Seis chicas con bikinis, lentejuelas o tangas de cuero bien calzadas se cagan a patadas en un confuso y frenético tres contra tres. Una camioneta con neumáticos de dos metros de diámetro tira pasitos freestyle sobre dos ruedas en la cima de una montaña de fango. Una 4x4 con el techo y el capó cubiertos de gigantescas espinas de acero mete un salto de 40 metros. Y un enorme patovica híper-musculoso amenaza con degollar al rival y sueña con saltar del ring al cine, como Dwayne “The Rock” Johnson, el grandote de Rápidos y furiosos 5, 6, 7 y 8. Tantos números al servicio del alto impacto no pueden ser casualidad; la exageración es el combustible de dos espectáculos de comedia deportiva gringa que debutarán este año en suelo argentino: las camionetas monstruosas de la Monster Jam y las peleas de catch unisex de la WWE.

Se trata de shows de trazo grueso y espíritu pochoclero-cervecero. De un lado, con 25 años de altas gomas y carrocerías con dientes, la exhibición Monster Jam apunta al órgano fierrero más explosivo a través de camionetas ultratuneadas que saltan, corren carreras o compiten con acrobacias en estilo libre. Del otro lado, con más de 50 años de jugar a la lucha libre como titanes en el gran ring del Norte, la franquicia de gritones de la World Wrestling Entertainment es cuna de iconos yank & pop como Hulk Hogan, Broke Lesnar o Mike Tyson, y fuente inagotable de acusaciones de sexismo desde que, en los ‘80, incorporó luchadoras en sus grillas.

Maridajes de motores y aullidos, y de trompadas y culos, en dos modelos que parecen invitar a presenciar escenas propias del cine de acción y que este año trascienden la TV, expanden su mercado y por primera vez cortan tickets en escenarios premium de la Argentina, como el Estadio Ciudad de La Plata, donde habrá Monster Jam este fin de semana (13 y 14/5) o el Luna Park, al que la WWE salpicará en primavera (19 y 20/10). Es lo que tienen los imperios: buscan expansión.