Tuviste miedo de que se olvidaran de vos, quizás muchas veces. Miraste a la gente aplaudiendo en la playa. ¿Dónde está el nene? Quisiste encontrarlo antes, pero había mucha gente y tu mamá te agarró fuerte de la mano, tenía miedo de que te le desaparecieras también.

Tuviste miedo que no te fueran a buscar a la escuela, y cuando tu mamá llegó tarde una vez, pensaste: “Un día va pasar, se va a olvidar”. Y las maestras te van a llevar a la Dirección y van a tomar el teléfono y van a hacer caras, vas a mirar para abajo, de vergüenza.  ¿Qué clase de padres se olvidan de sus hijos? No vas a saber si lo pensaste vos, o se lo escuchaste a la maestra.

Mirás mucho la tele, solo hay dos canales, la hiperinflación, la plata no alcanza, pensás que por eso solo hay dos canales. Te gusta tanto que te quedás delante del aparato mirando lo que sea, los días de viento esperás que alguien pueda mover la antena y sintonizar algo, lo que sea: un sorteo, rayas, una lluvia gris, buscás descifrar imágenes, tendrá que pasar la lluvia para que algo pueda verse. Pensás en un limpiaparabrisas para tele en blanco y negro. Crees que esa idea te hace inteligente.

En la tele dicen “se busca el paradero”, y después el nombre de una persona, el mensaje se repite pero cambia el nombre. Pensás que “paradero” suena igual a “panadero”, pensás en el pan y en esos yuyos que sirven para pedir deseos, y te preguntás: “¿Quién anda necesitando pedir deseos?”. En el patio hay muchos.

Entendiste que “paradero” significa otra cosa, buscan el lugar donde encontrar a alguien, pero la imagen que viene a tu cabeza junta una garita al lado de la ruta con un señor de delantal blanco con olor a pan, soplando un diente de león. Empezás a entender que hay personas escondidas, sin ubicación, como las mamás que llegan tarde a la escuela.

Mirás por tercera o cuarta vez el dibujito de Peter Pan, ese chico que vuela y viene a buscar a Wendy para llevarla al País de Nunca Jamás, y hay que pensar en un recuerdo feliz para volar. Está “Campanita” y los “Niños perdidos”, también está Garfio, el cocodrilo que hace tic tac. Peter Pan también es un niño perdido, un missing children, si no fuera un dibujo su cara habría empapelado calles o decorado cajitas de leches, según el país de búsqueda o procedencia.

Ves noticias en los diarios, ahora ya sabés leer, y la hiperinflación se terminó, en tu casa hay TV por cable y a color, la antena quedó de decorado vintage. Buscan a un nene que se perdió en un balneario, los papás aplaudieron y gritaron pero nadie vio nada. Pensás, dónde estará ese nene, si se quedó esperando en un lugar equivocado, si salió para un lado en lugar de salir para el otro, pensás si tendrá miedo, si estará pensando que se lo olvidaron. Cuando seas más grande te vas a preguntar si aún sigue vivo.

Pensás cosas inverosímiles, sabés que no, pero el pensamiento llega igual. ¿Dónde se quedan los niños perdidos? ¿Dónde se amontonan como hojas? ¿Cuánto tiempo esperan? ¿Se habrán acostumbrado a otra mamá?

Te vas a volver un poco más grande y vas a saber que la gente desaparece y se hace humo, vas a querer escribir algo sobre los niños perdidos y los paraderos. Vas a pensar que los niños pueden perderse en el mismo lugar de siempre, que así se quedan cuando se los olvidan.

Viste un dibujo, no podés evitarlo, nadie sonríe en la hoja, ni el sol, ni la nena, ni la flor, hay un animal que se parece a un perro y tampoco sonríe. Esa nena se quedó esperando y ya va casi un año, que su mamá volviera a buscarlas a la casa del papá, pero no volvió con su cuerpo vivo. A veces pasa por una esquina y se abraza a la figura de su mamá pintada en la pared, tan grande como un oso, un oso plano pintado con flores.