo en las elecciones pasadas y algunos aún en la anterior transitan una curva de aprendizaje que lleva demasiado tiempo y que, es justo decirlo, algunos nunca alcanzarán. Por el contrario, los ediles que vienen de la militancia política y que tienen pertenencia partidaria son los manejan las riendas internas del Palacio Vasallo. Por ellos pasan en general las decisiones más trascendentes y los acuerdos o desacuerdos en temas clave para la ciudad.