“Me aparté del sendero, donde estaba la víbora, escribiendo en el polvo arabescos enigmas, como negra embrujada por los rayos del sol. Sentí sobre mi carne peso de escalofrío y un vago pensamiento de los hombres y Dios”, escribía Federico García Lorca sustentando, de alguna forma, los prejuicios que durante siglos se tejieron alrededor de las serpientes. Hoy, la musarana, viuda, víbora luta o mamona, como se la conoce en Catamarca, es otra de las especies amenazadas de la provincia principalmente por los mitos y leyendas que existen sobre ella.

La musarana, pertenece a la familia de los colúbridos y es un supradepredador, lo que significa que no tiene depredadores naturales, situándose así en lo alto de su cadena alimentaria. Es un ofidiófago, es decir, una serpiente comedora de serpientes. Esto no significa que sea caníbal, ya que no ataca a su propia especie, y prefiere comerse a aquellas venenosas como la coral, víbora de la cruz, yarará chica o cascabel.

“Esta serpiente puede llegar a medir hasta dos metros, es delgada, ágil y de color negro azabache. Su vientre es de un rojo apagado aunque se han observado ejemplares de vientre blanco i con manchitas blancas. Es de hábitos nocturnos, y su hábitat corresponde a las zonas pedemontanas donde la vegetación es del tipo chaqueño”, explica el biólogo Roberto Salinas a Catamarca/12.

Su función es la de controlar las poblaciones de serpientes peligrosas que francamente es muy un buen justificativo para protegerla, pero la realidad es totalmente diferente y cada vez son más raros los hallazgos de estas serpientes”, señala Salinas.

En cuanto a porqué la gente las mata; el biólogo explicó: “Hay una superstición contra la serpientes y es que representan el mal. Más que nada por la cultura y religión judeocristiana. Para otras culturas significa sabiduría o fecundidad pero no en América Latina. Lo cierto es que la gente cuando ve una culebra, no pregunta y la mata directamente. No hay forma de lograr que la capture para luego liberarla, pese a que es muy baja la proporción de serpientes que son realmente venenosas. Pero lamentablemente por esta ignorancia la reacción es matarlas a todas”, dice.

“A la leyenda sobre la musarana la escuché de mi abuela. Ella contaba que un tío descubrió a la serpiente, y al contarlo como anécdota ayuda más a generar prejuicios porque lo mezclan con la realidad. Según decía, él la había matado luego de encontrarla tomando leche de la ubre de la vaca. También se cree que la serpiente mama del pecho de las mujeres que están amamantando a sus hijos y que se quedan adormecidas. La musarana, en este caso se encargaría de retirar al niño del pezón materno, introduciendo la punta de la cola en la boca del bebé para que éste siga notando que chupa algo y no llore. Las consecuencias de esta acción, realizada noche tras noche, son que el niño enflaquece y a la mujer se le seca el seno”, cuenta.

Salinas dice que se asocia a la musarana con la leche por dos motivos: “la serpiente es toda negra, pero a veces puede tener algunas manchas a lo largo del cuerpo y al ver esto la gente piensa que son gotas de leche. Por otra parte, si la tocan, ella se defiende despidiendo un olor, que he tenido la oportunidad de sentir, y es como a leche cortada”.

Por supuesto, ésta es una creencia sin fundamento, ya que la configuración de sus fauces le impediría que mamar, como sucede con los mamíferos, los cuales tienen la capacidad de succionar y la musarana no lo es. De hecho, agrega Salinas que para beber agua meten la cabeza en el recipiente y luego la inclinan unos 60 grados para  que entre en su cuerpo.

Lo cierto es, que la musarana, pese a ser completamente inofensiva para el hombre,  es una de las especies en peligro que tiene Catamarca. “No hay censos ni datos que indiquen cuántas quedan, los hallazgos son cada vez  menores. Tenemos que comenzar a educar para erradicar estos mitos y de esta forma podremos evitar que las sigan matando”, concluyó.

Roberto Salinas mostrando un ejemplar de musarana